Tapia indica que Euskadi “no parte de cero” y que lo que ha hecho es conocer los protocolos anteriores, cuando los centros eran de gestión estatal, y también las estrategias de “posvención” de Catalunya, que lleva ya años gestionando Prisiones. Además, cuenta que han trabajado con expertos, con los funcionarios y con Osakidetza, que se ocupa de la Sanidad penitenciaria incluso desde antes de la transferencia, para “poner al día” cómo responder ante este fenómeno, que empieza a dejar de ser un tabú. Asume el alto cargo del Gobierno que toca también implicar a las familias y al entorno de los penados para que se sumen a la búsqueda de alertas ante posibles situaciones de riesgo. “Se intenta transmitir que el suicidio no es un tema privado. Como con la violencia de género, la familia tiene que ser partícipe. Hay que estar con ella no solamente en la comunicación posterior a un hecho de este tipo, sino viendo cuáles son sus necesidades en todo momento”, señala Tapia. Esta pregunta surge a la luz de las quejas de la familia de uno de los dos fallecidos recientemente, Malek, un joven interno en Zaballa. “Hemos pasado más horas negociando [con los responsables de Prisiones] que llorando a nuestro muerto”, lamentaron tras calificar de “fría” y “victimizante” la gestión del caso.