El suicidio, la punta del iceberg que se esconde tras los trastornos del ánimo

Testimonios de pacientes y médicos advierten de que para evitar el trágico final hay que tener libertad para hablar de estas patologías

Fuera tabúes y adiós a los estigmas. “¿Hasta cuándo nos vamos a tener que esconder por tener depresión?”, lamenta Paloma, que trata de alentar a otros pacientes con su testimonio. Ante un síntoma o dolor de una parte del cuerpo vamos al médico, para mejorar el estado de nuestro organismo vamos al gimnasio… y ¿qué pasa cuando la mente no funciona? ¿Por qué cuesta tanto acudir a un psicólogo? Con motivo del Día de la Salud Mental, celebrado el pasado jueves, cabe destacar que aún la sociedad se encuentra lejos de normalizar la enfermedad y de proporcionar un ámbito en el que los pacientes se sientan cómodos y confiesen, con la misma normalidad, una depresión que una lumbalgia.

Cifras que señalan que sólo un 10% de los españoles se plantea buscar un especialista o que el 22% de ellos haya acudido alguna vez a uno, según una encuesta realizada por Acierto. Desde la OMS se estima que las enfermedades mentales impactan en 700 millones de personas, y según la Estrategia en Salud Mental del Sistema Nacional de Salud, se advierte de que entre un 2,5% y un 3% de los españoles, alrededor de un millón de personas, tiene un problema de salud mental grave, como la esquizofrenia o el trastorno bipolar. Junto a los casos más graves, cerca de nueve millones de españoles han tenido en algún momento de su vida alguna enfermedad de tipo más leve como ansiedad o depresión (no la forma severa).

Sin embargo, todos estos números se esconden y sólo salen a la luz cuando se visibiliza la complicación de una de las mismas: la conducta suicida. Son más de 3.600 personas las que se ven empujadas a esta cruda decisión empujados por una enfermedad mental, en su mayoría una depresión severa y grave. En los últimos años, levantar los tabúes y soltar los lastres de los estigmas se han convertido en un objetivo sanitario, ya que las cifras se han convertido en un problema de Salud Pública. Así, Mercedes Navío, psiquiatra y coordinadora de Salud Mental de la Comunidad de Madrid –que participó en una jornada especial organizada por Onda Cero –«Julia en la Onda»–, LA RAZÓN y Janssen–, explica que “aunque son muchos los agentes que tienen que actuar, debemos destacar primero la función de los medios de comunicación. Porque son el altavoz perfecto para difundir que la depresión se puede curar, se puede prevenir y se puede volver a tener un proyecto vital. Y así, las personas que puedan pasar por este momento, pidan ayuda con la expectativa de que va a mejorar”. Además, Navío abordó los riesgos que entraña una patología no tratada, como la depresión severa, que termine en “algo no frecuente, aunque si posible como el suicidio. Porque es esencial que el mensaje de esperanza les llegue a quienes estén pensando en tomar esta decisión”.

Testimonios

Paloma Ripollés, paciente que ha superado una depresión severa, asegura que lo primero es ponerse en manos de un buen especialista: “Cuando decidí ir al psicólogo y al psiquiatra, con los primeros que me tope no tuve una buena sintonía, no me ayudaban nada, al contrario, infligían en mí el efecto contrario. Luego di con María Blasco, psicóloga, y con el doctor Otero, psiquiatra, y con mucho trabajo y terapia hoy puedo decir que estoy curada”. Con orgullo y una sonrisa que ilumina su cara, esta paciente casi “grita” que ha superado la depresión que la llevo a esconderse bajo las sábanas de su cama, hasta que un dijo basta. “De la depresión una no sale sola. Se necesita ayuda, los médicos te van dando pautas que hay que seguir siempre”, asegura Paloma.

Ella no es el caso típico. “Muchas veces las asociaciones de pacientes somos el puente a la consulta con el especialista. Se trata al final de poder contar con una figura informal hasta que uno decide ir a un dispositivo especializado. Todos tendemos a buscar información para saber qué nos está pasando de forma progresiva. El movimiento asociativo es más cercano y cuenta con una red más extensa, con personas que sirven de referencia porque ya han pasado por la misma situación. Y esto es lo más valioso: se habla el mismo lenguaje”, manifiesta Maribel Rodríguez, presidenta Feafes Empleo. Por ello, el primer paso es clave: “Resulta muy importante poder expresar con libertad: ‘‘Tengo depresión’’. A mí me llama la atención que en las jornadas que he acudido nunca aparezca un hombre. Y yo he conocido a varios que han querido suicidarse. Cuando cuento que he sufrido una depresión, la gente se anima y te lo cuenta. Para un hombre quizás resulta más difícil explicarlo”, cuenta Paloma.

Otras de las reclamaciones de la paciente es “que la gente entienda que esto es una enfermedad y, como tal, se puede salir de ella”. Por ello, Navío pone en contexto que en la depresión, entre otros trastornos mentales, el paciente termine con su vida como solución a su padecimiento. “Uno toma esta decisión porque considera que está experimentando un sufrimiento que va a ser para siempre. Pero tiene que saber que el suicidio se puede prevenir, debe llegarle el mensaje de consuelo que estamos preparados para dotar esa ayuda cuando acuda a su médico de atención primaria a la urgencia del hospital más cercano o al 112. Allí va a encontrar a profesionales que le van a acompañar en ese proceso hasta que lo supere y mejore y pueda servir de ejemplo a otros pacientes”, aclara la psiquiatra.

Así, Nel González Zapico, presidente de la Confederación Salud Mental España, reitera que “el suicidio se puede prevenir”, e insiste en la necesidad de invertir en “medidas eficaces y adecuada”. Entre dichas medidas, González Zapico urge “un teléfono de tres cifras, fácil de recordar, como ocurre con el 016 para la atención a las víctimas de violencia machista, que asegure la atención, el seguimiento, control y la ayuda profesional que puedan necesitar tanto a las personas que piensan en quitarse la vida como a sus familiares, pero no sólo en un momento crítico, sino de forma continuada”.

Herramientas de prevención

Marisa Barrigón presentó los Programas de Prevención en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid, fruto de sus años de experiencia desde que en 2011 inició una colaboración con el Samur para tratar los casos urgentes. Se trata, por una parte, de una aplicación que proporciona monitorización explícita, lo que se denomina EMA (Ecological Momentary Assesment) cuyo propósito es recoger la mayor información posible sobre la conducta y los estados afectivos de los pacientes en contextos cotidianos, para lo que se les realizan cuestionarios que permiten perfilar su situación. Y, por otra, de lo que se denomina monitorización pasiva en la que no se pregunta al paciente, sino que se registra su fenotipo digital monitorizando a través del teléfono móvil sus movimientos, localización, actividad social y periodos de sueño con la tecnología de eB2. La Fundación ha integrado estas dos aplicaciones en lo que ha denominado “Proyecto Smart Crisis”.

La Razón

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