La basílica de Santa María es el lugar donde se celebrará la reunión «civil» en la que, con motivo del Día del Superviviente, se recordará a los seres queridos fallecidos
El 17 de noviembre de hace cuatro años, Agustín Erkizia y su mujer Eva hicieron un viaje de ida y vuelta a Barcelona, en autobús, para encontrar a alguien que estuviera en su misma situación, a alguien que entendiera su inmenso dolor y sufrimiento. Salieron a las cinco de la mañana y regresaron a las doce de la noche para compartir unas pocas horas con otros supervivientes, como se denominan las otras víctimas del suicidio, todas esas personas a quienes les afecta para siempre la iniciativa del suicida.
Su hijo se había quitado la vida, «y la sensación que teníamos era que nos había tocado y éramos los únicos en el mundo. Pero miramos las estadísticas y comprobamos que eso no era así. Pero, sin embargo, no veíamos ningún movimiento», explica el zestoarra. Se toparon con el silencio, pese a que casi dos centenares de personas se quitan la vida al año en el País Vasco, y los que lo intentan son hasta 20 veces más. Un auténtico problema de salud pública, se constata cada año, que cada vez está menos escondido.
Así que Agustín y Eva viajaron a Barcelona porque allí se celebraba un acto con motivo del Día Internacional de los Supervivientes a la muerte por suicidio. Pese a la brevedad de su estancia en la capital catalana, «estuvimos con gente en la misma situación que nosotros, y eso te alivia porque entiendes que no eres el único al que le ocurre esto en la vida, que desgraciadamente está mucho más extendido de lo que parece», señala Erkizia.
El acto, organizado por Después del Suicidio-Asociación de Supervivientes, se celebró junto a un pequeño estanque con velas. «Nos alivió mucho hablar y compartir con gente en la misma situación, porque entendimos en parte que no era un proceso exclusivo nuestro», explica.
Aquella iniciativa llega hoy a Gipuzkoa. La basílica Santa María del Coro de la Parte Vieja donostiarra acogerá, a las 13.00 horas, un acto conmemorativo con el mismo fin y en memoria de todas esas personas a las que volverán a recordar, como todos los días, con motivo del Día del Superviviente. El año pasado Biziraun, la asociación que el matrimonio fundó junto a Cristina Blanco, ya llevó a cabo un acto similar en Bilbao. Y este año lo harán por vez primera en San Sebastián, con la colaboración de la asociación Bidegin.
Velas y música
«Está dirigido a todas las personas que han perdido a un ser querido por suicidio, y lo que pretendemos es, cómo no, recordar a estas personas en un espacio que es seguro y en el que los propios supervivientes nos reconozcamos», explica Erkizia. Además, quieren seguir contribuyendo a visibilizar este problema de salud pública.
El acto no tiene un programa detallado. Tras unas palabras de bienvenida, se prevé que hable alguna persona que participa en los grupos de apoyo de Biziraun. «El que quiera también encenderá una vela con el nombre de la persona que ha fallecido por suicidio, y quienes lo deseen, porque es totalmente voluntario, podrán llevar la fotografía de esa persona», explica. El «sencillo» acto, con entrada libre, finalizará con la música de Alize Mendizabal, quien interpretará varias piezas al órgano.
Pese a que se celebre en una basílica, el cofundador de Biziraun subraya que es «un acto completa y absolutamente civil». De hecho, también acudieron a Madrid a otro acto similar «que fue en la iglesia de San Antón, la que lleva el padre Ángel. Nos reunimos en un local dentro de la iglesia pero allí había gente absolutamente atea. Se trata de disponer de un espacio en el que la gente sabe lo que se va a encontrar: personas con un verdadero sufrimiento por la pérdida de un ser querido por suicidio. En este caso coincide que es en una basílica».
Desde su fundación, Biziraun ha puesto en marcha distintas iniciativas, como el grupo de ayuda mutua que funciona en Bilbao. «Creemos que tiene un efecto terapéutico claro y desde la asociación queremos impulsar la creación de más grupos», tal y como han solicitado como miembros del equipo de trabajo que está elaborando el Plan vasco de Prevención del Suicidio. En su caso, lamentan sus limitaciones como asociación, «que lideramos tres personas con nuestras propias ocupaciones, por lo que no podemos extender la red y crear grupos de forma incontrolada».
Erkizia asegura que estos grupos son terapéuticamente sanadores, «el poder compartir, hablar en espacios en los que se te entiende. El lenguaje del sufrimiento cala, porque te miras a los ojos y te entiendes y cuando se ponen encima de la mesa temas que son comunes que todos viven desde lo más íntimo, eso reconforta».
EL DIARIO VASCO