Suicidio, chssss…

Cada día que amanece se da tierra a diez suicidas en España y se aplaza el oficio de difuntos para otros veinte o treinta que se quedan en fallidos. Al año son casi cuatro mil los españoles que se despachan. La carretera mata mucho menos, la mitad, y hay que ver la cantidad de cámaras que le echamos al asunto, desde las controladoras de tráficos y multadoras a las cámaras de la tele que te meten el objetivo hasta en las tripas esparcidas de cualquier accidente. Pero los que se suicidan están fuera de objetivo, nadie les ve, no hay cámaras. Y a las víctimas rotas del suicida, amigos, socios o parientes a los que sin duda asaltará alguna culpa o el desánimo fatal, ¿quién les asiste en el mazazo o les protege del estigma íntimo o social que les quedará, quién mira para ellos?…

Chsssss…

No gusta que se hable de esto. Sigue siendo mucho tabú el suicidio. De hecho, no son pocos los lectores que ya se espantaron de entrar aquí con solo leer ese titular de arriba. Da mucho repelús y vergüenza hablar de esto; siempre es la historia de un fracaso y del que acaba naciendo alguna otra desgracia como si se desatara la fatalidad. Informativamente el asunto se sigue ocultando y, si no, disimulando con un «fallece» que debió ser «se suicida». Se dice en el viejo periodismo que es por evitar el efecto llamada o no dar pistas de por qué o cómo quitarse la vida perra aquel desesperado que busca ser al menos dueño de una muerte menos perra y que sea expeditiva… ¡aberración, pecado!… y prohibido enterrar en suelo sagrado al suicida…. así se hacía.

Chsssss…

El desastre tras esta pandemia elevará a la fuerza esas estadísticas tan brutales como silenciosas. Y aplazaremos de nuevo comprender sinceramente el drama y ver qué se hace: ¿seguir con inútiles planes de prevención?, ¿pagar psicólogos a las familias? o… ¿aceptar una realidad inevitable y al menos ayudar al suicida a que lo haga bien sin salpicar ni escandalizar, más en paz y sin truculencia, ahorrándonos gastos y disgustos?…

Chsssss…

Diario de León

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