Esta terrible fotografía cumple 40 años: la historia del suicidio colectivo en Guyana

Eran todos seguidores del líder religioso Jim Jones, que sin embargo, embelesado de poder se había vuelto un tirano abusador, al punto de someter a sus fieles a seguirlo en su «revolución de la muerte». Más de 900 murieron un 18 de noviembre.

El 18 de noviembre de 1978, hace 40 años, en las selvas húmedas y recónditas de Guyana, ante el grito del pastor Jim Jones “acabemos con esto ya, acabemos con esta agonía”, más de 900 personas cometieron un suicidio colectivo que pasaría a la historia.

Aunque muchos aún creían ciegamente en su líder Jim Jones, que se había convertido en un déspota tirano que hacía trabajar a sus feligreses, incluso a los niños, por largas jornadas, muchos otros no entendían por qué tenían que tomar el brebaje y matarse.

Pero no tuvieron alternativa, o lo bebían o las fuerzas armadas del líder iban igual a acabar con sus vidas.

Lo que ocurrió entonces ese día ha sido revisitado por las investigaciones más como un asesinato masivo que como un delirante suicidio de fanáticos.

La congregación de Jim Jones se había fundado en los años 50 en Indianápolis bajo la idea de una sociedad multirracial en donde las ideas del capitalismo, tan señalado por esas décadas, se mezclaba de formas inesperadas con la biblia y las enseñanzas de Cristo. El particular carisma del líder atrajo a cientos de seguidores, sobre todo atrajo a muchas personas de la comunidad afroestadounidense que empezaron a creer ciegamente en él.

Como en Estados Unidos sus ideas empezaron a ser registradas como peligrosas, el líder empezó a ser vigilado y decidió que lo mejor era encontrar una tierra en donde su congregación pudiera vivir tranquila. Compró terrenos en Guyana, una ex colonia británica, en donde junto con 900 adeptos que lo siguieron tendrían un solo propósito: “ edificaremos Jamestown, un paraíso en la Tierra, lejos de los Estados Unidos y de la sociedad capitalista».

Las granjas comunitarias que proveían a todos los miembros de la secta de los básico para vivir, sin embargo, se parecían más a campos de concentración que a comunas hippies. Las personas eran obligadas a trabajar y castigadas si desobedecían. A los disidentes se les torturaba incluso si se trataba solo de niños o adolescentes incrédulos y todos vivían con una alimentación básica mientras Jim Jones podía disfrutar de una variedad pasmosa de comida.

A pesar de la distancia que lo separaba de Estados Unidos, el polémico líder sabía que su proyecto no estaba del todo a salvo por eso implementó las prácticas de “las noches blancas” unas ceremonias, que según quedó registrado en los archivos del FBI, eran ensayos de un suicidio masivo con pócimas falsas que tenían la intención de borrar de tajo la evidencia de lo que ocurría dentro de esta congregación.

Las denuncias sobre los abusos cometidos Jim Jones escalaron a tal punto que un miembro del gobierno de Estados Unidos, el representante a la Cámara de Representantes Leo Ryan y varios miembros de la prensa viajaron a Guyana para ser testigos de lo que ocurría en las entrañas de esta comunidad.

Aunque en un principio los emisarios fueron recibidos amablemente, Jones no permitió que ninguna evidencia llegara a los tribunales. El congresista y tres periodistas fueron asesinados, y ese mismo día los integrantes de la secta fueron obligados a seguir su deseo, a ejecutar “su revolución de la muerte”: «Hemos obtenido todo lo que hemos querido de este mundo. Hemos tenido una buena vida y hemos sido amados».

Más de 900 personas, entre ellas 200 niños, cayeron muertas una tras otra en un recinto de madera que fue desbordándose en cadáveres. Jim Jones murió también pero no por efectos del veneno disfrazado de jugo de uva, sino por un disparo de escopeta.

UNIVISION

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