En cierta manera, la línea de intervención de la sociedad en cada una de sus vertientes frente a al suicidio ha sido la de esconder la cabeza debajo del ala: no hablar de ello, hacer como si el problema no existiera, callar cuanto tenía alguna vinculación con esta lacra que no solo no cesa, sino que va aumentando de año en año. Los medios de comunicación hemos sido partícipes activos en este silencio colectivo. Desde hace muchos años, existe la convención, o la consigna si se prefiere decirlo así, de no prestar difusión, más allá de lo estrictamente necesario, a los fallecimientos acaecidos por expresa voluntad de los finados. En otras palabras, callar todo cuanto se refiere a los casos de suicidios y a las circunstancias que los rodean. ¿Por qué? Básicamente, porque se ha venido pensando que divulgando estos casos se estaba, en realidad, promocionando el suicidio, dándole cobertura, o, en definitiva, popularizándolo.
Habrá que convenir que también esta estrategia resultaba errónea, y por eso hace bien el nuevo Observatorio del Suicidio, recientemente presentado por el Govern de les Illes Balears, a través de la Conselleria de Salut, en incorporar este aspecto, es decir, el tratamiento de la muerte voluntaria en los medios de comunicación, como uno de los aspectos a trabajar a la hora de abordar un nuevo enfoque del suicidio.
Lógicamente, hay muchos otros factores a considerar. Pero todos ellos coinciden en apuntar la necesidad de cambiar drásticamente el planteamiento que hasta ahora se ha formulado sobre este tema, y sustituir el silencio por la verbalización. Esa es la principal filosofía que subyace tras la creación del Observatorio del Suicidio, una iniciativa no solo necesaria sino extremadamente urgente en un territorio que, según los últimos datos de que se disponen, correspondientes al año 2015, registra, prácticamente, una media de dos fallecimientos voluntarios por semana. Mucho trabajo tienen por delante los profesionales y técnicos que se hallan al frente del Observatorio.