Habrá grupos especializados compuestos por psiquiatras, psicólogos, enfermeros y, en algunos casos, trabajadores sociales
Todos los hospitales públicos de Balears tendrán al acabar este año unidades multidisciplinarias de prevención de los suicidios para tratar de manera específica a pacientes que hayan intentado quitarse la vida.
Este es el propósito del Ib-Salut, que en septiembre prevé poner en marcha equipos de atención al paciente suicida en los hospitales de Manacor y Mateu Orfila de Menorca, y en Can Misses de Ibiza antes de que concluya 2019.
El hospital de Inca cuenta con una unidad de prevención del suicidio desde hace tres años, el de Son Llàtzer la puso en marcha hace un año y en Son Espases acaba de comenzar a trabajar, según ha explicado la responsable del Observatorio del Suicidio de Baleares, Nicole Haber.
También ha indicado que estos grupos especializados están conformados por psiquiatras, psicólogos, enfermeros y, en algunos casos, trabajadores sociales, que tratan de forma individualizada a pacientes que han intentado suicidarse. En función de las necesidades de cada persona, le ofrecen entre tres y seis meses consultas individuales y terapias grupales y psicoeducativas, que se pueden ampliar al entorno familiar del paciente.
«Los resultados son muy satisfactorios», ha subrayado Haber respecto a la experiencia que se viene llevando a cabo en Inca, el centro con mayor recorrido, y en Son Llàtzer.
La responsable del Observatorio del Suicidio ha indicado que ésta es una de las líneas de trabajo que ha impulsado desde la puesta en marcha, en diciembre de 2017, del organismo, que prepara un plan de prevención autonómico que confía en que pueda ser aprobado por el Govern en torno al verano de 2020.
En 2017, último año del que dispone de cifras confirmadas, murieron por suicidio 103 personas en Balears, más del doble que en accidentes de tráfico (48).
Sistema de alerta
Haber promueve la puesta en marcha de un sistema de alerta por parte de los servicios de emergencia sanitaria para que en la identificación de los pacientes atendidos tras tentativas de suicidios quede reflejada esta circunstancia de cara a su posterior seguimiento médico y tratamiento.
La aplicación de este sistema, que requiere de la modificación de los protocolos informáticos que emplean los sanitarios de urgencias, permitirá hacer un mejor seguimiento de los casos cuando sean derivados a los servicios hospitalarios de psiquiatría y psicología y determinar también qué personas con tendencias suicidas desisten de seguir tratamientos.
Otra de la vertientes del trabajo del Observatorio del Suicidio es la preparación del personal del Servicio de Salud, en la que Haber destaca los avances llevados a cabo mediante la introducción del sistema de simulación clínica, que consiste en hacer actuar a los profesionales que reciben la formación ante recreaciones realistas de intentos de suicidio.
Tras una formación teórica, los preparadores, con la ayuda de actores, sitúan a los médicos y enfermeros del 061 y a los operadores telefónicos del servicio ante situaciones realistas para que desarrollen sus capacidades de tratamiento y prevención de tentativas suicidas. Asimismo, se ofrecen a estos profesionales recursos psicológicos para la gestión de las emociones propias.
El siguiente reto en el ámbito de la formación es extender la preparación a los médicos de atención primaria.