En el campamento de refugiados de Moria, en la isla griega de Lesbos, la violencia es mortal. A eso se suma el hacinamiento y las condiciones sanitarias paupérrimas. Una organización humanitaria ha dicho que niños de 10 años han intentado suicidarse.
«Siempre estamos listos para escapar, tenemos a los niños preparados las 24 horas del día», dice Sara Khan.
«La violencia significa que nuestros pequeños no pueden dormir por miedo».
La refugiada afgana explica que su familia pasa todo el día haciendo colas para conseguir comida en el campamento y toda la noche en alerta por si deben salir huyendo ante el temor de las riñas que se desatan constantemente.
Las condiciones son tan perturbadoras que organizaciones humanitarias han decidido irse en forma de protesta.