Cada año se suicidan casi un millón de personas en todo el mundo, lo que supone una tasa de mortalidad “global” de 16 por 100 000 o lo que es lo mismo, una muerte cada 40 segundos. Esta tasa ha aumentado un 60% en los últimos 45 años y cada 10 de septiembre se celebra el Día Mundial para la Prevención del Suicidio en la que se fomentan en todo el mundo compromisos y medidas prácticas para prevenir los suicidios.
En el ámbito del trabajo y por lo que respecta a nuestro país, este tipo de situaciones conllevan, según explica Filo Gracia, médico del trabajo en OTP-Oficina Técnica de Prevención, un coste económico por persona que podría rondar los 5.764 euros, entre costes directos sanitarios y no sanitarios como bajas laborales y pérdida de productividad. En concreto, en 2006 los costes sanitarios de tratar la depresión se situaron sobre los 2.000 euros y según el último estudio realizado sobre 4.572 personas diagnosticadas con depresión, la pérdida de productividad de estas personas se dispara por encima de los 5.700 euros.
Este impacto económico y en salud exige, a su juicio, un replanteamiento del abordaje de la enfermedad en el mundo laboral, para la que por el momento no existe un plan específico ni tampoco se espera que vaya a crearse pronto.
¿Qué programas de prevención se podrían implantar en el ámbito laboral?
Canadá, Dinamarca o el Reino Unido se sitúan a la cabeza en ensayos de medidas efectivas invirtiendo sobre todo en la formación de los mandos intermedios encargados de detectar de forma rápida síntomas y casos que pueden derivar hacia una depresión. Esta es la clave para que no se convierta en un trastorno de larga duración junto con los programas de reinserción o retorno gradual de los trabajadores diagnosticados a su puesto de trabajo, como está haciendo Inglaterra.
¿Cómo se tratan los datos de suicidio?
Sólo 6 Estados Miembros de la Unión Europea disponen de datos de registro civil de buena calidad que se pueden utilizar directamente para estimar tasas de suicidio. La calidad insuficiente de los datos sobre mortalidad no es un problema exclusivo del suicidio, pero dada la sensibilidad de este fenómeno debería haber un mayor control.