Suicidios: «La pandemia exacerbó los factores de riesgo de estos comportamientos»

Lo advirtió a 0223 Aixa Galarza, docente e investigadora en la facultad de Psicología de la UNMdP. Aún no hay datos oficiales pero ya se advierte un aumento en las estadísticas. «Hay que hablar de estos temas porque es la única forma de prevenir», sostuvo la especialista.

En septiembre hubo un anuncio del Ministerio de Salud de la Nación que pasó desapercibido dentro de la vorágine informativa pero que no es de menor importancia: se trata de la reglamentación de la ley de prevención del suicidio que se definió a siete años de que lo que fue su sanción en el Congreso. Y que la ministra Carla Vizzotti haya decidido saldar semejante deuda en este momento de transición entre pandemia y nueva normalidad también es un dato a no pasar por alto: es que el suicidio ya se anticipa como uno de los principales problemas de salud pública que deja el largo paso del coronavirus por nuestras vidas.

Si bien todavía no hay datos oficiales al respecto, se da como un hecho el aumento en las estadísticas a lo largo de los últimos meses. Según Unicef, el suicidio pasó a ser la primera causa de muerte en la adolescencia – en la franja etaria que va desde los 10 hasta los 14 años -, superando incluso a los índices fatales de los siniestros viales. Se estima, además, que por cada suicido consumado ocurren entre veinte y treinta intentos. Los casos se multiplican pero nadie los ve: es una pandemia invisible y silenciosa.

La ansiedad, la depresión, la desesperanza, la soledad, el aislamiento, la pérdida de autoestima, la falta de trabajo, son factores de riesgo que se han potenciado como consecuencia del prolongado paso del Covid-19 y que asoman como una de las razones que explica la crecida de casos, un fenómeno tal global como fue la expansión del virus. «Las personas que trabajamos en salud mental ya estamos viendo este aumento en otros lugares: España reportó hace poco una suba del 250% en los suicidios adolescentes. Es una escalada inmensa», ejemplifica Aixa Galarza, de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP).

La docente e investigadora reconoce que el aumento a nivel país «no necesariamente tiene que ir en la misma línea» del alarmante caso español pero sí insiste en que a futuro, en las estadísticas oficiales, se verá reflejado un «aumento en la prevalencia del suicidio y de otras dificultades psicológicas», como el consumo problemático de sustancias. «La pandemia, por la incertidumbre de no saber qué va a pasar y todo lo que ha significado, se ha vuelto algo muy difícil de afrontar psicológicamente para todos e inevitablemente trae consecuencias, y una de ellas va a ser, muy probablemente, el aumento del suicidio en distintas franjas etarias. La pandemia exacerbó durante mucho tiempo todos los factores de riesgo de estos comportamientos«, razona.

La representante de la casa de estudios entiende como «sumamente necesaria» la reglamentación de la ley que oficializó el mes pasado el Ministerio de Salud y está expectante de que «pronto se empiece a implementar» de manera efectiva en el país. Uno de los aspectos más importantes de la legislación tiene que ver con la propuesta de crear una ley nacional gratuita de prevención del suicidio, algo que aún no existe en Argentina.

«Hace poco el centro de asistencia al suicidio de Capital Federal habilitó un 0800 pero la realidad es que hasta ahora no había un teléfono dónde llamar si no eras de Capital u otras localidades como Necochea, donde hay un servicio propio. Con esta ley, está previsto que se entrene a las personas que atiendan ese servicio de emergencia y la línea va a ser gratuita, por lo que no va a implicar un costo para quien llama. Eso es muy pero muy importante», resalta Galarza, en el marco de una entrevista con 0223.

Hablar es prevenir

El suicidio, y gran parte de la problemática que envuelve a la salud mental, tradicionalmente es un ‘tabú’ social pero lo único que se consigue al esconder un tema tan delicado debajo de la alfombra es perpetuarlo en el tiempo. Por eso en cada campaña de prevención la Organización Mundial de la Salud (OMS) insiste con la importancia de hablar y visibilizar la problemática. Y las investigaciones citadas por la docente universitaria son irrefutables al respecto: se ha establecido que 9 de cada 10 personas que cometieron suicidios ya habían explicitado previamente su intención, ya sea de forma «más o menos sutil».

«Cuando uno ve que alguien está sufriendo, es muy importante acercarse a hablar. Hablarle a una persona sobre este tema no la va a incitar a hacer un intento; al contrario, seguramente le va a generar alivio. Siempre hay que acercarse desde una actitud de empatía, de contención, de ayuda genuina, porque eso nunca va a hacer un daño y de verdad va a ayudar. Muchas veces está el temor de que ‘si yo no soy un profesional de la salud mental, mejor no pregunto porque si no le va a ser mal’ y en realidad no es así», enfatiza la especialista, al desmitificar uno de los grandes mitos sobre la temática suicida.

Al ayudar a comprender el entorno psicológico de quienes tienen planes suicidas, Galarza explica que se trata de personas que buscan poner fin a su sufrimiento. «Estas personas tiene una sensación de que ese sufrimiento no va a cambiar, de que no lo pueden controlar, y de que todo siempre va a ser igual. Entonces, ante esa certidumbre de que ese sufrimiento nunca se va a detener, aparece la idea del suicidio», explica.

«En realidad, la persona con una idea suicida quiere terminar con el sufrimiento y uno le pudiera ofrecer una vida alternativa para dar con una resolución, probablemente la tomaría. El problema es que hay una distorsión cognitiva que impide que esa persona pueda ver otros caminos distintos«, agrega la investigadora de la UNMdP.

Sembrar conciencia: otros mitos y verdades

–          El que dice que se va a matar, no lo hace. Es uno de los grandes mitos en torno al suicidio. Las personas que lo dicen pueden hacerlo en cualquier momento y tienen más riego que las personas que no lo dicen.

–          El suicidio se comete sin previo aviso. Otro de los grandes mitos. Las personas que se suicidan o hacen un intento, frecuentemente dan indicios o advertencias de sus intenciones suicidas.

-Las personas que intentan el suicido están dispuestas a morir. Es un mito porque las personas suicidas a menudo se sienten ambivalentes en su decisión y piden ayuda de diferentes maneras que muchas veces no tienen la escucha necesaria.

–          La persona que quiere morirse de todas maneras lo va a lograr. Es otro mito a tener en cuenta: un intento de suicidio suele ocurrir en un período particularmente crítico de estrés, y cuando la situación se resuelve o la persona recibe ayuda adecuada el riesgo disminuye.

–          La tendencia al suicidio es hereditaria. Uno de los grandes mitos que no tiene ningún sustento. Lo único que se puede llegar a transmitir en la familia (de forma implícita o explícita) es la idea equivocada de que el suicidio es una solución a los problemas.

–          La persona que se repone de una crisis suicida no tiene riesgos de recaer. Es un mito al que debe prestarse atención. Una persona que quiso suicidarse y se siente mejor, todavía debe afrontar y resolver conflictos, por lo que en ese proceso puede volver a tener pensamientos suicidas.-

–          Los que hacen intentos suicidas quieren llamar la atención. Es un gran mito. Todo comportamiento o amenaza autodestructiva y autolesiva siempre debe ser tomada en serio.

–          El consumo de alcohol y el suicidio están relacionados. Es cierto. Muchas veces ambas problemáticas van de la mano. Hay que tener en cuenta que las personas con alto grado de consumo alcohólico se autodestruyen indirectamente y muchas personas con tendencias suicidas suelen estar bajo la influencia del alcohol u otras drogas.

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