Muchos hombres viven absortos en sus empresas exteriores o en la superficialidad de una vida de masa que se muestra poco inclinada a la reflexión. Solamente entran dentro de sí en el choque con la realidad, es decir, en la experiencia de la frustración, del fracaso o la derrota.
El infortunio, un accidente de tráfico, la muerte de los padres, de la esposa o de un hijo… nos arrancan cruelmente de la dispersión para ponernos frente al problema del significado fundamental de la propia existencia. “Me convertí para mí mismo en un grave problema”, afirma Agustín, refiriéndose al trauma sufrido con ocasión de la muerte de un amigo.
El fracaso de nuestros propios proyectos, la fatiga y la dureza del trabajo, el cansancio de vivir, la impotencia de alcanzar una paz estable, la soledad, el abandono de tantos amigos…, en una palabra, el contraste entre lo que uno es y lo que le gustaría o debería ser para ser plenamente hombre, son otras tantas experiencias que nos invitan a reflexionar.
Muchos intentan un planteamiento de la vida en conformidad con una filosofía o una visión del mundo y del hombre, sin tener en cuenta las dimensiones profundas y personales del mismo. Este vive alienado, como número en medio de una gran masa interpersonal, que lo seduce con crueldad sin tener en cuenta sus problemas personales. O bien corre detrás de valores engañosos, orquestados por una pérfida publicidad, olvidándose de los verdaderos problemas.
Y sucede que todo este conjunto llega en el momento en que no sólo no ofrece ninguna satisfacción, sino que se hunde dejando aparecer el vacío y la nada. Correr diariamente tras una fantasía rutinaria, en modo automático…; de pronto todo se derrumba, se revela en toda su crudeza el absurdo y el vacío de semejante existencia.
Este fenómeno de experiencia del vacío y de la nada frente a una civilización dominada únicamente por la técnica y por el funcionalismo lo atestiguan otros pensadores como A. Schaff y E. Bloch. El hombre no vive solamente de economía, de política, de tensiones sociales. La experiencia del vacío y de la nada no es más que un modo negativo de repulsa de una civilización que debería servir al hombre, pero que lo ahoga en sus aspiraciones más profundas y más personales.
El mismo sentido de la existencia y la posibilidad de realizar una auténtica libertad parecen depender en amplia medida de los demás. La frustración de estas relaciones parece conducir por tanto casi inevitablemente a suscitar el problema del ser y del significado del hombre.
Es necesario transitar la vida, siendo conscientes que existen puntos inconciliables con los que no vamos a poder.
RECUERDE: EL Suicidio es una causa de muerte EVITABLE.