La delicada relación entre desahucios y suicidios

Ernolando Parra es coordinador de psicología en tiempos de crisis de Psicólogos sin Fronteras. Justo antes de hablar con eldiario.esacerca de los suicidios por desahucios, recibe un mensaje en su contestador de un hombre que, llorando, asegura no tener recursos para hacer frente a los pagos de su vivienda: «Se notaba que había perdido el vínculo con la vida. Lo urgente en estos casos es contactar con él y alejarle de la soledad. Es terrible la desesperación con la que hablan, la angustia».

Desde el inicio de la crisis económica han sido cientos los casos de personas que por falta de recursos no han podido hacer frente al pago de sus hipotecas y la respuesta de los bancos fue la de quitarles la vivienda. Esa situación de desamparo ha llevado a muchas personas a quitarse la vida.

«Al Estado le molesta mucho que los suicidios se hayan hecho públicos, pero ya es hora de que asuma que en la población hay un nuevo grupo de riesgo y es el de las personas amenazadas con ser desahuciadas y que únicamente ven la muerte como salida», afirma Parra, que ve en esta situación no un «problema individual, sino comunitario».

Aunque los medios de comunicación únicamente han informado, sobre todo a partir del año pasado, de al menos veinte casos de personas que se han suicidado amenazadas con ser desalojadas de su hogar, según los datos reunidos en la enciclopedia libre 15Mpedia, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) trabaja con intentos de suicidio desde 2009, tal y como atestigua una de sus portavoces, Ada Colau.

Desde que ha comenzado su actividad, la PAH ha conocido cientos de casos de personas que se ven «desposeídas de su futuro y comienzan a pensar en la muerte como única salida». Desde el Estado, asegura Colau en conversación telefónica con eldiario.es, tratan de patologizarlo y creen que son personas que ya tenían predisposición a hacer algo así. «No solo no resuelven el problema económico y el de la vivienda, sino que las envían a un hospital para que se les receten pastillas antidepresivas. No se dan cuenta de que estas personas no están locas, sino que se las enloquece con esta ley perversa», afirma Colau. El problema ya no es la persona, sino sus seres queridos: «Muchas de estas personas se preocupan más por sus avalistas, que en la mayoría de los casos son familiares: abuelos, padres… Esas personas que por quererte y ayudarte también pueden verse desposeídas de todo. Esto es muchas veces lo que más daño hace».

Colau advierte además de que no solo ayudan a personas que piensan en la muerte, sino también a aquellas que valoran otras soluciones: «Han venido ya algunas desesperadas diciendo que iban a explotar una bomba en un banco. A veces hasta tú misma te asustas, pero lo que tenemos que hacer es canalizar todos estos pensamientos».

¿Qué es lo que lleva a una persona a considerar este tipo de soluciones? Tanto Colau como Parra coinciden: la soledad y la falta de esperanza. Para entenderlo, Parra explica el trabajo que realiza Psicólogos sin Fronteras: «Lo primero que hacemos es intentar romper con la soledad existencial, de ahí que siempre empecemos con una acogida emocional. Solo así podemos desvincular la muerte como solución». Lo mismo cuenta Colau. Las distintas Plataformas de Afectados por la Hipoteca siempre reciben a las personas de forma colectiva. «El experimentar la colectividad y conocer gente que está en su misma situación es la mejor terapia».

El resultado de esta colectividad es, la mayor parte de las veces, positivo. Según Colau, la mayoría de personas que se acercan a la PAH con estos pensamientos, los olvidan. El no sentirse solos y comprobar que hay otras personas dispuestas a ayudarles a negociar con el banco y mantener su vivienda supone un retorno de la autoestima perdida. Y ya no es solo la vivienda. Desde Psicólogos sin Fronteras comentan que lo importante es «desligar la vida con tener vivienda o trabajo estable». «Lógicamente -señala la activista de la PAH- no somos infalibles, pero la mayoría acaba encontrando la fuerza». En este punto, Colau se acuerda de Francisco, el hombre que se suicidó en Córdoba hace unos días: «Pensábamos que saldría, pero llegó un día en en que, además de las deudas, Hacienda le acribilló a impuestos».

La mayor preocupación de Colau, no obstante, son las miles de personas que no llegan a la plataforma, bien por desconocimiento o bien porque no saben cómo hacerlo. Y la tarea de prevención por parte del Estado es escasa o nula. Esta despreocupación del Ejecutivo es el motivo por el que desde la PAH hablan de «genocidio financiero».

Parra advierte de que al suicidio no solo hay que prestarle atención una vez consumado, sino mucho antes. Aun así, el psicólogo denuncia además que en estos momentos en España «apenas existen estudios de autopsia psicológica, que consisten en averiguar las causas que a una persona le han llevado a suicidarse». Y de nuevo un obstáculo distinto: los suicidios suelen enmascararse y eso hace mucho más complicado el frenarlos. Parra recuerda, por ejemplo, el caso de una persona que saltó a la vía del tren y se registró como «accidente ferroviario».

La visibilización del suicidio

Por este motivo es importante visibilizar el suicidio. Desde siempre se ha visto como un tema tabú, incluso vergonzante, del que era mejor no hablar, lo que impide que se aborden soluciones. Parra lo confirma: «Nosotros trabajamos mucho con familiares de suicidas y es cierto que todavía hay un estigma. Cuando el suicidio es causa de muerte, la gente cree que es mejor no tocarlo».

En esta invisibilización del suicidio juega un papel importante el efecto llamada o efecto Werther. Werther es el protagonista de una de las novelas más conocidas de Johann Wolfgang von Goethe, Las penas del joven Werther. En ella, el protagonista termina quitándose la vida por amor y tras su lectura se supo que muchos jóvenes le imitaron en la vida real.

El efecto llamada, no obstante, no puede valer para no hablar del suicidio. Lo importante, y en eso juegan un papel esencial los medios de comunicación, es tratarlo como se debe. El Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad publicó el año pasado una Guía de práctica clínica de prevención y tratamiento de la conducta suicida. En ella, recogían las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud a los periodistas para informar sobre el suicidio de forma correcta. El informe alertaba de «una asociación entre el tratamiento inadecuado de las noticias sobre suicidios y un efecto imitativo del mismo», pero también destacaba que «la forma y el contenido de las noticias sobre suicidio también pueden ejercer un efecto preventivo».

Las directrices que la OMS cree que deberían seguir los medios son: no tratar las noticias sobre suicidios de forma sensacionalista; evitar especificar detalles sobre sus características y circunstancias; aportar información precisa, responsable y ética; aprovechar la oportunidad para educar a la población; ofrecer información sobre los recursos de ayuda disponibles; tener siempre en cuenta el  impacto que la información pueda producir en familiares y allegados; trabajar con las autoridades de la salud en la presentación de los hechos; referirse al suicidio como un hecho, no como un logro; presentar solo los datos relevantes en las páginas interiores; resaltar las alternativas al suicidio; proporcionar información sobre líneas de ayuda y recursos comunitarios; aportar información sobre factores de riesgo y señales de alarma.

También apuntaba lo que, en su opinión, no debían hacer: publicar fotografías o notas suicidas, informar sobre detalles específicos del método utilizado, aportar razones simplistas, emplear estereotipos religiosos o culturales o culpabilizar.

Quizás el asunto más importante sea el de no idealizar el suicidio. Por ejemplo y en el asunto que se trata, no afirmar nunca que un suicidio puede ayudar a acelerar la solución del problema hipotecario. El suicidio no es la solución a nada. El sociólogo Javier de Rivera lo ve así. Para él, lo esencial es que no se asocien «ideas positivas con el suicidio, cosas como que es algo romántico o digno o valiente, o una forma de lucha o de protesta adecuada», ya que eso sí puede provocar que aumente. «Si la gente lo ve como algo negativo, una desgracia, una cobardía o un pecado, entonces disminuirá», zanja.

Tanto Parra como Colau consideran que sí hay que informar sobre el suicidio. «Si no lo hacemos por miedo al efecto llamada», señala Colau, «no podríamos enseñar nada: ni la violencia de género, ni los accidentes de tráfico… Es importante que se hable del tema, pero que se hable dejando claro que es algo que se puede resolver». Parra lo compara también con la violencia de género: «Hay gente que opina que no se debe sacar nada sobre la violencia de género por si acaso, pero el único modo que hay para frenarla es contarla, pero que se haga bien».

En lugar de realizar este tratamiento, la cobertura de los medios se centra más en la estadística; en el número antes que en la causa. El sociólogo Javier de Rivera advierte a este respecto de que «estadísticamente» los suicidios por desahucio se corresponderían «con menos de un 1% del total de suicidios», en función de los últimos datos sobre defunciones publicados por el INE, que datan del año 2010. De Rivera se sorprende además de que haya «suicidios más mediáticos que otros». «Por ejemplo, todos los años se suicidan entre 5 y 10 menores de 15 años en España. ¿Cuántos casos se han publicado en las noticias?».

No obstante, en el tema que se trata lo relevante no es la cifra, sino el hecho de haya empezado a producirse. Hasta hace unos años, los suicidios tenían relación, en su mayoría, con problemas individuales y estos casos son, como anteriormente dijo Parra, «un problema comunitario», un asunto social, y eso es algo en lo que coinciden el psicólogo y Colau.

El futuro

Ha habido avances en la crisis de la vivienda. Hace unos días el Parlamento admitió a trámite la Iniciativa Legislativa Popular que pide dación en pago, alquileres sociales y la paralización de todos los desahucios. Colau advierte, no obstante, que la presión continuará y que la lucha no termina ahí. «Que se solucione lo de la vivienda no quita que haya ya toda una generación traumatizada. Hay muchísima gente que no duerme, que ha sufrido pensamientos límite, rupturas familiares, alcoholismo, ansiedad, depresiones, trastornos varios… Es un trauma social con muchos daños colaterales».

¿Y de qué forma se puede abordar una solución? Colau lo tiene claro: «Hay que profundizar en el empoderamiento de la movilización ciudadana. La gente renace con el apoyo». Parra confirma esta explicación: «La gente que más está ayudando a estas personas es la que está en la calle. La PAH lucha y consigue mucho más que el Gobierno. De hecho, una de las cosas que hacemos nosotros es poner en contacto a las personas que nos piden ayuda con los grupos 15M de su barrio o con la PAH. La salida está en los movimientos sociales».

Las estadísticas, por antiguas, no ayudan a entender la relación

Los datos oficiales sobre defunciones por causa de muerte, según explica el sociólogo Javier de Rivera, se publican cada dos años de retraso. «En algunas ocasiones hay avances provisionales de comunidades autónomas o de otros organismos, pero no son realmente fiables porque no están siempre cruzados o verificados», apunta.

Los últimos datos datan del año 2010 y por ello es difícil establecer, siempre estadísticamente, una relación real entre desahucios y suicidios. En opinión de De Rivera, «el tema de los desahucios crea mucha alarma pero estadísticamente si hubiera 30 suicidios al año por desahucio, que ya es una burrada, se correspondería con menos de un 1% del total de suicidios, que son más de tres mil». El sociólogo aclara que «algo que crea alarma social por su presencia mediática no tiene necesariamente que representar una variación importante de la estadística, ya que cambios del 3 o 5% pasan casi todos los años».

De Rivera publicó hace unos meses en este medio un artículo en el que se preguntaba si aumentaban los suicidios con la crisis. En el texto afirmaba que los datos actuales, de 2010, no indicaban que hubiera «una tendencia preocupante de aumento de los suicidios a causa de la crisis. Existe una relación, sí, pero por ahora es menos rave y más compleja de lo que nos presentan algunos medios». Continuaba: «En los últimos 10 años, los incrementos en la tasa de suicidios han coincidido con un cambio de tendencia en la tasa de paro. En 2008, el año que comenzó la crisis, el aumento del desempleo en un 67% (entre diciembre 2007 y diciembre de 2008) se corresponde con un incremento del 10% de suicidios entre la población de 15 a 65 años (entre los mayores de 65 años bajó un 1%). Lo mismo sucede en 2002, cuando un incremento del paro en un 14% se corresponde con un incremento del 7% en el numero de suicidios de personas en edad laboral».¿Quieres contactar con la PAH o con Psicólogos sin Fronteras?

La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) ofrece diferentes vías para ponerse en contacto con ella:
– Por correo electrónico: puedes adherirte a la lista de correo de la Plataforma haciendo click aquí (pincha en el enlace). También puedes enviar un un correo electrónico a pah@afectadosporlahipoteca.com
– Presencialmente: puedes buscar tu PAH más próxima en el listado que publican en esta página (pincha en el enlace).
– Por teléfono: llamando al 653 698 342. Para asesorarte sobre tu caso y organizarte con la PAH debes dirigirte a las reuniones en asamblea de tu PAH más cercana (consulta el listado anterior). Es posible que tu PAH más cercana no tenga teléfono. Envía un correo electrónico o busca su lugar y día de reunión en su web, en su Facebook o pregúntalo en su Twitter. En el caso de que no exista ninguna PAH cerca de donde vives podemos darte indicaciones por teléfono.
– La PAH también está en Facebook y en Twitter.Psicólogos sin Fronteras, por su parte, pone a disposición de que cualquier persona que quiera comentar su caso con ellos el siguiente correo electrónico: tiemposdecrisis@psicologossinfronteras.net

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