El contexto social y económico, dicen los expertos, acarreará un aumento de ideaciones suicidas. Muchos factores han hecho que en los próximos meses llegue un tsunami de problemas en torno a la salud mental que ya se dejan ver en los más jóvenes
Los peores efectos del confinamiento y de la pandemia se verán en el medio y largo plazo, ya sea a nivel social, económico, laboral o personal. Es en este último territorio en donde los estragos de una nueva crisis que permeabilizará la sociedad ya se están haciendo notar en uno de los ámbitos tan importantes como infravalorados: la salud mental. Psiquiatras, urgenciólogos y organizaciones para la prevención del suicidio esperan un incremento de los mismos en los próximos meses. Aunque no existen cifras consolidadas a nivel estatal, en Cataluña ya han advertido un incremento del 27% en el último trimestre de 2020 en cuanto a intentos autolíticos en niños y adolescentes.
El confinamiento, la saturación de los hospitales y el miedo a acudir a uno de ellos para evitar el contagio han sido los principales ingredientes para que las tentativas de suicidio aumenten en el corto plazo. «Detrás de la inmensa mayoría de suicidios consumados y el 80% de las tentativas hay una enfermedad mental, y como no la hemos podido diagnosticar a tiempo ni hacer el seguimiento, el índice se incrementará«, explica Víctor Pérez, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica (SEPB). Él, como psiquiatra en el Hospital del Mar en Barcelona, todos los días atiende a personas con problemas de salud mental: «Los trastornos de conducta alimentaria, la esquizofrenia, el trastorno bipolar y la depresión son las enfermedades que con mayor frecuencia se asocian al suicidio, sobre todo la última, prevalente en un 60% de los casos».
Pérez también se pronuncia sobre las unidades de psiquiatría en las urgencias de los centros hospitalarios, en muchas ocasiones el primer lugar en el que se trata esta casuística con el afectado. Incide en que se podrían haber evitado la agudización de muchas patologías que deberían haberse tratado por las vías normales, los médicos de cabecera, pero debido a la saturación y el cierre de los centros de salud es en las urgencias donde se tiene el primer contacto.
Iria Miguéns es la portavoz de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes) y concuerda con lo explicitado por el psiquiatra. «Estamos en un momento muy convulso y el estrés postraumático se ha triplicado durante el confinamiento y los meses posteriores con las restricciones, además de que se han incrementado las conductas típicas de patologías en salud mental, desde las adicciones hasta las intoxicaciones. Antes, en los servicios de urgencias podríamos detectar las alarmas previas a los intentos autolíticos, pero ya no llegamos. Es un fracaso del sistema sanitario a la hora de tratar a estos pacientes», expresa la sanitaria. Además, Miguéns recalca que el estrés que han soportado los más pequeños y los jóvenes, con «constantes mensajes de muerte«, les empezará a pasar factura.
El caso de los niños y adolescentes
Uno de los datos que más ha llamado la atención ha sido el incremento de un 27% en las tentativas de suicidios en niños y adolescentes del último trimestre de 2020 registradas en el Codi Risc Suïcidi (CRS) catalán. Jordi Blanch, director del Plan Director de Salud Mental y Adicciones de la Generalitat de Cataluña, habla de una «reducción drástica» de registros en el sistema en torno a ideaciones suicidas a partir del 14 de marzo, día en el que se establece el estado de alarma y se reduce la libertad de movimiento en España. Aunque en junio del pasado año se empiezan a recuperar las tasas habituales en el CRS, actualmente todavía no se ha alcanzado el nivel previo a la pandemia.
En concreto, de septiembre a diciembre de 2020 se dio un importante repunte de tentativas suicidas en los menores de edad, siguiendo el patrón preestablecido con anterioridad: más chicas que chicos intentaron quitarse la vida. «Esto tiene dos explicaciones: que hasta ahora los padres de los chavales no les habían llevado al psicólogo o psiquiatra, es decir, es gente que sufrió mucho durante el confinamiento y acudió después; y que en septiembre se inicia el curso escolar y conlleva mayor estrés en la población menor de 18 años», ilustra el propio Blanch.
La unión de esas dos circunstancias es la «tormenta perfecta», tal y como la denomina el experto de la Consejería de Salud, para que se haya producido el fenómeno en cuestión. «Son tentativas que han tenido una causa multifactorial, aunque de momento parece que no se han traducido en un incremento de suicidios consumados, lo que no quita que se dé en los próximos meses», remarca Blanch. Roque Prego, secretario general de la Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente (Sepypna), añade que a partir de septiembre se dio un incremento de la llegada de jóvenes a urgencias con cuadros de crisis de ansiedad y depresión.
Según este psiquiatra del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, en Santander, las autolesiones en ellos eran bastante frecuentes. «A través de lesionarse a sí mismos descargan mucha ansiedad, y cada vez lo hacen con mayor frecuencia. Si banalizamos eso y comparamos la autolesión con el daño personal, de ahí al intento autolítico a veces hay una línea muy delgada», en sus propias palabras. En cuanto al cómo, él es quien indica que la ingesta desmedida de fármacos suele ser la forma en que intentan quitarse la vida las chicas y las autolesiones predominan más en ellos.
Coronavirus y salud mental
La urgencióloga del hospital madrileño Gregorio Marañón tilda de «terrible», «desolador» y «aterrador» lo que están viviendo en su especialidad. Esta cuarta ola, tal y como la denomina Miguéns, va mucho más allá de las tentativas como tal, muchas de ellas evitables: «Las personas que intentaban suicidarse, en su gran mayoría, estaban diagnosticadas, dentro del sistema, pero ahora es diferente porque muchas de esas patologías han brotado durante el último año y no se han tratado a tiempo».