«Hace falta implantar protocolos y sistemas de derivación eficientes», explica la presidenta de Afasib, Xisca Morell
La Asociación de Familiares y Amigos Supervivientes por Suicidio de Baleares (Afasib) reclama a las administraciones la aplicación de protocolos «claros» que garanticen la atención psicológica con recursos públicos a los allegados de personas que se suicidan.
«Hace falta implantar protocolos y sistemas de derivación eficientes», explica en una entrevista con Efe la presidenta de Afasib, Xisca Morell, que creó la organización a partir de su propia experiencia, para ofrecer recursos a quienes tienen que afrontar un duelo por suicidio.
«Se suicidó mi hermano en 2017 y nos encontramos una especie de vacío en el que una parte de la familia buscaba si había grupos para poder hablar con personas que estuvieran en una situación similar, y no había», rememora Morell, que trabajó en «la gestión» de sus emociones «a través del teléfono con otros supervivientes» y con psicólogos de las asociaciones que encontró fuera de Mallorca.
Entonces decidió impulsar Afasib, que se registró como asociación en 2018, y comenzó a poner su experiencia al servicio de personas que atravesaban la situación por la que ella ya había pasado hasta sumar una red que ha atendido hasta ahora a 51 familias, que sobre todo demandan asistencia grupal.
«Necesitas tener la sensación de comprensión. Debido a que sobre el suicidio hay mucho estigma, es un tema tabú, no es algo de lo que se hable abiertamente (…). Hay una tendencia a buscar en la familia los motivos, o pensar que estas familias no estuvieron donde tenían que estar y que por eso se produjo el suicidio», relata.
«Todo eso forma parte de un desconocimiento, porque piensan que el suicidio viene por una causa, pero cuando conoces más la complejidad del suicidio te das cuenta de que viene por muchísimas causas», incide Morell.
Para superar esa situación, en la que el «superviviente» tiende a aislarse en su duelo, es cuando cobran sentido las asociaciones como la suya, incide, «porque una persona que ha pasado por esa misma experiencia entiende perfectamente la ambivalencia, la necesidad de verbalizar una y otra vez el día del suicidio».
«Lo que se hace en estos grupos -continúa- es normalizar todos estos sentimientos y todas estas sensaciones de culpa, hacer que entiendan que las personas del entorno se alejan porque no saben cómo acercarse».
A juicio de Morell, es importante que existan organizaciones que promuevan intercambios de experiencias que contribuyan a afrontar el duelo por suicidio, pero también lo es que las administraciones públicas mejoren su atención a los «supervivientes» y contribuyan a romper el tabú.
«Hay mucha falta de información en general, incluso en el sector sanitario falta formación específica en conducta suicida y en duelo por suicidio», lamenta la presidenta de Afasib.
Relata que, cuando se dan las circunstancias, los allegados de la persona que comete suicidio reciben la asistencia inmediata de psicólogos especialistas en emergencias, pero muchas veces esa atención no tiene continuidad.
«Hace falta implantar protocolos de derivación eficientes para después», recalca Morell, que lamenta que, aun cuando existen recursos, muchas veces no llegan a todos los familiares que lo necesitan «por distintos temas burocráticos».
Las mejoras reclamadas por la presidenta de Afasib se refieren también a la prevención del suicidio, para la que es relevante «la formación específica de los profesionales, tanto a nivel de educación como de intervención social y a nivel sanitario, porque son los tres sectores que pueden detectar las señales, los factores de riesgo».
«Hay que tratar el suicidio como un problema de salud pública, que es lo que es si miras las cifras», sostiene Morell, que demanda también un cambio de enfoque en los medios de comunicación que evite acrecentar el dolor de los «supervivientes».