«Hablemos del tema»: El suicidio es la segunda causa de muerte en jóvenes chilenos

Cada tres días, aproximadamente, se suicida un niño, niña o adolescente, aseguran expertos. Conversar es clave para la prevención.

Por Patricia Pineda Ochoa

«Hablar seriamente del suicidio salva vidas», así lo expresó Paulina del Río, presidenta de la Fundación José Ignacio, durante su participación en el Seminario «Niños y niñas bajo protección ¿cómo prevenir y actuar en situaciones de violencia?», efectuado el viernes 29 de marzo en la Universidad de Chile.

Paulina, madre como muchas chilenas, sufrió la pérdida de su hijo José Ignacio, quien atentó contra su vida a causa de una depresión mayor en 2005, cuando apenas contaba con 20 años de edad.

Hoy José Ignacio, mi hijo mayor, habría cumplido 34 años. Pero no habrá torta ni velas, porque a los 20 su dolor no lo dejó ver más salida que la muerte. Hoy lo lloro con sollozos, pero mañana lo llevaré de nuevo en el alma, acompañándome a acompañar a otros que sufren como él.

Así como el caso de José Ignacio (su hijo), han ocurrido otros más mediáticos como el de Katy Winter, joven de 16 años de edad que suicidó tras ser víctima del cyberbullying.

Lamentablemente, las tasas de suicidio en Chile han aumentado, convirtiéndose en la segunda causa de muerte en la población juvenil y adolescentes entre 10 y 19 años.

De acuerdo al Ministerio de Salud, «la tasa de suicidio en los jóvenes es de 8 por 100 mil».  Cifra alarmante para la cartera sanitaria, la cual lanzó en días recientes una guía para la prevención de conductas suicidas en los establecimientos educacionales

La subsecretaria de Salud Pública, Paula Daza, afirmó durante una entrevista radial con Pauta Final que «cuando hay una muerte, sabemos que hay 20 intentos de suicidio y hay alrededor de unas 50 personas que están presentando una acción suicida (…)».

FACTORES DETONANTES

Rocío Faúndez, Jefa de Desarrollo de Contenidos de la Fundación Todo Mejora, sostuvo que aunque «a nivel de la población general no tenemos tasas peores que el resto del mundo (…); en Chile cada tres días, aproximadamente, se suicida un niño, niña o adolescente».

Ante este hecho, la trabajadora social recalcó que «el tema de la prevención del suicidio nos debería mantener a todos en alerta»; por tal motivo precisó cuáles son algunos de los factores de riesgo que hacen que un joven o adolescente esté más proclive a cometer este acto.

De acuerdo a la especialista, los agentes de riesgo se pueden calificar entre individuales, familiares y ambientales. «Tener un trastorno mental, es decir sufrir de depresión, esquizofrenia, bipolaridad; el consumo de drogas y alcohol; casos previos de intento de suicidio en la familia, ser parte de algunos grupos sociales que viven mayor discriminación u hostilidad social (población LGBTI, migrantes, pueblos originarios), hace a un joven más propenso a cometerlo.

No obstante, Faúndez aclaró que otro razón, y no menos importante, es que la víctima «enfrente situaciones sociales de hostigamiento, de acoso, de violencia, de discriminación que va deteriorando la salud mental».

En este sentido mencionó que, actualmente, el bullying y el cyberbullying son detonantes principales para desencadenar esta acción.

Aunque no descarta otros razones como «falta de acceso a servicios de salud mental. Si vives en un país donde cuesta mucho obtener una cita con un psicólogo o un psiquiatra es más probable que una situación que pudo haber sido abordada a tiempo se vaya deteriorando y ya llegue a un servicio de urgencia porque cometiste un intento».

SEÑALES DE ALERTA

Rocío Faúndez indicó que siempre hay señales que pueden alertar a una madre o grupo familiar a determinar cuándo un joven o adolescente está ante una situación de vulnerabilidad y depresión que lo pueden llevar al suicidio.

«Por ejemplo, cuando una persona, sobretodo adolescente , empieza hablar o empieza a escribir por las redes sociales o hace un ensayo para el colegio hablando de sensaciones muy fuertes de desesperanza, de desesperación, sensación de ser una carga, de ser un estorbo, un problema… eso es una señal, al igual que el aislamiento», dijo

También el buscar medios o métodos para hacerlo, «comprar un arma o acumular pastillas para dormir, cuando comienzan a hacer actos de despedidas, dejan sus cosas en orden (…) Estos actos no son manipulaciones, son señales», insistió Faúndez.

Para la experta, un joven que está en conflicto, en la mayoría de los casos, «pide auxilio y hay que dejar de pensar que por hablar del tema eso va a llevar a cometer suicidio. Hay que hablar de suicidio».

LA PREVENCIÓN ES PRIMORDIAL

Abrir los canales de comunicación es un factor primordial para evitar un acto de suicidio en jóvenes y adolescentes. «El apoyo familiar es fundamental», resaltó la trabajadora social.

Mantener diálogos constantes con sus hijos, amigos o conocidos que atraviesan por una depresión o presentan conductas de tristeza y resignación, es una ayuda «súper importante».

«Nosotros lo que hacemos en Todo Mejora es que, desde hace un par de años, tenemos un programa que se llama Hora Segura, el cual se dedica a través de un chat a dar primeros auxilios psicológicos a niños, niñas y adolescentes que están viviendo en una situación que eventualmente los podría llevar al suicidio», comunicó la especialista.

El Ministerio de Salud  también cuenta con una línea telefónica (600 360 7777) de ayuda durante todo el año y las 24 horas del día. Otras organizaciones como la Fundación Ignacio, de igual manera, cuenta con un canal de apoyo a través de su correo contacto@fundacionjoseignacio.org.

Lo cierto es que toda la comunidad tiene la responsabilidad para prevenir el suicidio, «es decir todos deberíamos jugar una parte y no decir: es un tema de los psiquiatras, es un tema de los psicólogos y el resto de la sociedad no tiene que ver (…) La comunidad en general tiene que contribuir a la disminución, cada vez más de los casos», apuntó Rocío Faúndez.

ahoranoticias

 

 

 
 

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