Manual de Salud Mental CyL para la detección precoz de la conducta suicida

Guía para la prevención del suicidio

La Federación Salud Mental Castilla y León (Salud Mental CyL), miembro de Somos Pacientes, ha publicado la ‘Guía de Prevención del Suicidio. Protocolo de actuación en conductas autolíticas’, manual para la evitación de las conductas suicidas, el mayor problema de salud pública en Europa y, de acuerdo con los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), responsable cada año de la pérdida de más de 700.000 vidas en todo el mundo

Como explica Elena Briongos, presidenta de Salud Mental CyL, “con esta Guía esperamos ampliar el conocimiento acerca de la conducta autolítica y facilitar la aplicación de estrategias de promoción, prevención y detección precoz que, a su vez, redunden en una reducción de la incidencia e impacto de la conducta suicida. Y asimismo, reducir el sufrimiento de las personas que optan por quitarse la vida y de su entorno más próximo”.

Señales de alerta

La Guía, elaborada por psicólogos de la asociación Salud Mental Soria Asovica, miembro de Somos Pacientes, y publicada con el apoyo de la compañía farmacéutica Janssen, ofrece un protocolo especializado de atención a la conducta suicida para, entre otros objetivos, la detección precoz de las ideaciones e intenciones suicidas; la prevención de las conductas que ayude a disminuir las tasas de suicidio; aumentar la protección de las personas con elevado riesgo de suicidio, caso de las personas con problemas de salud mental y la población joven; y garantizar la mejor respuesta ante un intento de suicidio mediante el establecimiento de protocolos de actuación.

Natalia Briongos, psicóloga participante en la Guía, destaca que “es necesario acercar un protocolo profesional y consensuado en cuanto a la metodología de intervención en conductas autolíticas dentro de nuestro movimiento asociativo, donde trabajamos cada día con situaciones de riesgo entre el segmento de población con la mayor incidencia de suicidios”. De hecho, se estima que en torno a un 90% de las personas que acometen un suicidio presentan un problema de salud mental, principalmente depresión.

Sin embargo, “también consideramos –continúa Natalia Briongos– que es un documento que puede ser referente, especialmente el contenido de la primera parte de la Guía, para que profesionales de otros ámbitos del tercer sector, incluso del ámbito educativo, puedan elaborar sus propios protocolos de actuación”.

En este contexto, debe tenerse en cuenta que, entre otras muchas consecuencias, la pandemia de la COVID-19 ha incrementado los casos de suicidio en la población infanto-juvenil, hasta el punto de que ya suponen la segunda causa de muerte entre adolescentes y adultos jóvenes –entre los 15 y los 24 años.

Por ello, y atendiendo a los factores precipitantes de las conductas autolíticas, debe ponerse el foco de atención en, apunta Marcos Gómez, psicólogo participante en la Guía, “el hecho de ser víctima de acoso o ‘bullying’, de maltrato físico o abuso sexual, pero también entre las personas que viven situaciones de desesperanza o situaciones vitales estresantes como dificultad económica, soledad no deseada o problemas interpersonales, entre otros”.

A este respecto, el documento revisa aquellas señales de alerta que pueden poner sobre aviso acerca de una conducta de riesgo, caso de las manifestaciones verbales sobre el deseo de morir o el sentimiento de soledad o de falta de cariño, y los comportamientos que pueden resultar sospechosos, como son regalar objetos muy personales, arreglar asuntos personales pendientes, o cambios en la alimentación o hábitos del sueño.

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