El suicidio infantil podría convertirse este 2020 en la primera causa de muerte de niños y adolescentes según estimaciones del Instituto Nacional de Psiquiatría, dado el aumento de casos frustrados que se han registrado en los principales hospitales públicos.
Una vez más, el problema es que no hay un plan para hacerle frente, ni preventivo ni reactivo. No hay una cultura de la prevención en este tema que amenaza con rebasarnos como sociedad porque ¿quién se atreve aceptar que un niño es tan infeliz que no quiere vivir más?
Los suicidios en menores crecieron 385% en México de 1990 a 2016 de acuerdo al INEGI y no siempre tienen que ver con cuadros depresivos, sino actos impulsivos o arrebatos ante una enorme pérdida de tolerancia hacia eventos cotidianos, cuyo principal ejemplo lo ponemos los adultos hoy en día.
Entre los principales motivos del suicidio están: la ausencia de soporte en la familia; pérdidas afectivas; temor al fracaso; maltrato o violencia; bullying, negligencia; abandono; altas expectativas no alcanzadas o decepciones.
El aumento de casos en los últimos 26 años coincide con la despersonalización en las relaciones humanas, falta de calidad en la comunicación familiar y social.
Los niños llenan esos espacios afectivos con objetos o cosas que dan sentido a su vida, como un menor de 8 años que el año pasado se quitó la vida porque su abuelo le quitó el celular; o el adolescente que se suicidó porque le negaron permiso para asistir a una fiesta con sus amigos.
Según la última estadística de 2016, a esa fecha cada mes ocurrían 50 suicidios infantiles, sin contar los casos frustrados. Al 2019 el suicidio fue, después de los accidentes, la segunda causa de defunciones de niños y jóvenes en México.
¿Qué pasa en casa?
a) Los padres no tienen tiempo para conocer a sus hijos; intentan un control no una atención hacia lo que ven, leen o perciben del mundo que les rodea. Qué pasa en su interior, qué sienten. Vigilar que hagan la tarea, anden bien vestidos y duerman temprano no es suficiente. Se requiere acompañamiento.
La casa; la comida; el trabajo; las fechas de pago; la ropa; los cumpleaños; los traslados; los horarios; los jefes en la oficina; lo que pidió la maestra para esta semana…y los padres se parten en mil pedazos.
Su prioridad: que sus hijos coman bien; que estén bien en casa; cómodos; llevarlos de vacaciones; los zapatos de moda; su celular; la computadora para sus tareas; la mejor vida posible; todo lo que ‘yo no tuve’.
b) Hablar del tema con nuestros hijos sigue siendo un tabú, hay un temor intrínseco solamente mencionarlo en casa; mientras que los infantes reflexionan más a menudo sobre ello y conviven con ello en redes sociales, definitivamente van adelante y ese es el mayor riesgo.
El infinito mundo de internet, videojuegos y redes sociales los ponen al día, incluso hay juegos donde el personaje puede estallar bombas contra sí mismo cuando prácticamente ha perdido la batalla para acelerar el final.
Estudios realizados por investigadores de la Universidad de Guadalajara arrojó que casi el 70% de los niños tiene conciencia sobre el significado del suicidio, en sus propias palabras “matarse a sí mismo”.
Especialistas señalan que es a partir de los siete años cuando el niño se forma ya una idea más general y realista del mundo que le rodea, identifican con más claridad sentirse bien o sentirse mal y desarrolla una imagen de sí mismo con relación a su entorno: autoestima.
Se sienten parte del mismo o diferentes; rechazados; no visibilizados; amados o ignorados; importantes o no importantes para alguien y en por consecuencia esa imagen que se crean la llevan a la práctica aislándose o socializando. Pero sobre todo la expresan siempre a través de sus gustos, dibujos, mensajes escritos, juegos con los amigos, pasatiempos.
Si no se percibe a tiempo esta necesidad de atención y afecto, llegada la adolescencia en la etapa de mayor discernimiento y vulnerabilidad emocional, todas estas formas de expresión que sirvieron como válvula de escape resultan insuficientes y el menor puede darse por vencido en su ‘soledad emocional’. El mayor deseo: romper con la realidad, evadirla.
Señales de alerta:
- Necesidad permanente de recibir atención o llamar la atención
- Tendencia a sobredimensionar los problemas
- Queja constante o irritabilidad con cuestiones generales incluso como clima, política,etc.
- Aislamiento (la principal forma de llamar la atención), retraídos.
- Problemas de sueño o alimentación
- Evitan todo contacto físico y emocional con la familia
¿Dónde se puede pedir ayuda?
La Secretaría de Salud en Sonora hizo un llamado al respecto el año pasado para que padres de familia estén atentos a sus hijos y ofreció información de lugares y teléfonos de apoyo a la población, tanto preventivo como en caso de emergencias en la siguiente liga que aquí les comparto:
http://www.saludsonora.gob.mx/contenido/69374/depresion-en-los-jovenes-puede-llevar-al-suicidio-salud-sonora
El suicido infantil es la señal de alerta que no queremos ver, que nos duele y nos avergüenza, pero ahí está; creciendo, apabullado por el ruido de la carestía, la violencia, las luchas ideológicas y los problemas de adultos. Nuestros niños gritan (como Mafalda): ¡paren el mundo que me quiero bajar!