Los suicidas se toman el tren hasta la prefectura de Fukui y luego un autobús hasta los acantilados. Llevan poco dinero. Se sientan solos durante horas y hasta que cae el sol y las multitudes se dispersan.

Su patrulla de voluntarios no llega a hablar con todos. El año pasado, 10 personas se suicidaron en Tojinbo.

«Hay que patrullar de a una persona, porque si es en equipo, la gente se cohíbe. El diálogo uno a uno es más fácil de establecer y ser exitoso«, revela uno de sus secretos.

El 31 de agosto pasado, a las 6 y 20 de la tarde, Shige vio a una joven de 17 años sentada en el borde del acantilado. Shinge la llevó hasta su oficina cercana y comenzó a hablar con ella. Había comenzado la escuela el día anterior y no había hecho su tarea. Sus padres la sobre exigían y ella estaba avergonzada. Shige llamó a sus padres, que fueron a buscarla.

Fue la 23° persona de las 28° a las que le salvó la vida en 2017.

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