Presidente de la Sociedad de Suicidología: «En España el suicidio debería ser una cuestión de Estado»

Psicólogo y asesor de Sanidad para la prevención de la conducta suicida, Andoni Ansean es uno de los mayores investigadores en un fenómeno que suma 80.000 intentos de suicidio al año en España

Tras tantos años dedicado al estudio del suicidio, ¿cuál es la cifra que más le alarma, le advierte o le interpela?
Hay tres. La del número total de suicidios de 2020, el último año computado: 3.941 suicidios, un 7,4% más que el año anterior. Es una cifra histórica, nunca desde 1906 ha habido tantos suicidios. Otro dato clave es que jamás se habían suicidado más de 1.000 mujeres. Y hay un importante aumento de suicidios en personas muy mayores, de más de 75 años, las grandes olvidadas. Siempre hay algún suicidio en personas de más de 100 años. En la vejez, la soledad, la viudez, la pérdida, son factores determinantes de riesgo.
Si hay 11 suicidios al día, uno cada 2,5 horas, si hay un intento cada siete minutos… ¿Qué tipo de problema es el suicidio en España?
En España, el suicidio debería ser una cuestión de Estado.
¿Por qué?
Porque trasciende a la salud mental, a lo sanitario, a lo social, a lo educativo, a lo periodístico, a lo institucional… Es un problema humano y social, colectivo e individual. El suicidio no es culpa de nadie, pero es responsabilidad de todos, Administración incluida. En 2019 fue la primera causa de muerte en jóvenes de 15 a 29 años. Se suicidan 11 personas al día y lo intentan 200. Eso significa que unas 80.000 personas se intentan suicidar al año en España y que entre tres y cuatro millones tendrán ideaciones suicidas alguna vez en su vida. No se puede rebajar a problema exclusivamente mental o sanitario. Es un problema global que requiere abordajes globales.
¿Nos suicidamos más o lo medimos de otra manera?
Las dos cosas. Se registra un mayor número, pero también estamos mejorando su registro. Aun así, hay que seguir mejorando. Por ejemplo, en los registros de intentos e ideaciones.
Entonces, ¿por qué afirman que hay 200 intentos por cada suicidio consumado o que millones de personas tienen ideaciones suicidas?
Porque son estimaciones basadas en la OMS, que sí ha estudiado esos fenómenos. Aquí también nos falta ajustar bien algo de lo que se habla poco. Estimamos que hay un porcentaje significativo de muertes accidentales que pueden ser suicidios. Aparecen en las estadísticas como ‘accidentes’, ‘ingesta accidental de medicamentos’… La Guardia Civil calcula que un 5% de los accidentes de tráfico son, en realidad, suicidios. La consideración judicial para que una muerte sea suicidio es muy estricta. Pero en lo que va de siglo XXI, las defunciones accidentales han aumentado en España un 240%. Intuimos que en ese dato hay un volumen importante de suicidios.
¿Por qué se suicida el ser humano?
No sabemos por qué se suicidan las personas, ni tampoco por qué tienen depresión o por qué padecen cáncer. Pero eso no significa que no sepamos lo que hay que hacer para prevenirlo. Igual que con la depresión o el cáncer. Y también sabemos que lo que más influye en el suicidio no es el clima, ni la geografía, sino lo cultural.
Hay sectores que ponen el foco en el género y dicen que si se suicidan más hombres que mujeres es por las políticas de carácter feminista. Sin embargo, los expertos sostienen que las mujeres lo intentan más que los hombres. ¿Cómo influye el género?
Sabemos que se suicidan tres hombres por cada mujer y que lo intentan tres mujeres por cada hombre. Y sabemos que eso es así en todo el mundo. Lo que no se puede es utilizar los datos para demonizar a la mujer, los hombres no se suicidan por culpa de las mujeres. Al igual que en la violencia de género no las matan por su culpa. No se puede hacer un uso político del suicidio. Los hombres nos cuentan que una de las cosas que más temen es el reproche social posterior a un intento de suicidio. Percibimos que ese estigma pesa más en los hombres que en las mujeres, lo que podría favorecer que ellos utilicen métodos más letales que ellas.
Algunos autores también indican que los hombres y las mujeres reciben una educación distinta en roles. Por ejemplo, que a los hombres nos enseñan desde niños una forma de resolución de conflictos más agresiva que a las mujeres, lo que podría explicar un afrontamiento más violento a la hora de decidir quitarse la vida.
Sí, así es. Pero más que agresividad, yo diría ‘autoagresividad’ o impulsividad. Y ahí influye lo biológico. En cuanto a lo social, la presión por roles es distinta por géneros y también muy importante. Las expectativas son distintas para cada género y eso lo acaban asumiendo los individuos. Es un terreno pantanoso, pero es lo de enseñar a una niña a ser princesa con el vestido y a un niño príncipe con una espada. Eso de que los niños no lloran. Y todos esos roles hacen que a los hombres les cueste más pedir ayuda que a las mujeres.
¿Por qué no hay un Plan Integral de Prevención del Suicidio y qué lo diferencia de una Estrategia de Salud Mental?
Es de lo más inexplicable. ¿Cómo es posible que un país progresista en lo social y sanitario no se tome el suicidio como una cuestión de Estado y lo meta dentro de una Estrategia de salud mental y no en un Plan específico de prevención? Eso es inadecuado e insuficiente. Es errar el tiro. Un Plan muestra que el Gobierno se toma en serio un tema y que está decidido a hacer lo que sea para solucionarlo. Si no hay un Plan es que no hay mucha conciencia del impacto de la conducta suicida en España. Es un síntoma. Es como si 4.000 defunciones al año no fueran suficientes.
¿Qué revelan las cifras del teléfono 024?
Que hace falta. Y no sólo para las personas en riesgo, sino para sus entornos y los profesionales. En un mes ha habido 15.000 llamadas, 650 derivaciones a Emergencias y se atendieron 290 suicidios en curso. Y con ello aprendemos que hay otras cosas que podríamos hacer y no hacemos. Mire, en Irlanda hay posavasos en los pubs que ponen: ‘¿Estás triste?’ ‘¿Algo no va bien?’ ‘Llama, habla’. Y ponen un teléfono.
Prevención…
El 90% de las acciones de prevención son gratis: usar los presupuestos de formación a profesionales que ya existen para formarlos en prevención, detraer presupuestos de campañas de sensibilización, hablar… Hay que hablar de educación emocional y de suicidio en los colegios. Hablar es gratis, perder el miedo a hablar de la conducta suicida es gratis. Hay que romper el tabú.
¿El 024 debería estar atendido por psicólogos?
Depende de cada situación. Tiene que haber un filtro más generalista y, tras él, si hay conducta de riesgo, una atención por parte de un profesional. He oído críticas al 024, pero nadie ha reclamado nunca que los operadores del 112 sean psicólogos. Y, aun así, creo que se debe exigir una atención profesional en situaciones de riesgo vital.
Y los que no somos sanitarios, ¿sabemos tratar a una persona con ideación suicida?
No somos conscientes de que la tenemos al lado. Es lo que mi colega Dulce Camacho llama en su libro ‘La pérdida inesperada’. Les pasa hasta a los propios sanitarios, no hay protocolos en el sistema de salud. No somos conscientes y cuando lo somos tenemos miedo. Y es lo más sencillo del mundo. Hay que hablarlo. Si crees que alguien está en una ideación suicida, pregúntaselo abiertamente. Te lo va a agradecer. Hay que hablar, hablar y hablar. Como dice Cecilia Borrás, lo que mata es el silencio.
Vayamos con una batería de mitos. Quien se suicida quiere llamar la atención…
Todo intento de suicidio es una petición de ayuda.
Suicidarse es de cobardes…
El suicidio tiene que ver con el sufrimiento, no con la valentía, ni con la cobardía. Al suicidio hay que prevenirlo, no juzgarlo.
Hay más suicidas donde llueve y hace frío…
Los suicidios no dependen de las condiciones climatológicas, ni orográficas. Se dice que Asturias y Galicia lideran las estadísticas porque donde no hay sol y llueve hay más suicidios, pero donde menos suicidios hay es en Cantabria, que está al lado y llueve más. Uno de los lugares con más suicidios de España es el triángulo que forman Alcalá la Real (Jaén), Priego e Iznájar (Córdoba). En el suicidio influye más lo cultural que lo geográfico.
Hablar de suicidio incita a hacerlo…
Lo que mata es el silencio. La mejor prevención es hablar.
Una última pregunta casi filosófica, una apelación ética. ¿El suicidio es un derecho?
El derecho es a la prevención del suicidio. Tenemos derecho a que se pongan todos los recursos posibles para que no lleguemos al suicidio, porque el suicida no quiere morir, quiere dejar de sufrir. Y el reto es disminuir ese sufrimiento para disminuir la ideación suicida.
El mundo