Un suicidio cada 6 días

pistola

Ya es un hecho, y las cifras lo avalan, la profesión de policía es uno de los sectores con la tasa de suicidio más alta. Funcionarios de la Policía Nacional y de la Guardia Civil están sufriendo este 2018 un incremento en el número de agentes que se quitan la vida. Y a estas cifras, preocupantes, se suma el tabú social que se origina en torno al suicidio. Dicen los expertos que no debe hablarse para evitar un efecto contagio, pero sin embargo no se respeta este principio de cautela cuando se trata de, por ejemplo, violencia machista, donde la prensa publicita al máximo las muertes sin temor a un efecto dominó. En el caso de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad es inquietante para la sociedad que “algunos” de sus agentes hayan decidido quitarse la vida. Por eso no se anuncia y en lo que llevamos de 2018 ya se han quitado la vida 10 agentes: uno cada 6 días.

Martes 2 de enero, Guardia Civil de Alicante

Miércoles 31 de enero, Policía Nacional de Sevilla.

Lunes 5 de febrero, Guardia Civil de Granada.

Miércoles 7 de febrero, Guardia Civil de La Laguna (Tenerife)

Sábado 10 de febrero, Policía Nacional de Palencia.

Sábado 17 de febrero, Policía Nacional de Motril (Granada)

Lunes 19 de febrero, Policía Nacional de Valencia.

Martes 20 de febrero, Guardia Civil La Candelaria (Tenerife)

Lunes 26 de febrero, Guardia Civil Alicante.

Martes 27 de febrero, Guardia Civil Fuerteventura

No he podido contrastar la cifra porque el suicidio no debe tratarse en la prensa ni airearse por la preocupación, no siempre acertada, de que detrás de un suicidio hay personas desequilibradas, depresivas y con un sentimiento arraigado a lesionarse o lesionar a los demás. Se dice, o se cree, que el suicidio afecta a los locos. Pero los motivos son otros.

En el caso de los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado hay cinco causas que pueden ayudar a explicar el incremento de la tasa de suicidios.

El primero es la posesión del arma, ya que como funcionarios de policía deben ir armados independientemente del puesto que ocupen. Tener un arma no implica que sea más sencillo suicidarse, pero sí que facilita la acción una vez que la decisión se ha tomado.

El segundo es la dificultad para conciliar la vida familiar. Ya nadie es ajeno a que la profesión de policía es una de las más duras por las condiciones laborales en las que se desenvuelve. El ciudadano ha de saber que los policías siempre están ahí, sea festivo, Fin de Año, Navidad, Nochevieja, fin de semana o cualquier otro día. Mientras usted duerme o lee este artículo ha de pensar que hay cientos de coches patrulla recorriendo las calles de nuestras ciudades, y esos agentes también tienen familia, mujer e hijos. Conciliar la vida familiar con el actual sistema de turnos de la policía es harto complicado.

El tercer factor es la presión y la tensión vinculadas a la actividad propiamente policial. Los policías deben enfrentarse diariamente a situaciones extremas. Cadáveres, robos, atracos y peleas forman parte del devenir diario. Además de la amenaza constante de las alertas terroristas, que estos años se han incrementado por el yihadismo.

El cuarto factor es el geográfico. Los agentes están sujetos a traslados que, en ocasiones, se producen de punta a punta del Estado. En las comisarías se les denomina como “doblar el mapa”. El policía que quiere ascender, para incrementar su paupérrima nómina, debe pasar, en la mayoría de las ocasiones, de forma ceremonial, un par de años por otra plantilla distinta a la suya. Vivienda, soledad, distancia de la familia y quebranto económico son difícilmente soportables.

Y el quinto, y no menos importante, es la execración por parte de los jefes, médicos y compañeros que no saben, o no quieren, comprender cuando un policía pasa por dificultades. El hazmerreír, la burla y la presión de unos jefes que no están preparados para apaciguar la tensión producida dentro de las comisarías no ayuda, precisamente, a sobrellevar la tensión de ese policía que está pasando serios problemas y que nadie ha querido ver antes del fatal desenlace.

Y desde el Ministerio de Interior solo hay que transcribir las declaraciones del Secretario de Estado de Seguridad, José Antonio Nieto, cuando asegura que el 90% de los suicidios de agentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil no están relacionados con su actividad laboral, sino con cuestiones relacionadas con el ámbito sentimental, personal y familiar.

A esa declaración también se le conoce como «mirar para otro lado».

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