Un amplio estudio a lo largo de 37 años sobre toda la población de Dinamarca, publicado en la revista ‘JAMA’, muestra que las personas con determinados trastornos neurológicos tienen una tasa de suicidio un 75% más alta que las personas sin trastornos neurológicos. Aún así, las muertes por suicidio son eventos raros, puntualizan los autores.
Si bien la tasa de suicidios para la población general es de alrededor de 20 por 100.000, la tasa entre personas con trastornos neurológicos es de alrededor de 40 por 100.000 años-persona. Así, los investigadores encontraron que una de cada 150 personas diagnosticadas con un trastorno neurológico muere por suicidio, mientras para enfermedades neurológicas severas sube a uno de cada 61 diagnosticados. Este estudio es la evaluación más completa del vínculo de los trastornos neurológicos con el suicidio realizado hasta la fecha.
«Esta es la primera vez que examinamos estos diferentes trastornos neurológicos para obtener una comprensión más detallada de cuándo se manifiesta el riesgo de suicidio. Estas ideas pueden ayudarnos a dar forma a un esfuerzo preventivo dedicado», dice la doctora Annette Erlangsen, autora principal e investigadora principal del Instituto Danés de Investigación para la Prevención del Suicidio (DRISP).
Puede haber varias explicaciones coexistentes para la tasa excesiva de suicidios. Las personas pueden tener dificultades para comprender y aceptar las consecuencias de un trastorno crónico recién diagnosticado. Además, los trastornos mentales y los factores sociales y de relación pueden desempeñar un papel, explica la doctora Elsebeth Stenager, profesora de Psiquiatría Social en la Universidad del Sur de Dinamarca.
A menudo, el riesgo de suicidio se ha asociado con psiquiatría mental, pero este nuevo estudio muestra que también los trastornos neurológicos están relacionados con una tasa elevada, señalan las autoras. Incluso es posible que los trastornos mentales no diagnosticados puedan explicar parte de este exceso de riesgo.
El doctor Egon Stenager, profesor clínico de Neurología en la Universidad del Sur de Dinamarca, admite que aún no pueden explicar por qué se observan estas diferencias en el riesgo de suicidio. Sin embargo, parece estar relacionado con el tipo de trastorno, el progreso de la enfermedad y qué opciones de tratamiento existen.
El equipo de investigación responsable del estudio estaba formado por expertos internacionales en neurología, psiquiatría y prevención del suicidio. Señalan que se necesitarán más análisis para identificar cómo los riesgos de suicidio pueden abordarse mejor para los trastornos individuales. Annette Erlangsen explica que el objetivo de este primer paso era identificar qué trastornos deberían abordarse mediante esfuerzos preventivos y ahora trabajarán en conocer en qué momento y cómo debe ofrecerse la intervención.