El doctor Manuel Franco desentraña los falsos mitos entorno a la autodestrucción
El suicidio, las autolesiones, las ideaciones… han sido durante mucho tiempo tema tabú, fundamentalmente por la idea de que hablar de ellos promueve la imitación. Los miedos también lo identifican como algo hereditario o como un hecho en el que no cabe prevención. El jefe del servicio de Psiquiatría de Zamora, Manuel Franco, analizó ayer las ‘Falsas creencias y mitos sobre el suicidio’. Lo primero que descartó fue el que el hablar del suicidio anime a llevarlo a efecto: «Tratarlo como un tema tabú hace que nos se hable de ello y se pierde la oportunidad de abordarlo. Sentirse comprendido y poder quitarse la culpa, hablar, aunque el riesgo sea mínimo, puede modificar una decisión. Ayuda a conocer alternativas, ayudas». Analizó este especialista los diferentes enfoques del suicidio. «Delirante, trascendente o ideológico. Darle el valor de ir más allá, de reencontrarse con seres queridos muertos, hacerse conocido, que si uno no muere va a haber una desgracia» tiene peso en algunos casos.
En otros «es la desesperanza, sentir que no hay futuro, falta de objetivos… muy ligado a la depresión». Un tercer supuesto «es el de la situación vivida como insoportable, el suicidio es una huida. A veces llegan a urgencias así y cuando ha pasado ni necesitan ingreso». Hay también casos vividos como una amenaza inminente. Es curioso, precisó el doctor Franco, que, por ejemplo, «un esquizofrénico no es frecuente que se quite la vida en la fase aguda. El peligro viene después, al darle el alta. Hay que hacer seguimiento porque toman conciencia de su enfermedad».
«No todos realmente desean morir ni en todos los casos hay una enfermedad mental detrás»
manuel franco
Jefe de servicio de Psiquiatría de Zamora
Añade que, además, «no todos realmente desean morir ni en todos los casos hay una enfermedad mental detrás. Algunos intentos resultan ‘entendibles’, viven una situación realmente difícil y hay que mostrarles que hay otros caminos. Tampoco es cierto que no sean efectivos los programas preventivos. Finlandia ha sido un ejemplo de la eficacia al respecto. Tampoco es hereditario, «porque no es una enfermedad sino una respuesta a una situación. Otra cosa es que según culturas y educación se pueda ser más impulsivo o depresivo. No es de cobardes ni de valientes. Es una reacción a una situación de desesperanza». Tampoco es cierto que los países más desarrollados y sociedades más avanzadas tengan más. Cierto es que en los países más cercanos al ecuador bajan las cifras; pero tiene más que ver con los registros, estadísticas menos fiables y cuestiones religiosas.