También se han hallado 10 medicamentos que muestran un aumento en los intentos de suicidio.
Una revisión de 922 medicamentos recetados tomados por casi 150 millones de personas durante un período de 11 años muestra que solo 10 de estos medicamentos se asociaron con una mayor tasa de intentos de suicidio. 44 fármacos, por el contrario, estaban relacionados con una disminución en los intentos de suicidio, incluido el ácido fólico.
El estudio, publicado en el Harvard Data Science Review, identifica varios medicamentos con el potencial de prevenir intentos de suicidio que actualmente no se usan para ese propósito, incluido el ácido fólico, una vitamina simple que a menudo se prescribe a mujeres embarazadas.
«Hay un antihistamínico y un medicamento contra el Parkinson asociados con la disminución del suicidio —detalla Robert Gibbons, director del Centro de Estadísticas de Salud de la Universidad de Chicago y autor principal del estudio—. Si las pruebas en los ensayos clínicos son efectos reales, podríamos estar usando más de estos medicamentos para tratar a las personas suicidas».
La tasa de suicidios ha aumentado durante 16 años y ahora es la décima causa principal de muerte en los Estados Unidos. La mayoría de los suicidios ocurren en pacientes con un trastorno psiquiátrico, como la depresión. Sin embargo, los medicamentos antidepresivos comunes como la fluoxetina (Prozac) llevan la advertencia de recuadro negro de la FDA, lo que ha llevado a un menor uso de estos medicamentos a pesar de los beneficios que podrían proporcionar.
Para el nuevo estudio, Gibbons y su equipo desarrollaron una herramienta estadística para medir los vínculos entre los medicamentos y los intentos de suicidio. Analizaron datos sobre 922 medicamentos con más de 3.000 recetas en una base de datos de reclamos médicos de 2003 a 2014. Los datos contenían registros de 146 millones de pacientes únicos de más de 100 aseguradoras de salud en los Estados Unidos. Para cada persona que tomaba cada medicamento, contaban los intentos de suicidio en los tres meses previos a surtir la receta y los tres meses después de tomar el fármaco.
Este enfoque les permitió evaluar cada medicamento individualmente dentro de una sola persona y ver su efecto en los intentos de suicidio. «En realidad, es un modelo muy simple que responde a la pregunta: ¿Se produce un intento de suicidio con más frecuencia después de tomar el medicamento que antes?», explica Gibbons.
Ese análisis encontró 10 medicamentos que mostraron un aumento estadísticamente significativo en los intentos de suicidio, incluido el analgésico opioide hidrocodona bitartrato y acetaminofeno (Vicodina), medicamentos contra la ansiedad alprazolam (Xanax) y diazepam (Valium) y prednisona, un corticosteroide. Un total de 44 medicamentos mostraron una disminución en el riesgo de suicidio, incluido un gran grupo de antidepresivos con advertencias de recuadro negro como fluoxetina y escitalopram (Lexapro), gabapentina (Neurontin), un anticonvulsivo utilizado para tratar las convulsiones y, curiosamente, la vitamina ácido fólico.
Gibbons apunta que el modelo estadístico se puede usar para calcular el riesgo de cualquier evento adverso que ocurra antes y después de tomar un medicamento. La Administración de Veteranos ya ha expresado interés en usar la herramienta, y Gibbons espera que otros grandes sistemas hospitalarios y agencias de salud locales la adopten para ayudar a decidir qué medicamentos recetar, especialmente para pacientes con riesgo de suicidio.
«Lo que hemos hecho es idear un enfoque alternativo para la vigilancia de la seguridad de los medicamentos que podría ser utilizado por cualquier agencia, país o formulario —explica—. Simultáneamente hicimos este análisis en todos los 922 medicamentos, y desde ese modelo podemos retroceder los riesgos para cada uno individualmente».