La subcomisaria Sandra Ranea forma parte del grupo de expertos que colabora en la redacción y desarrollo de la Estrategia de Prevención del Suicidio en Euskadi
Donostia– El grupo de trabajo para la prevención del suicidio en la Er-tzaintza se formó en 2018, “cuando el departamento de Salud nos propone formar parte en el diseño de la Estrategia de Prevención del Suicidio en Euskadi”. Sandra Ranea, que desde hace cinco años ha realizado trabajos y proyectos de investigación en prevención del suicidio, coordina este equipo que cuenta con otros cuatro profesionales.
¿Cómo se actúa ante un aviso de intento de suicidio?
-Hemos conseguido, a través de la coordinación de todos los servicios de emergencias, la redacción de un procedimiento de actuación conjunto en el que ya se definen las tareas y las responsabilidades de cada uno. De esta manera, tanto bomberos, como sanitarios, como Ertzaintza, como policías locales tienen definidas sus tareas, sus funciones y su grado de responsabilidad. Ya desde 2018 impartimos en la academia formación dirigida a todos los agentes tanto de la Ertzain-tza como del resto de servicios de atención de emergencias. En este curso damos una formación integral respecto al fenómeno del suicidio, por un lado para que conozcan el marco teórico, para sensibilizar y, sobre todo, para destigmatizar la visión que tenemos errónea sobre los mitos que rodean al fenómeno del suicido, que nos puede llevar a no abordar de la manera que realmente se merece este tipo de situación.
¿Y cómo se traduce esta formación en las intervenciones?
-Son situaciones muy delicadas que requieren un abordaje muy concreto. Abordamos cada una de las fases de la intervención, desde cómo acercarse hasta cómo hay que entablar el primer contacto con la víctima. Si estamos en un caso de intento de suicidio, cómo hay que hacer el acercamiento, cómo hay que llevar a cabo la conversación, cuál es el objetivo, está todo muy medido. El objetivo de los agentes tiene que ser permitir el desahogo emocional, permitir que la persona hable, se desahogue, que la crisis suicida se relaje y se rebaje hasta que al final consigamos la neutralización de la persona y su traslado. Damos a los compañeros las herramientas a nivel emocional para que sean capaces de llevar esa conversación, pero luego también les damos la confianza suficiente para que sepan que cualquier persona está capacitada para intervenir en una crisis suicida. Hay que quitar ese miedo a yo no tengo una formación en salud mental, eso es un error, cualquiera de nosotros estamos capacitados. Tenemos que tener en cuenta que la crisis suicida dura unos minutos y que nuestro objetivo es tranquilizar a la persona;con esa premisa de base, luego es aplicar técnicas como pueden ser la escucha activa, permitirle hablar, no llevarle la contraria, incluso hablar del suicidio, no pasa nada, no comprometerte tampoco a nada, no hacer falsas promesas que luego no podamos cumplir. Y luego también es muy importante el apartado de la postvención.
¿Qué es?
-Está dirigido sobre todo a los agentes de protección ciudadana, los agentes que están en la calle, y se refiere al tratamiento a los familiares, allegados que estén en el lugar del suceso, tanto en intento como en suicido consumado. Tenemos que tener en cuenta que esas personas, esos familiares, están pasando posiblemente la peor situación de su vida a nivel emocional, va a ser una situación traumática y les va a quedar marcado para toda su vida cómo se intervenga en esos momentos. Me quedé con la frase grabada de una familiar de un joven que falleció por suicidio, me decía: Sandra, transmite por favor el mensaje de que olvidaremos lo que nos dijisteis, olvidaremos lo que hicisteis, pero jamás olvidaremos cómo nos hicisteis sentir. En ese momento, un familiar lo que necesita es un abrazo, un gesto de cariño, necesita sentirse reconfortado, esa sensación la va a revivir una y otra vez a lo largo de su vida. Si en ese momento los agentes de la Ertzaintza o los servicios de emergencia son capaces de transmitir esa cercanía, ese trato afectuoso, esa persona va a revivir ese momento de manera positiva, si simplemente nos limitamos a nuestro trabajo más aséptico y evitamos el contacto emocional, corremos el riesgo de que nuestra intervención transmita frialdad y desamparo.
¿Cuáles son los falsos mitos en torno al suicidio?
-El más importante, el que se quiere matar no lo dice o el que lo dice no lo hace. Al final, nos lleva a no prestar atención a la persona que amenaza con suicidarse. Sin embargo, existen fuentes que indican que de cada diez personas que se suicidan, nueve han presentado señales de riesgo. Es más, se conoce como el síndrome presuicidal, cada persona que comete un suicidio también ha presentado unas señales de advertencia. Atendiendo a la edad, los grupos de riesgo serían los adolescentes y los ancianos, porque, por sus características, es más fácil que pasen de una ideación suicida a la acción. Si somos capaces de detectar esas señales, vamos a ser capaces de prevenir y de intervenir en el suicidio. Es un error pensar que el suicidio no presenta señales de advertencia. Otro mito falso es también que no puede ser prevenido porque ocurre por impulso. Hablar sobre el suicidio puede incitar a su comisión es otro de los mitos, por eso es un tabú, por el miedo a ese efecto contagio. El efecto contagio está estudiado, analizado y se sabe por qué sucede. Hay que evitar hablar de manera sensacionalista, dar detalles, con lo que respecta a los medios. Pero de la misma manera que existe ese efecto contagio, existe el efecto preventivo, y se refiere a hablar abiertamente de suicidio y hablar sobre todo de señales de riesgo, de señales de advertencia, relacionarlo siempre con una condición tratable y transitoria, que se puede reconducir. Transmitir el mensaje a la sociedad de que en un porcentaje muy elevado, el suicido está asociado con algún grado de depresión. Atribuir calificativos, como que el que se suicida es un valiente, un cobarde, es un error, simplemente hay que tener en cuenta que un suicida es una persona que está sufriendo y que lo que quiere es acabar con ese sufrimiento. Está debatiéndose en esa ambivalencia entre el deseo de morir y el deseo de vivir. Y en esa ambivalencia llega un momento en el que pasa de la ideación a la acción, ahí sí que se puede intervenir y hay que echar una mano, porque otro dato es que solamente un 25% de las personas que se suicidan han pasado antes por atención primaria a solicitar ayuda. Un suicida en la mayoría de los casos no solicita ayuda, por eso hay que estar preparado para ofrecer esa ayuda.
La coordinación con los servicios sanitarios es clave.
-Eso es muy importante y es uno de los logros con el departamento de salud que desde el ámbito policial hemos conseguido articular una vía, una pasarela para poder derivar aquellos casos que se detecten dentro del ámbito policial directamente al sistema de salud mental apropiado a través de una figura que es el consejo sanitario.
¿Qué papel ha jugado la Ertzain-tza en la estrategia vasca de prevención del suicidio?
-Hemos trabajado, sobre todo, en el capítulo que se refiere a emergencias y primera intervención. Hemos trabajado, dentro de la estrategia, en el protocolo de coordinación de los servicios de emergencias para hacer el procedimiento de acción conjunto, también hemos plasmado la necesidad de ofertar formación a todos los profesionales del sector de emergencias, que está en marcha desde 2018, la evaluación del riesgo suicida y la derivación, sobre todo en grupos de riesgo específicos como puede ser la violencia de género. Trabajar la detención, cómo podemos ser capaces de detectar una ideación suicida tanto en agresor como en víctima de violencia de género. Si detectamos en víctima, derivar directamente al sistema sanitario, y si detectamos en el agresor, con un doble sentido, por un lado protegerle a él derivándole al sistema de salud, pero también aumentando el nivel de protección de la víctima. Según las estadísticas de la Ertzaintza, en un periodo de diez años, casi llegan a un 50% los agresores de violencia de género que se suicidan o intentan suicidarse después de haber acabado con la vida de sus parejas o sus exparejas.
¿Qué retos quedan en la materia?
-Que lo que estamos poniendo en marcha sea una realidad. Por ejemplo, en cuanto a la estrategia de prevención, ayer recibí un correo del departamento de Salud convocándonos a comenzar ya con el observatorio del suicidio, que es una de las figuras que aparece en la estrategia. Este observatorio se va a encargar, entre otras tareas, de ofrecer una radiografía, una imagen real de la incidencia del suicidio en Euskadi para establecer, por ejemplo, cuáles son los puntos calientes de suicidio. Por otro lado, intentar detectar zonas o territorios en los que haya mayor incidencia. Si somos capaces de detectar eso, incidiremos en medidas preventivas. También formamos parte de la comisión de coordinación y seguimiento, que es un grupo de expertos en prevención del suicidio que vamos a dedicarnos a llevar el seguimiento de la estrategia de prevención. Y dentro de unos años analizaremos si hemos sido capaces de reducir o al menos de sensibilizar a la población.
las claves
“Cualquiera de nostros estamos capacitados para intervenir en una crisis suicida, el objetivo es tranquilizar a la persona”
“A los familiares y allegados les va a quedar marcado para toda su vida cómo se intervenga en esos momentos”
“Un suicida, en la mayoría de los casos no solicita ayuda, por eso hay que estar preprado para ofrecer esa ayuda”
La protagonista
Coordinadora. Sandra Ranea es Subcomisaria y Coordinadora del Grupo de Trabajo para la Prevención del Suicidio en la Ertzaintza.
Trayectoria. Cuenta con una dilatada formación en prevención del suicidio. Realizó el grado en Gestión de Seguridad y Emergencias en la UPV/EHU, cuyo proyecto de fin de grado fue una investigación sobre el abordaje del fenómeno del suicidio en Euskadi y el diseño de un plan de prevención del suicidio dirigido a los servicios de emergencias basado en los resultados de la investigación Además, tiene un grado en Prevención y Seguridad Integral por la Universidad Autónoma de Barcelona, que le permitió profundizar en el estudio del fenómeno del suicidio.