Las intervenciones de riesgo, el acceso a las armas o los insuficientes controles psicológicos, entre las razones de la mayor tasa de casos en los cuerpos policiales. En dos décadas la Guardia Civil ha padecido 235 casos y la Policía Nacional 160. Desde 2016 el Ejército ha registrado 9.
Es la realidad más dramática y oscura del Ejército, la Guardia Civil y la Policía Nacional. No aflora muy a menudo en los balances de ministerios y responsables institucionales, pero está ahí, casi oculta. Cada año es la causa de muerte de no pocos miembros de estos cuerpos. Detrás de un suicidio se encuentra en la mayoría de los casos un cúmulo de razones, y las singulares características de su trabajo y de las condiciones en las que éste se lleva a cabo es una de ella. Padecer problemas personales y en el trabajo que en ocasiones derivan en algún tipo de patología psicológica es una circunstancia relativamente común, no lo es tanto tener en esas circunstancias un fácil acceso a las armas.
Es esta combinación mortal la que está en la mayor parte de los suicidios ocurridos en estos cuerpos militares y policiales en las últimas dos décadas. Y lo que es peor, la fotografía de esa realidad en la Policía, la Guardia Civil y las Fuerzas Armadas amenaza con ser crónica si no se reconduce. Desde 2001 el número de suicidios arrojan un dato dramático: 404 hombres o mujeres pertenecientes a estos cuerpos se han quitado la vida. De ellos 235 pertenecían a la Benemérita, 160 a la Policía Nacional y nueve a las Fuerzas Armadas.
En este tiempo los casos han oscilado entre la veintena o incluso han llegado a superar la treintena en un año, como sucedió en 2002. Ese año el número de agentes que se quitó la vida en la Guardia Civil y la Policía Nacional alcanzó los 33. En los nueve primeros meses de 2020 los casos confirmados en la Guardia Civil son ya seis por dos en la Policía y uno en el Ejército. A ellos se han sumado otra media docena de suicidios en los últimos meses.
Un estudio elaborado por el Sindicato Unificado de Policía (SUP) demuestra que el problema del suicidio en sus filas -integradas por 68.000 agentes- es más grave que en el conjunto de la sociedad. En el periodo 2008 a 2015 la tasa por cada 100.000 habitantes en nuestro país osciló entre los 6,8 y los 8,4 casos. En esos años la incidencia en el seno de la Policía Nacional se elevó a entre 8,7 y 16,4 casos.
En términos generales los casos de suicidio entre hombres de una franja comprendida entre los 20 y 64 años concentra el mayor número de casos en el conjunto de la sociedad española. Durante un tiempo se achacó a esta circunstancia que las tasas fueran más elevadas en cuerpos policiales integrados de modo mayoritario por varones. La presencia de hombres entre los cerca de 60.000 agentes que componen la Policía Nacional alcanza el 86%.
En 2016 en España hubo 12,5 suicidios por cada 100.000 habitantes, en la Policía 17,8
Sin embargo, un estudio del SUP ha demostrado que no es así, que el carácter mayoritariamente masculino del Cuerpo no explica el elevado número de suicidios que padece. Un análisis de la incidencia del suicidio entre los hombres dentro de sus filas comparado con el resto de casos entre hombres en la sociedad en su conjunto no deja lugar a dudas de que la incidencia es notablemente mayor en la Policía. Durante 2016 los 12,5 casos por 100.000 habitantes que se produjeron entre la ciudadanía masculina fueron muy inferiores a los 17,8 casos que se dieron en la Policía. Desde el año 2012 la tasa ha sido superior en el Cuerpo en comparación con el resto de la sociedad.
‘Tema tabú’
El portavoz del SUP, Carlos Morales, asegura que el suicidio sigue siendo “un tema muy tabú” dentro de la Policía, pese al elevado número de casos que se dan anualmente desde hace años. “Hasta hace muy poco siempre se abordaba esta cuestión asegurando que detrás sólo había ‘temas personales’. En la Policía no hay controles psicológicos a los agentes, sólo cuando ingresan, pero nada más. Te puedes pasar 30 años trabajando sin haber pasado un solo control de este tipo. Es algo sorprendente si tenemos en cuenta que hablamos de personas con acceso a armas”.
Hoy por hoy las muertes por acto de servicio son muchas menos que las que se producen por suicidio. En el periodo 2013-2017 sólo en la Policía Nacional constan 13 fallecimientos en acto de servicio y 7 “in itinere”, cuando el agente se desplazaba o regresaba de su trabajo. En cambio, el suicidio en ese mismo periodo fue la causa de fallecimiento de 53 agentes.
El responsable de Riesgos Laborales del SUP, Carlos Prieto, apunta que detrás de estos casos suelen existir una multitud de razones que pueden ir desde el elevado estrés que se sufre en muchos puestos, hasta razones de desarraigo -muy presentes por la movilidad de los agentes-, la ausencia de vigilancia de la salud psicosocial o los problemas del ámbito personal. Por ello, el sindicato policial ha trabajado de modo especial por la aprobación de un protocolo de prevención de suicidios y que esta semana ha visto la luz.
El protocolo comenzó a trabajarse en 2017. Ese año en la policía se produjeron 13 suicidios. Tras un largo proceso de alegaciones y de ajustes en sucesivos borradores, el plan fue aprobado el pasado jueves. Ha comenzado a divulgarse entre los agentes para detectar situaciones de riesgo y poder abordarlas de modo adecuado. “Ahora sólo resta que la Administración lo dote de medios materiales y económicos”, señala Prieto.
Hasta que eso suceda, los profesionales policiales, como el resto de la población española, continuará teniendo a su disposición otros canales de ayuda para casos de riesgo de suicidio o de casos en los que pueda requerirse apoyo psicológico. El Teléfono de la Esperanza (717 003 717) es uno de los recursos con más larga trayectoria en este tipo de ayuda. Además, existe el Teléfono contra el Suicidio (911 385 385) o entidades como la red AIPIS-FAEDS dirigida a dar apoyo a familiares o amigos que han perdido un ser querido por suicidio o ‘Papageno’, la Asociación de Profesionales de Prevención y Postvención del Suicidio.
Catástrofes, acciones con empleo del arma o resultar herido elevan el riesgo psicológico»
El nuevo protocolo, el primero específico sobre el riesgo de suicidios con el que contará la Policía, contempla la creación de medidas como un teléfono de ayuda 24 horas para los agentes, la retirada de armas en los casos que se considere necesario, la creación de un equipo de intervención psicosocial o programas formativos para erradicar temores como que una baja psicosocial perjudica la carrera profesional o preparación para detectar situaciones de riesgo. En la función policial se subrayan situaciones de especial riesgo o incidencia como pueden ser el impacto psicológico tras la intervención en catástrofes o emergencias, después de una operación en la que se hubiera tenido que emplear el arma o acciones en las que algún agente hubiera resultado herido.
Falta de psiquiatras y psicólogos
Tampoco en el seno de las Fuerzas Armadas -120.000 integrantes- el suicidio es un problema nuevo. En los últimos diez años el Ejército español no ha dejado de incrementar el número de psiquiatras y psicólogos, pasando de 200 a 2016.
En la Guardia Civil -77.000 integrantes- también cuentan con estos profesionales pero desde los sindicatos aseguran que son insuficientes, “no llegan a todo, no dan abasto para hacer un seguimiento de tanta gente”, asegura José Cobo, portavoz de la Asociación Española de Guardias Civiles (AEGC): “En Canaria, por ejemplo, sólo hay uno para asistir a casi dos mil agentes en siete islas, así no se puede. En los últimos cinco meses sólo en Canarias ya ha habido dos casos”, lamenta José Cobo, portavoz de AEGC.
El drama de los suicidios entre policías, guardias civiles y militares es una constante de año en año. En 2019 el número de casos fue de 21, de 18 en 2017, de 29 suicidios en 2017 y 26 durante el año 2016. Sobre las causas que hay detrás de los casos el Gobierno evita detallarlos en una respuesta remitida a EH Bildu aduciendo que se trata de una “materia reservada” protegida por la Ley de Secretos Oficiales.
Desde 2001 en la Guardia Civil se han producido 235 suicidios, 160 en la Policía. En el Ejército, 9 desde 2016″
En el caso del Ejército cada año su equipo de psiquiatras y psicólogo reciben entre 5.000 y 6.000 consultas de media. Sólo en la última década han superado las 58.000. Es a ellos a quienes corresponde la labor de detectar posibles riesgos entre los militares que estén atravesando una situación difícil y valorar el riesgo de suicidio. En estos diez años se han otorgado 756 bajas médicas por motivos psicológicos o psiquiátricos.
Impacto en la vida personal
Las condiciones del trabajo, en particular en algunas unidades y funciones con un mayor impacto socio psicológico figuran en muchos casos como un factor más de riesgo. No es el único. Cuestiones como las fracturas familiares, o la dificultad en muchos casos de una adecuada conciliación se traducen en un elevado índice de separaciones y divorcios: “Seremos una de las profesiones con más divorcios. La vida familiar de muchos guardias civiles es muchas veces complicada. No tenemos turnos fijos y en muchas funciones los horarios son muy complicados para llevar una vida familiar normal. Esta situación a muchas personas les generas mucha ansiedad y problemas”, asegura Cobo.
En la Guardia Civil existe desde 2002 un protocolo para prevenir suicidios. Sin embargo, desde los sindicatos aseguran que no se dota con suficientes recursos para que sea efectivo. La AEGC considera que existe una falta de profesionales de la psicología para atender a todo el personal. En la mayoría de los casos se trata de psicólogos que pertenecen al Cuerpo. “Lo llevamos pidiendo desde hace mucho tiempo. Sería bueno que los profesionales de la psicología o la psiquiatría fueran independientes, ajenos al Cuerpo. Eso ayudaría”.
En los años 80 y 90 los casos de suicidio en las filas de la Guardia Civil también eran numerosos. En especial, en Euskadi y Navarra. La presión terrorista y la asfixia social en la que los agentes debían vivir generó un clima de tensión que en muchos casos derivó en patologías de carácter psiquiátrico. Hoy ese contexto ha desaparecido pero no así las situaciones de alto riesgo. “Es urgente poder actualizar el protocolo que tenemos y dotarlo de medios suficientes. El protocolo debe ser mucho más efectivo”: “Yo llevó muchos años en la Guardia Civil y he visto cómo compañeros de 20, 30 o 35 años, muy jóvenes, se quitaban la vida. Eso no puede ocurrir, hay que hacer algo”.
Cobo recuerda que el acceso a las armas puede ser un problema en determinadas situaciones. En la Guardia Civil, “salvo que estén de baja por causa psicológica no te retiran el arma”. Afirma que incluso en esas situaciones no siempre se logra frenar la pretensión de alguien que ha decidido quitarse la vida: “Yo he visto casos en los que se forzaba la taquilla de un compañero para robarle el arma”.