Abdelouahab irrumpió en la comisaría de Cornellá con un cuchillo en la mano y gritando “¡Alá es grande!”. Si lo que pretendía era matar o herir a alguien en nombre de la yihad, escogió el lugar más inapropiado: el agresor cayó abatido por las balas de un mosso d’Escuadra.
El móvil de Abdelouahab podría ser un suicidio encubierto, según el testimonio de la pareja del fallecido. La mujer declaró a la Cadena Ser que su pareja era homosexual, pero no podía contarlo por miedo a la reacción de la comunidad musulmana, lo que le llevó a quitarse la vida. De ser así, el supuesto atentado de Cornellá sería en realidad una inmolación para pasar como héroe ante los islámicos radicales y ocultar su homosexualidad.
El “suicidio por policía” (suicide by cop o copicide) es mucho más habitual de lo que pudiera parecer. Estudios realizados en Estados Unidos concluyen que la mitad de los fallecidos por disparos de agentes podrían ser en realidad suicidios encubiertos en los que la víctima provocó al policía para acabar con su vida. Esta modalidad sólo puede llevarse a cabo en países cuyas policías tienen gatillo fácil: los miembros de algunas de las 18.000 agencias de seguridad que existen de EE.UU. mataron 1.140 sospechosos en 2015. En otros términos, la policía del “país de la libertad” mata más ciudadanos en un solo día que Japón, Noruega, Alemania e Inglaterra juntas en un año completo.
Un estudio llevado a cabo por el Journal of Forensic Science en 2009 concluyó que más de un tercio de los tiroteos en los que está implicada la policía de EEUU corresponden a la modalidad “suicidio mediante policía”, con una eficacia aterradora: el 97% de los presuntos suicidas lograron su objetivo.
“Pero aunque el suicidio por policía es un fenómeno genuinamente americano lo cierto es que hunde sus raíces en otros siglos y latitudes (…) En culturas donde el suicidio está mal visto, como la musulmana, el hombre que no quiere vivir más se convierte en un “juramentado” de la “yihad” y sale a matar cristianos hasta que cae en el combate. Aquí tenemos una interpretación revolucionara de los hombres-bomba en Oriente Medio: suicidio disfrazado de martirologio”, según conté en Yorokobu hace unos años. La muerte de Abdelouahab en Cornellá podría estar dentro de esta categoría.