Solo el 1,5% de los suicidios en la Región de Murcia afectan a jóvenes menores de 20 años

Los especialistas alertan de que el aislamiento social derivado de la Covid supone un factor de riesgo para los más vulnerables

Tenía toda la vida por delante pero decidió quitársela. El suicidio de un niño de 12 años el pasado martes en su casa del murciano barrio del Progreso ha conmocionado duramente a la sociedad y ha dejado un reguero de preguntas sin respuesta. En los últimos años, once menores de 20 años se han suicidado en la Región, de acuerdo con los datos facilitados por el Instituto de Medicina Legal (IML) de Murcia y el Instituto Nacional de Estadística (INE).

La cifra se ha mantenido estable y contenida en los últimos años. En 2020 fueron dos los menores de 20 años que optaron por el suicidio y tres en el ejercicio anterior. En 2018 –último año del que dispone de datos la Consejería de Salud– se dieron dos suicidios entre menores de 15 años –uno en Murcia y otro en Cartagena– y otros dos en jóvenes de entre 15 y 19 –ambos en la capital–. Los menores de 20 años solo suponen, sin embargo, el 1,5% del total de muertes voluntarias –hasta 128– que se registraron el pasado año.

 
 

Las altas tasas de suicidio llevan años perfilándose como un problema de salud pública de primer orden en la Región. En 2018 se alcanzó la mayor cifra de toda la serie histórica disponible en el INE –que abarca desde 1993–: hasta 132 suicidios. Un notable repunte que contrastaba con la caída registrada en años anteriores y que no ha continuado con una escalada ascendente en los siguientes años.

El murciano Jesús Mesones, vicepresidente de la Sociedad Española de Suicidología y jefe de Psiquiatría del Hospital de Torrevieja, remarca que los suicidios son «un problema sanitario y social enorme». Hace hincapié en que cada día se quitan la vida una decena de personas de media en toda España, una cifra que dobla a los fallecidos en accidentes de tráfico.

Algunas respuestas

¿Debe hablarse del suicidio?
Abordar de manera adecuada el tema del suicidio no solo no incentiva esta práctica, sino que es esencial para prevenir. Es vital ofrecer a las personas con ideas suicidas la posibilidad de expresarse.
¿Qué comportamiento presenta una persona que desea suicidarse?
La persona que quiere suicidarse suele presentar cambios en las emociones, en los comportamientos y en los hábitos. Entre éstos podemos encontrar tristeza, escribir notas de despedida, aislamiento, trastornos del sueño o del apetito…
¿Qué hacer si observamos riesgo en un familiar, o si soy yo quien tiene ideas suicidas?
Si el riesgo es inminente, llame al 112. Si no es así, póngase en contacto con su médico de familia para que lo derive al centro de salud mental. También puede llamar al Teléfono de la Esperanza (902 500 002 o al 968 34 34 00)

La evolución de los fallecimientos por esta causa no parece corresponderse, al menos de forma directa, con los ciclos económicos, según explican desde el IML. En 2010, en mitad de la crisis y del estallido de la burbuja inmobiliaria, se dieron 90 suicidios en la Región y en 2018, cuando las tasas de desempleo y de pobreza ya daban signos de mejoría, las cifras alcanzaron su récord.

Los expertos sí advierten, sin embargo, del impacto que puede generar, especialmente entre los adolescentes, la crisis sanitaria actual y el aislamiento social que se ha impuesto a raíz de la Covid. «La pandemia está suponiendo un factor de estrés para los niños y jóvenes, generando miedo e incertidumbre. Ha supuesto grandes cambios en los hábitos de vida, con consecuencias económicas, familiares y más aislamiento social», explica Loreto Medina, psiquiatra y coordinadora del proyecto ‘Prevención Suicida Murcia’, que busca concienciar y mejorar la respuesta del sistema sanitario a este problema de salud pública. «Todo esto supone un factor de riesgo psicológico, especialmente en aquellos menores más vulnerables a nivel psicosocial».

«Es un mito creer que al hablar sobre el suicidio se incita a la idea en los jóvenes», remarca la psiquiatra Loreto Medina

 

Medina remarca, no obstante, que la conducta suicida es un comportamiento complejo que no se puede atribuir a una única causa. «La pandemia y el mayor aislamiento social pueden influir, pero sobre factores de vulnerabilidad, como puedan ser chicos y chicas con personalidad más frágil, tímidos, reservados, con dificultades sociales o falta de adaptabilidad, entre otras». Mesones insiste también en que se trata de un problema «multicausal» y aboga por huir de «explicaciones simplistas».

«Una realidad silenciada»

Las señales que alertan del riesgo de suicidio entre los más jóvenes pueden ser sutiles, pero, advierten los expertos, su percepción resulta crucial. «Algunos de los más importantes podrían ser la expresión de verbalizaciones directas o indirectas sobre la idea o posibilidad de suicidarse, o bien la manifestación de sentimientos como desesperanza, culpa, impotencia o incapacidad de sobrellevar la vida cotidiana».

Durante años el silencio se impuso sobre este fenómeno pero los expertos defienden la urgencia de abordar el problema abiertamente. «Es un mito creer que al hablar sobre el suicidio se incita a la idea en los jóvenes», remarca la psiquiatra Medina.

«Escuchar estos temas puede hacer que algunos padres, en ocasiones, se sientan incómodos, pero hablar sobre el suicidio es la manera de prevenirlo». El vicepresidente de la Sociedad Española de Suicidología también incide en la necesidad de tratar de atajar esta «realidad silenciada» a través del diálogo. «El suicidio se puede prevenir», remarca Mesones. «Ese es el mensaje que debe quedar».

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