Francia, conmocionada por el suicidio de la portavoz del movimiento «policías enojados»

Maggy Biskupski, uno de los principales rostros en Francia en la lucha contra el malestar policial, fue hallada muerta en su casa después de que, muy probablemente, se haya suicidado dejando en una profunda conmoción al país.

El cuerpo sin vida de esta mujer de 36 años de edad fue hallado este lunes por un policía de la brigada contra el crimen en Yvelines, en la región de París, según una fuente cercana a la investigación. Junto a ella se encontró una carta por lo que se cree que se habría suicidado.

Biskupski se hizo muy conocida en 2016 al fundar la asociación Movilización de Policías Enojados (MPM) tras el ataque con cócteles molotov a dos vehículos policiales en octubre de ese año en la región de París. Dos agentes sufrieron graves quemaduras y otros dos resultaron heridos más leves en este ataque que provocó una fuerte indignación en la Policía.

«No podíamos estar de acuerdo con ella (…) pero estaba comprometida en la lucha por la defensa de los policías, el honor y por la existencia de medios materiales para desempeñar su trabajo», dijo el ministro del Interior, Christophe Castaner, al canal de televisión BFMTV.

Su activismo político le llevó, junto a otros tres colegas, a estar bajo la Inspección General de la Policía General, «la policía de la policía», por haber infringido la confidencialidad a la que le obligaba su profesión.

«No voy a hacer ninguna valoración sobre su decisión, hay una investigación en marcha y sea cual sea la causa de su muerte, es dramática», ha dicho para añadir que «es necesario entender las razones del enojo de los policías y yo lo he entendido», ha añadido Castaner.

Políticos de izquierdas como de derechas siguieron su lucha en los platós de televisión que la convirtieron en un símbolo del malestar de la Policía.

El presidente del partido de la derecha Les RépublicainsLaurent Wauquiez expresó en las redes sociales su más sentido pésame por la muerte de esta mujer policía que trasladó a sus familiares y compañeros de trabajo, de la que destacó «su lucha por los que nos protegen diariamente y no hemos sabido protegerla a ella».

EL MUNDO

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