La Fundación Anar recibió más de 10.000 llamadas de menores en situación de violencia, la cuarta parte eran casos graves
Durante el confinamiento, el teléfono sonó más de 10.000 veces en la Fundación Anar, que atiende a menores víctimas de la violencia. Hablaban de las situaciones que vivían durante el estado de alarma, y una cuarta parte dejaba entrever «problemas psicológicos». Un 24% de las veces eran casos graves, con síntomas como ansiedad (8,4%), autolesiones (4,4%), depresión y tristeza por haber perdido a un familiar por la Covid-19 (3,9%), trastornos de alimentación provocados por los malos hábitos alimentarios (1,8%) y baja autoestima (1,2%). «Algunos menores de edad están desarrollando obsesiones fruto del exceso del lavado de manos y de las pautas de higiene», dicen en su informe. Otros tienen miedo, sensación de soledad y frustración, «que transforman en forma de agresividad hacia los demás».
Y lo más preocupante: «siguen incrementándose los casos de ideas e intentos de suicidio», el principal motivo de consulta, «de forma alarmante», advierten. «También es muy fácil encontrar información en internet que anima a los jóvenes a encontrar razones para acabar con sus vidas».
En circunstancias extraordinarias que todavía persisten se ha incrementado la violencia, debido a que «los agresores se sienten impunes, puesto que se ha perdido la observación que suponen los centros escolares, deportivos y de ocio». La violencia física intrafamiliar, el abuso sexual y el control tecnológico de las adolescentes por parte de sus novios son los otros motivos para solicitar ayuda. Fuera del núcleo familiar se han detectado casos de ciberacoso y extorsión sexual a través de las redes.
Anar vaticina que en la desescalada aumentará la depresión, la ansiedad, la hipocondría, los trastornos obsesivos compulsivos de miedo al contagio, la angustia, la agorafobia y el abuso sexual en redes. Además, «es pronto» para prever los efectos en las relaciones sociales.