Llevo ya un par de años escribiendo sobre temas políticos y económicos. Sin embargo, las circunstancias recientes de mi vida me han llevado a alejarme de estos asuntos para reflexionar en esta columna, sin mucho conocimiento técnico o académico, sobre el suicidio
Cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), indican que: “Alrededor de 800.000 personas se suicidan cada año, lo que representa una muerte cada 40 segundos. El suicidio se ha convertido en la segunda causa de defunción en el grupo etario de 15 a 29 años”. He pensado durante horas completas el porqué de estos sucesos y es que ya son muchas las personas, amigos, conocidos, jóvenes, viejos, papás, mamás, empresarios, intelectuales y estudiantes, que han decidido quitarse la vida. Mi pregunta sobre el porqué del suicidio, surge en medio de la etapa de la historia de la humanidad en donde los pobres ya no son la mayoría en la población mundial, pues cifras del Centro de Estudio Brookings Institution indican que cada segundo sale una persona de la pobreza extrema en el mundo y entran cinco a la clase media, además de la consolidación de los desarrollos tecnológicos más trascendentales antes conocidos que ha llevado comodidad y servicios a casi todos los rincones del planeta, y del avance de las telecomunicaciones que ha hecho realidad la posibilidad de estar más cerca de nuestros seres queridos y amigos, estando a miles de kilómetros de distancia. Aún con estos avances que parecen mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, las cifras de suicidio van en aumento. A este ritmo, pareciera que la depresión pudiera alcanzar a los problemas cardiovasculares como los problemas de salud más graves, durante este año.
El incremento desbordado de los suicidios, no solo debe preocupar a los líderes y creadores de políticas públicas, sino también a nosotros, los amigos, vecinos y conocidos de estas personas que han decidido o se encuentran contemplando quitarse la vida. Es por esto que dejé a un lado la idea inicial de este artículo, que era la de escribir un decálogo para las personas que tienen en la cabeza la opción del suicidio, y decidí más bien redactar un decálogo a los amigos, conocidos, jefes o colegas de personas que como cualquiera de nosotros pueden caer en la desesperación o en una enfermedad psiquiátrica que los lleve a la muerte. Un pequeño detalle de los que propongo en este decálogo, pueden cambiar el curso de la vida de tu ser querido o del el ser querido de alguien:
- No suponer que todo el mundo está bien. Preguntar siempre a las personas como están.
- Que ninguna persona que te rodea en cualquiera de los ambientes que frecuentas, se sienta sola.
- Aprender a escuchar con atención y cariño. El arte de escuchar, puede salvar muchas vidas.
- Los avances en las telecomunicaciones son para acercar y humanizar las distancias, no para encerrarnos en nosotros mismos.
- Ser un entrometido respetuoso. Intervenir a tiempo puede evitar una tragedia.
- Ser franco con los amigos, no esconder la verdad por compasión o alcahuetería, sino más bien incentivar amistades respetuosas y sinceras.
- No maltratar a nadie. No usar una posición de superioridad social, laboral o “moral” para disminuir o apaciguar. El reconocimiento del otro por medio del buen trato, da valor y dignidad no solo al emisor sino también a quien recibe. No olvidar que la esclavitud se abolió hace ya varios siglos.
- Mirar a los ojos al hablar con alguien, saludar con interés y alegría.
- Considerar la posibilidad de que el que está en frente, con sus dolencias, miserias y errores, necesita ser consolado, escuchado, apreciado.
- Ser consciente de que cambiar el mundo es una labor que está en los pequeños detalles y que como el refrán que se le atribuye erróneamente a Don Quijote: “…el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobre todo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia donde quiera que estén”.
No olvidar que no hay nada más democrático que la tristeza, el dolor y la frustración, y que las redes sociales son una actuación por excelencia y se alejan de la verdad que vive cada persona.
“Si cumples con estos preceptos y reglas”, te aseguro que, salvarás muchas vidas sin darte cuenta y se salvará también la tuya fruto del regocijo y la paz que derrama humanizar a la humanidad.
Post Scriptum: La partida de los amigos o seres cercanos deja siempre reflexiones. La más dolorosa: tal vez pude haber tenido más muestras de cariño y compresión con esa persona que ya no está. El sentido de la vida está en esa reflexión.
Bienvenido