El silencioso drama de los 3.604 suicidios en España, sexto país de la UE en número de casos

Según un informe de Eurostat, España tiene 3.604 personas fallecidas por muerte previsible (suicidios). De estos, 2.681 eran hombres y 923 mujeres. En el primer semestre del año 2020 el Teléfono de la Esperanza ha registrado solo un 3% de llamadas con intenciones suicidas. La Guardia Civil es uno de los gremios que más sufre este tipo de muerte. Tienen un promedio de muerte cada 26 días, tal y como informa la Asociación Unificada de Guardia Civiles.

El pasado 10 se septiembre se conmemoró el día mundial del suicidio. España se encuentra en el sexto lugar de la Unión Europea con mayor tasa de muertes prevenibles, según indica un estudio de la Oficina de Estadística de Unión Europea (Eurostat). Un total de 3.604 personas fallecidas por esta causa, de las cuales 2.681 eran hombres y 923 mujeres. Unos datos que contrastan sorprendentemente con la cultura española muy arraigada al sentimiento católico, en el que el suicidio está considerado pecado.

Siguiendo con los resultados que muestra el informe de Eurostat, Alemania se halla en primera posición de los países miembros de la Unión Europea con 10.166 casos. Le siguen Francia (9.154 casos), Polonia (5.420 casos), Reino Unido (4.681 casos) e Italia (3.989 casos ). El perfil del suicida español es mayoritariamente varón y se edad oscila entre los 15 y los 34 años.

A la hora de ajustar los datos, el informe del Eurostat detalla que las cifras globales deben adecuarse a las características de cada país, principalmente al tamaño y la estructura de la población. En este sentido, España baja al puesto 23 en la tasa de suicidio en comparación del resto de Estados miembros. Presenta 7,51 muertes por suicido por cada 100.000 habitantes.

La prevención, la mejor vía de curación

Una de las grandes medidas para evitar estos tipos de fallecimientos es la prevención. El Servicio de Salud del Principado de Asturias en marzo de 2018 publicó un manual titulado “Protocolo de detención y manejo de casos en personas con riesgo de suicidio” donde se exponen algunos de los pasos a realizar cuando un paciente con las ideas suicidas ingresa en un centro médico.

“A todos los pacientes que ingresan en una unidad de hospitalización, o en cualquier dispositivo de Salud Mental, se les realizará una valoración general de necesidades decuidados, en la que se pretende detectar a los pacientes en riesgo de suicidio a través de las siguientes manifestaciones: Historia de intentos previos, verbalización de intenciones y lenguaje corporal. Si el paciente está en alguno de estos supuestos, el asistente a la toma de decisiones clínicas de la Historia Clínica Electrónica, sugerirá los diagnósticos de enfermería Riesgo de suicido y Riesgo de violencia autodirigida. La enfermera, con los datos de la valoración y según su juicio clínico, asignará en el plan de cuidados el diagnóstico pertinente, los resultados esperados del paciente y las intervenciones que le ayudarán a conseguirlo.”, así lo recoge el documento publicado.

 

                           Uno de los esquemas a seguir en la hospitalizacion del paciente.

La mejor forma de saber si un individuo tiene la intención de quitarse la vida es la vigilancia. Todo individuo va dejando señales que muestran que está pensando en el suicidio. Estas ideas las suelen exteriorizar de dos formas: mediante manifestaciones verbales o a través de manifestaciones no verbales.

En las manifestaciones verbales, tal y como indica el concepto, el paciente pone nombre propio a sus intenciones de acabar con su vida. Sin embargo en las no verbales, el paciente minimiza sus pretensiones. Aún así, las suele transmitir con una sonrisa y con expresiones que sirven para quitar carga sentimental a sus hechos como por ejemplo: “No te preocupes por mi” o “no va a pasar nada”. Son pacientes que tienen una sensación de paz y tranquilidad en su interior. Así lo han determinado profesionales de la psicología en el informe de prevención creado por la Junta de Andalucía en 2010.

El “Teléfono de la Esperanza”, un primer paso

Existe un medio que lleva mas de tres décadas funcionando que ha resuelto la vida de miles de personas, desde problemas de soledad, los que más han resuelto, hasta problemas de conductas suicidas.

Durante el confinamiento la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió de las posibles consecuencias que el encierro, una de las soluciones para evitar la propagación del COVID 19, traería a la salud mental de las personas. Uno de los efectos más graves del aislamiento fue el incremento de casos con depresiones originadas por la sensación de soledad, muy acentuada en la población más mayor.

Para toda esta gente que necesitaba hablar con alguien ahí estaba el “Teléfono de la Esperanza”, con los que algunos hicieron más llevaderos los días de la cuarentena.

Lino Salas, voluntario y protavoz de esta ONG en las Islas Baleares, cuenta a El Cierre Digital que recibieron más de 47 mil llamadas en este semestre. Lo que significó un aumento del 45% en relación al semestre pasado. Y esto se debió a la situación de estrés, angustia y desesperación vivida durante el confinamiento.

En cuanto a los datos de llamadas con intenciones suicidas también hubo un incremento, pero que en relación con el flujo total de llamadas emitidas solo corresponde al 3%. “No son unas cifras muy destacadas porque como se ha vivido constántemente unidos a la familia, estas controlan mucho las situaciones de suicidio.”, afirma Lino Salas.

En el “Teléfono de la Esperanza” hay niveles de seguimiento para las llamadas de pacientes con ideas suicidas. Estas llamadas son atendidas por un coordinador, experto en la materia que principalmente es un psicólogo.

“Una de las principales claves para resolver cualquier tipo de problema es la llamada activa. Muchas veces lo que quieren es únicamente ser escuchados”, reconoce el portavoz de la ONG. Para quitar esas ideas suicidas de los pacientes en el “Teléfono de la Esperanza” existe un protocolo confeccionado en tres estamentos: Un primer nivel para las ideas suicidas. Un segundo nivel para crisis suicidas, cuando el individuo quiere quitarse la vida. Y un tercer nivel para los actos suicidas, es decir cuando el individuo ya ha comenzado el paso de quitarse la vida como por ejemplo, ha consumido un gran número de pastillas o se ha cortado las venas.

El drama en la Guardia Civil

El tema del suicidio, por desgracia, se encuentra muy vivo entre las filas de la Guardia Civil. La Asociación Unificada de Guardia Civiles (AUGC) ha denunciado ante las administraciones públicas la elevada tasa de trabajadores del Cuerpo que se quitan la vida. Una tragedia que promedia una muerte cada 26 días, muy por encima de la media de la sociedad española y de otros cuerpos policiales.

Sin ir más lejos, el pasado 9 de septiembre tuvieron que lamentar la pérdida de un compañero por esta misma causa. Para resolver este problema AUGC reclama la externalización de servicio de atención psicológica, de manera que los facultativos no pertenezcan a la escala de mando; la dotación de armeros en todas las unidades y la garantía de que las bajas psicológicas no repercutan en la vida laboral del guardia civil, entre otras medidas.

La realidad es que las cifras entre los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado duplican los datos de la población general. Por ejemplo, hace un par de años se registraron 46 suicidios entre el personal de las Fuerzas Armadas y de los Cuerpos de Seguridad del Estado. Según los expertos, el objetivo sería reducir en un 20 por ciento las muertes por suicidio en 10 años, lo que implicaría 700 muertes menos cada año.

 

Según los datos, la Guardia Civil sufre un suicidio cada 26 días, una dramática estadística que se repite anualmente. En 2016 fueron nueve los muertos, diecisiete en 2017 y diez, en 2018. Desde 1982 hasta la actualidad son 500 los guardias que se han suicidado, lo que significa un problema que afecta gravemente a este cuerpo con agentes que, en ocasiones, están sometidos a mucha presión.

El cierre digital

 

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