Por qué están aumentando los pensamientos suicidas en los adolescentes españoles

El derrumbamiento de las creencias trascendentales y religiosas, el sentimiento íntimo de soledad por el debilitamiento de vínculos afectivos incondicionales con la familia y la intolerancia cultural al sufrimiento son algunos motivos

Investigadores catalanes sacan a la luz un estudio en una revista científica internacional que pone sobre la mesa el aumento de los casos de suicidio en los jóvenes adolescentes en los últimos años. El catedrático de psiquiatría José Luis Carrasco habla de la realidad de estas evidencias y señala entre los factores predisponentes: «el sentimiento de vacío y de falta de sentido de la vida en un mundo cada vez más ensimismado y fiado en la autosatisfacción como garante de la felicidad».

Insiste en que además, «la depresión adolescente, creciente en un entorno que espera mucho de tus capacidades pero que no es comprensivo con tus errores está detrás de este problema. Asimismo hay que tener en cuenta el impacto del debilitamiento de los lazos familiares estables en favor del individualismo de cada miembro de la familia. Una fragilidad que se extiende a la comunicación personal en favor de la impersonal y colectiva de las redes sociales, favorecedores de la ocultación del malestar y promotores de una falsa imagen de fortaleza».

El especialista, jefe de la Unidad de Trastornos de la Personalidad del Hospital Universitario Clínico San Carlos de Madrid, añade que «el consumo de drogas, que favorecen la evasión temporal pero aumentan progresivamente las vivencias de fracaso vital y de desesperanza se está convirtiendo en otro factor precipitante».

Ofrece, por tanto, pautas orientativas a los padres para que detecten signos de depresión, ansiedad y otros trastornos de salud mental en sus hijos y puedan así frenar precozmente la evolución del trastorno consultado con un especialista:

—El aislamiento social, la irritabilidad, el fracaso escolar, el desdén y la desilusión por actividades propias de la edad (películas, deportes, intereses culturales o musicales)

—La alteración del sueño

—El cansancio, la pesadumbre, la sensación de hastío y de rendición

El suicidio representa un grave problema de Salud Pública en todo el mundo con alrededor de un millón de muertes anuales. Cada año, 145 personas de cada 100.000 deciden quitarse la vida, un hecho que tienen grandes repercusiones en el entorno, ya que las vidas de los allegados se ven profundamente sesgada a nivel emocional, social y económico. En España, ya en 2007, la Estrategia de Salud Mental elaborada en aquel año contempló entre sus objetivos la prevención del suicidio y la evaluación de acciones específicas para disminuir las tasas de suicidio en grupos de riesgo.

Hoy sabemos que el suicidio se ha convertido en la primera causa de muerte no natural en España desde el año 2008. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, en el año 2017 hubo en España 3.679 suicidios, de los cuales, 13 fueron de jóvenes entre 15 y 19 años. Con respecto a hace cinco años, no ha disminuido y las otras causas de muerte principales como los accidentes de tráfico sí lo han hecho. A esta realidad se suma la llegada del trabajo español, realizado por investigadores catalanes que alerta del aumento preocupante de ideas suicidas en adolescentes españoles. «El suicidio o la ideación suicida en los adolescentes suele pasar desapercibida para padres, profesores o médicos de familia», recuerda el catedrático.

Los trastornos mentales sin diagnosticar son sin duda «un factor de mayor importancia en el suicidio adolescente, aunque pueda no parecerlo a veces, en el momento del suicidio la depresión y/o la ansiedad del adolescente son insoportables, y por lo general vividos de una manera solitaria, desesperanzada con la creencia de que nadie puede ya comprenderlos», comenta.

La sociedad admite mal el sufrimiento mantenido de sus miembros. «Si es por una causa concreta y puede solucionarse, todo el mundo parece ofrecerse solidariamente, pero cuando el dolor y el malestar persiste, el entorno se cansa y empieza a mirar hacia otro lado. Parece como que nadie, salvo el que está deprimido, quisiera quemarse en el sufrimiento del otro. Al final, como pasaba en otros tiempos con los leprosos, la gente prefiere apartarse de los deprimidos, aunque más disimuladamente», define el experto.

Y hay que tener en cuenta que quizás «los casos de acoso escolar, que están significativamente asociados al riesgo de suicidio adolescente son un buen ejemplo de esto: el joven acosado acaba siendo abandonado por la mayoría, se queda muy a menudo aislado en su sufrimiento. Ni él mismo se acepta en su faceta de individuo doliente y huye de sí mismo», documenta.

ABC

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