¿Por qué los hombres se suicidan más que las mujeres?

La sociedad ha cercenado la capacidad de los hombres de hablar sobre sus emociones y demostrar vulnerabilidad emocional, lo que representa un gran peso sobre sus hombros que obstaculiza la búsqueda de ayuda cuando es necesaria.

Anthony Bourdain, Robin Williams y Chester Bennington, son solo tres nombres de personas de gran influencia en el mundo del arte que han muerto tras tomar la decisión de acabar con su vida. La muerte de estos personajes ha servido para que se hable de un tema tabú que anualmente se lleva la vida de miles de personas alrededor del mundo: la depresión y el suicidio.

Algo que ha llamado la atención sobre este fenómeno es que los hombres se suicidan en mayor proporción que las mujeres. Al respecto, las cifras de instituciones especializadas son alarmantes, demostrando que los hombres corren un mayor riesgo de suicidio y, lamentablemente, se ha observado que esta cifra va en ascenso.

Uno de los planteamientos que se han derivado para explicar esto, es que los hombres son más impulsivos que las mujeres; sin embargo, esto es un mito. Tal como veremos más adelante, todo parece indicar que las causas de este fenómeno giran en torno a las expectativas sociales que se ciernen sobre los hombres.

De acuerdo a cifras de la Organización Mundial de la Salud, más de 800.000 personas se suicidan cada año; esto significa que cada 40 minutos, una persona muere a causa del suicidio. De hecho, se plantea que el suicidio es la principal causa de muerte entre las personas de 15 a 29 años.

Adicional a esto, los expertos han observado con preocupación cómo las tasas de suicidio han aumentado progresivamente los últimos años; según datos recientes, la tasa de suicidio ha aumentado un 25% entre los años de 1999 y 2014. Esto es especialmente cierto para los hombres de mediana edad. En este sentido, se ha observado que los índices más altos de suicidio ocurren entre hombres de entre 45 y 54 años de edad.

En la misma línea, se ha encontrado que los hombres de mediana edad que trabajan en el ámbito de la construcción, cometen una mayor cantidad de suicidios anualmente, en comparación con otras profesiones.

Por ejemplo, en los Estados Unidos, el grupo demográfico que muestra las tasas más altas de suicidio se corresponde con los hombres mayores de ascendencia europea, es decir, hombres blancos de mediana edad. En Gran Bretaña, por otro lado, de las 6.000 personas que, en promedio, se suicidan anualmente, el 75% se corresponde con individuos de sexo masculino. Así, es un fenómeno que se repite a lo largo y ancho del planeta.

Para explicar este fenómeno, se han formulado varias hipótesis. Una de ellas, y quizás la más difundida, implica que los hombres se suicidan en mayor proporción porque son más impulsivos. Sin embargo, puede que esto no sea tan acertado como pareciera. Veamos qué hay detrás de este fenómeno.

El mito de la impulsividad y el suicidio masculino

Si bien las mujeres tienen un mayor riesgo de desarrollar trastornos depresivos e intentar acabar con su vida, se ha demostrado que los hombres son el grupo demográfico con la mayor tasa de suicidio alrededor del mundo. Muchos han planteado que esto se debe a los altos niveles de impulsividad que pueden caracterizar al sexo masculino; no obstante, los expertos aseguran que el suicidio, por lo general, no tiene nada que ver con la impulsividad, a menos que esté relacionado con drogas, alcohol o trastornos mentales incapacitantes en los que las personas pierden por completo el control sobre sus decisiones.

En este sentido, las personas que toman la decisión de atentar contra su propia vida, suelen experimentar intensos sentimientos de tristeza y aislamiento; además, en los hombres, estas dolorosas emociones pueden verse agravadas en atención a la presión de la cual son víctimas los hombres sobre la importancia de demostrar su fuerza masculina de acuerdo a los cánones impuestos por la sociedad.

De esta manera, puede afirmarse que los planteamientos en torno a la relación entre la supuesta impulsividad masculina y el riesgo suicida son, en su mayoría, un mito. Sobre esto, un equipo de investigadores de la Universidad de Auburn, En Estados Unidos, plantea que los hombres poseen ciertos rasgos que se corresponden con una capacidad adquirida para el suicidio, que los hace más vulnerables a atentar con su propia vida en comparación con las mujeres.

En primer lugar, se plantea que la intrepidez hacia la muerte, es decir, la ausencia de temor a morir, podría ser un factor de suma importancia para explicar esta diferencia de género. Así, los expertos aseguran que los hombres adoptan una actitud más intrépida hacia la muerte, que podría hacerlos más vulnerables a cometer suicidio.

Lo mismo ocurre con los umbrales de tolerancia al dolor, lo que se corresponde con el segundo rasgo planteado por los investigadores; en este caso, se propone que los hombres pueden tener mayores umbrales de tolerancia al dolor, por lo que son capaces de soportar las incomodidades asociadas a un intento suicida, alcanzando con éxito su objetivo.

Por su parte, los hombres suelen adoptar una postura estoica, haciéndolos menos propensos a demostrar sus sentimientos y su malestar emocional; todo esto puede convertirse en un cóctel letal, pues cuando el dolor emocional sobrepasa los umbrales acostumbrados, pueden tomar una decisión drástica, como el suicidio.

Todo lo planteado anteriormente está relacionado a las expectativas sociales que se ciñen sobre los hombres y lo que representa la masculinidad. En la mayoría de las culturas, se espera que los hombres sean fuertes, capaces de controlar sus emociones y motivados al logro de grandes objetivos; de esta forma, se ejerce una presión excepcional sobre los hombres para que se desempeñen de una determinada manera.

Así, existe una idea muy difundida de que los hombres deben ser fuertes a nivel emocional, lo que se confunde con la obligación de no expresar sus emociones. De esta forma, cuando las normas sociales no permiten que los hombres se muestren vulnerables o expresen sus sentimientos, es menos probable que busquen ayuda cuando experimenten malestar emocional.

Todo esto puede profundizar sentimientos de ansiedad y depresión que aumentan el riesgo de suicidio. En la misma línea, las expectativas sobre lo que debe ser el éxito para los hombres, pueden representar un gran peso que merma su capacidad de afrontamiento.

Así, se espera que los hombres tengan una buena posición económica, capaces de garantizar el sustento en el hogar. Igualmente, la sociedad espera que los hombres logren grandes hitos laborales, destacándose en su carrera y alcanzando la cima del éxito profesional; generalmente, todo esto antes de los 40 años.

Entonces, cuando llegan a la mediana edad, muchos hombres suelen enfrentar creencias sobre lo que deberían estar haciendo o los logros que deberían haber alcanzado. Al no alcanzar estos criterios fabricados por la sociedad, empiezan a surgir sentimientos de fracaso.

Este peso, aunado a la estoicidad que se espera de los hombres, los obliga a soportar el malestar en silencio, sin buscar ayuda, lo que representa un gran factor de riesgo para la conducta suicida. Por tanto, para disminuir la incidencia de este fenómeno, es necesario desarrollar estrategias que abarcan desde las estructuras sociales, hasta patrones de interacción individual.

?Qué hacer con el fenómeno del suicidio?

El suicidio, tanto de hombres como mujeres, debe ser abordado de forma inmediata y efectiva, a fin de disminuir los índices de este peligroso fenómeno. Así, pueden identificarse ciertas estrategias que incluyen desde los grupos sociales, hasta las acciones particulares que pueden emprender las personas en su medio de interacción más inmediato.

En el caso específico de los hombres, es necesario replantearse todas estas ideas en torno a la masculinidad que atan de alguna forma la capacidad de expresión emocional y búsqueda de ayuda de los hombres. En este sentido, debemos entender que la masculinidad es un constructo social que, por medio de acciones colectivas e individuales, puede ser cambiado.

El primer paso para ello, implica analizar críticamente todas estas creencias compartidas acerca de lo que deberían ser y hacer los hombres. En consecuencia, resulta de suma importancia empezar a educar a los hombres desde la infancia, permitiéndoles expresar sus emociones de forma adecuada y hacerles entender que está bien mostrarse vulnerables y buscar ayuda.

En segundo lugar, los expertos aseguran que es importante aprender a detectar señales de alarma que podrían dar cuenta del riesgo suicida. Algunas de estas señales de alarma incluyen declaraciones manifiestas o implícitas acerca del suicidio y la muerte, conductas de riesgo como el consumo de alcohol y otras drogas, cambios extremos de conducta, indicadores de depresión, verbalizaciones de corte pesimista, entre otras.

La idea es prestar atención e identificar estas señales a fin de brindar apoyo y ayuda especializada a todas aquellas personas que podrían estar en riesgo de cometer suicidio. En última instancia, debemos entender que la vulnerabilidad emocional es parte de lo que nos hace humanos, independientemente de nuestro sexo, y que buscar ayuda no es sinónimo de debilidad, sino más bien, es un símbolo de fortaleza.

TEKCRISPY

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