Leo las noticias en mallorcadiario, como cada mañana y un artículo me llama especialmente la atención, Doña Antonia Ramís, secretaria del colegio oficial de psicólogos de Palma, nos cuenta que cada vez es más alto y temprano, el suicidio entre los adolescentes en Mallorca, siendo el tramo entre 15 y 24 años, lo que me deja realmente perpleja.
Es cierto que diariamente vemos noticias en la prensa de maltrato, accidentes, muertes, pero que en una edad en la que los jóvenes tendrían que estar llenos de vida y con muchas ganas de vivir, algunos de ellos, ya no sepan ni como gestionar sus propias vidas, me parece algo realmente terrible.
Es cierto que el nivel de frustración en la sociedad, crece por momentos y que las noticias negativas parecieran que se extienden día a día.
No tenemos nada más que observar el caso dramático de Oxfam, una de las ONGs más pretigiosas del mundo, donde ahora, aparecen abusos a menos, mujeres…etc, haciéndose, una vez más, abuso del poder entre los pobres y débiles.
Pero este tema del que tratamos, no está sucediendo en Tailandia, o en África, sucede aquí, en nuestras calles, en nuestros vecindarios y me resulta realmente trágico que así suceda.
¿Qué nos ocurre que hemos perdido la alegría de vivir?, ¿podemos estar tan ciegos que somos incapaces de observar a nuestros hijos, alumnos, sobrinos..etc, hasta el punto de enterarnos por la prensa que, un día más tenemos una tragedia cerca de nuestras casas?.
Desde mi punto de vista el nivel de frustración que impera en nuestros hogares, es tan grande que nos cuesta ver con ojos de ver incluso a los seres que más queremos y somos incapaces de observar la falta de motivación o la tristeza entre ellos, normalizando situaciones que nunca debiéramos hacerlo.
¿Cómo puede ser que un adolescente sea capaz de acabar con su vida, por un caso de mobbing, por un desamor o un mal día?.
¿Qué valores estamos inculcando en nuestros hogares que hacen que nuestros adolescentes crezcan sin ilusión y sin ganas de vivir?.
Realmente es una pregunta compleja, puesto que debiera ser respondida por toda una sociedad que se encuentra en crisis existencial, lo que nos lleva a pensar en, ¿qué estamos haciendo mal en nuestro día a día?.
Como siempre explico a mis clientes en mi despacho de coaching, lo que depende de nosotros mismos puede ser cambiado siempre, así que, por lo menos intentemos cambiar esto, lo que depende de nosotros mismo, ya que cambiar a los demás es una ardua tarea con resultados bastante pobres y así podremos avanzar un poco en crear unas bases firmas para una sociedad que parece delirar.