Suicidios en Uruguay: una pandemia agravada por otra

Uruguay tiene una de las tasas más altas de suicidios de la región, y en 2019 registró la mayor cantidad de casos en 10 años (723) con un récord en hombres (casi un 80 por ciento del total). Y esto, ya altamente preocupante, podría agravarse por la pandemia del COVID-19.

El año pasado, la tasa de suicidios en Uruguay alcanzó los 20,55 por cada 100.000 habitantes, muy cerca del máximo que se dio en 2002 (20,62), en el marco de la crisis socioeconómica que azotó al país en ese entonces.

«Lo que se prevé, lo que se estima desde la evidencia científica de lo hecho hasta ahora, es que la tasa de suicidio se va a ir disparando por las propias consecuencias de la pandemia, que aumentó el desempleo, la crisis económica, la falta de acceso a la salud mental -más allá de las cosas buenas como la telemedicina y los teléfonos de líneas de ayuda-, el aumento de la violencia doméstica por el confinamiento, el aislamiento», etc, dijo a Sputnik la psiquiatra especializada en suicidios Silvia Peláez.

Algunas de las principales consecuencias de la pandemia serán el aumento del desempleo, el desarraigo y la pérdida de identidad no solo por la falta de trabajo sino por la falta de pertenencia a lugares y actividades, apuntó por su parte en diálogo con esta agenciaRafael Sibils, expresidente de la Sociedad Psiquiatría de Uruguay (SPU), quien consideró que «eso va a impactar, va aumentar la tasa de suicidios».

Efecto no inmediato

Los especialistas explican que no se espera un aumento inmediato, ya que la evidencia científica de otras pandemias o situaciones de catástrofe muestra que la tasa tiende a bajar en el comienzo y durante los episodios, y aumenta en el devenir.

 

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En lo que va del año, el país lleva registrados cerca de 619 suicidios, y se calcula que estos días pueda aumentar en ocho o 10 casos, «así que va a haber como un 13 o 15% menos (que el año pasado), y eso no sorprende, porque es lo habitual durante la pandemia», precisó Sibils.

El también expresidente de la Asociación Uruguaya de Psicoterapia Psicoanalítica señaló que el descenso se explica en que al principio las personas se unen más y el miedo se ubica afuera, hay un factor externo contra el cual luchar.

«El miedo está afuera, no adentro, hay algún grado mayor de conciencia social y de cuidado por la gente, entonces normalmente disminuyen un poco los casos de suicidios durante la pandemia», explicó.

Peláez, directora de la organización no gubernamental Último Recurso, especializada en suicidología, dijo que fueron convocados junto a la SPU para participar de un estudio coordinado y dirigido por el Instituto de Karolinska de Suecia y la Organización Mundial de la Salud, para analizar lo que sucederá específicamente con la pandemia del COVID-19.

Aumento de llamadas

Lo que sí se registró este año fue un aumento en las llamadas a las líneas de atención, debido a la angustia, ansiedad y miedo que genera la pandemia.

La Línea Vida, en funcionamiento en Uruguay para atender la prevención de los suicidios desde 2018, registró un total de 5.764 llamadas desde que está operativa, y entre marzo y junio de este año tuvo un incremento del 321% en comparación con el mismo periodo de 2019, según los datos de Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE).

 

A su vez, la línea de apoyo emocional por la pandemia, creada por el Gobierno en abril, recibió hasta julio 9.000 llamadas.

En cuanto a la línea de información sobre COVID-19 general, la mayoría de las consultas fueron por temas de angustia, miedo y ansiedad, y no por problemas específicos de la enfermedad, dijo Sibils.

Sobreinformación

Una de las grandes particularidades de esta pandemia es la sobreinformación y sobreexposición del tema, tanto en los medios como en las redes sociales.

«El mal manejo periodístico de las cosas, la sobreexposición, la replicación de las ‘fake news’ (noticias falsas) y de las malas noticias, que es lo que genera más rating, genera mucha ansiedad y mucha angustia, genera daño a la población», consideró Sibils.

El especialista enfatizó en que se debe informar sin negar la realidad, pero con una perspectiva más positiva y esperanzadora, no sólo centrada en lo negativo.

 

A su vez, para la expresidenta de la Asociación de Suicidología de Latinoamérica y Caribe, el tema de la salud mental fue un debe de los medios de comunicación en el contexto de la pandemia.

Ambos especialistas coincidieron en que es necesario hablar más sobre salud mental y sobre prevención de suicidio particularmente.

Peláez explicó que la teoría de que no se debe tratar en los medios el suicidio por el «efecto contagioso» que podría generar es errónea, y recordó que desde el 2000 la OMS señala que hacerlo es importante para prevención.

Sin embargo, destacó que se debe hacer con responsabilidad y siguiendo los lineamientos que la propia OMS da, evitando, por ejemplo, la prensa amarillista.

Comunidad

La sociedad juega un rol muy importante en la prevención de suicidios, y en momentos de distanciamiento social recomendado por cuestiones sanitarias se deben explotar otros mecanismos, como la tecnología y la comunicación virtual para estar presente con quienes están más solos, explican los especialistas.

Desde la comunidad se debe continuar con la conexión, ofrecer apoyo, mantener intercambios, preguntar a las personas cómo están y estar atentos a factores de riesgo, como son el alcohol, la violencia y la posesión de elementos que puedan ser de riesgo para la vida e intentar tener un tono de esperanza, ya que «la desesperanza y la desesperación son factores de alto riesgo», consideró Sibils.

En términos de suicidiología se habla de factores protectores de una comunidad, explicó Peláez, y puso como ejemplo «los bienes de la solidaridad y fraternidad», que durante esta pandemia se intensificaron en Uruguay y «fueron tan útiles como el barbijo y como lo va a ser la vacuna».

En ese sentido resaltó que cuando la pandemia pase, la fraternidad no se debe perder porque «esa es la vacuna contra el suicidio».

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