Salud mental: Asturias sufre cinco intentos de suicidio al día

Los psiquiatras hablan de «un problema de salud pública», que constituye ya la segunda causa de muerte en jóvenes de 15 a 29 años, tras el cáncer

Asturias fue en 2020, última fecha de la que constan datos oficiales, una de las comunidades con mayor tasa de mortalidad por suicidio. Las cifras que el Instituto Nacional de Estadística (INE) publicaba hace dos años se han quedado cortas. Muy cortas. Según los profesionales de la red de Salud Mental del Principado, en la región se producen ahora 14 suicidios por 100.000 habitantes, cuando entonces eran 12. Teniendo en cuenta que Asturias tiene oficialmente 1.004.499 habitantes, esas cifras suponen 140 muertes por suicidio al año.

Números redondos para reflejar una realidad preocupante, que algunos psiquiatras consideran ya «un problema de salud pública». Si se tienen en cuenta los intentos de suicidio y no solo las muertes, ese problema se multiplica por 14. «En un año pueden llegar a producirse hasta 2.000 intentos de suicidio», aporta Julio Bobes, jefe del Servicio de Psiquiatría del área sanitaria IV, con epicentro en el HUCA, y presidente de la Real Academia de la Medicina de Asturias.

 

Eso implicaría que, cada día, tienen lugar en la región cinco tentativas de suicidio. «Al menos», puntualizan los especialistas, para quienes «resulta difícil determinar el número real» de ideaciones o conductas suicidas, porque «de muchas de ellas no llegamos a tener constancia en las instituciones». En cualquier caso, los datos de los que sí hay constancia en Asturias «no son nada buenos».

La semana pasada, sin ir más lejos, la Policía Nacional tuvo que interceder para evitar dos intentos de suicidio en el Cerro de Santa Catalina, en Gijón. Dos casos en 24 horas. Ambos, con personas jóvenes al borde del precipicio, lo que encoge el corazón de una sociedad que no acaba de encontrar respuestas ni soluciones para tanta desazón. «Ahora mismo, el suicidio es la causa principal de muerte violenta entre los menores de 35 años», apunta Julio Bobes.

Elisa Seijo, coordinadora de la Unidad de Hospitalización Psiquiátrica infanto-juvenil del HUCA, abunda en ese dato: «En la franja de 15 a 29 años, es la causa de muerte más común después de los tumores. En nuestra unidad, estamos atendiendo a muchos adolescentes con conductas suicidas, cada vez más». Seijo, que ingresó el jueves pasdo en la Real Academia de la Medicina por una trayectoria clínica que está ligada estrechamente a la atención psiquiátrica de niños y adolescentes, explica que «se trata sobre todo de mujeres con sintomatología depresiva».

Según Julio Bobes, «detrás del 85% de los suicidios que tienen lugar en Asturias hay una enfermedad mental o un trastorno depresivo», siempre partiendo de que cada caso «es multifactorial». Pero ¿qué lleva a una persona a querer quitarse la vida? «En términos generales, las frustraciones continuas, la falta de ilusión», argumenta el psiquiatra ovetense. «No hay que olvidar que alguien que comete suicidio no aplica la lógica, porque su cerebro está secuestrado por una situación de estrés emocional enorme», precisa, por su parte, Elisa Seijo.

En torno al 40% de las muertes por suicidio que se producen en Asturias responden a «lesiones autoinfligidas intencionalmente al saltar desde un lugar elevado», tal como revelan los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística. Es el medio más empleado por quienes han perdido la ilusión de vivir. «Hay que poner en marcha, cuanto antes, programas de prevención para revertir las cifras de suicidios», urge el jefe del servicio de Psiquiatría del HUCA. Los que existen actualmente «son inespecíficos», subraya.

El Ministerio de Sanidad, junto con las distintas comunidades autónomas, trabaja en un Plan de Salud Mental del que se lleva hablando muchos meses, aunque «hace falta que se ponga la maquinaria a funcionar». O lo que viene a ser lo mismo: «Hay que pasar de lo declarativo a lo real», subraya Bobes. Es cuestión de presupuesto, pero también de que «se construyan puentes entre las instituciones».

Los psiquiatras asturianos, de hecho, llevan tiempo queriendo tener acceso al registro de suicidios de los juzgados, la Policía y la Guardia Civil. Pero, hasta la fecha, no ha sido posible. Se requiere un acuerdo previo entre los ministerios de Justicia y de Sanidad que no se ha producido, bajo el argumento de que hay que preservar la Ley de Protección de Datos. «Es importante conocer el contexto de una persona que se suicida, si padece o no una enfermedad mental, si había sido o no atendida por el sistema de salud, su edad, sus circunstancias…», indica. «Si los clínicos no podemos acceder a esos archivos, difícilmente podemos conseguir datos que nos permitan estudiar lo que está sucediendo y prevenirlo», incide Bobes.

El Comercio