Seis de cada 10 suicidas piden ayuda durante la semana en que se quitan la vida

Si la estadística se cumple, hoy se quitarán la vida 10 personas en España y unas 200 lo intentarán, una paradoja trágica del Día Mundial de Prevención del Suicidio. Y si los estudios de los psicólogos son ciertos, seis de ellas habrán pedido ayuda en la última semana y dos hoy mismo.

Los adolescentes y adultos que hoy se quiten la vida serán muchos más que las mujeres que son asesinadas por violencia de género o las personas que mueren en accidente de tráfico, dos causas que cuentan con planes estatales específicos, campañas investigación académica con titulaciones incluidas o determinada atención mediática.

Sin embargo, el suicidio, la primera causa de muerte no natural en España, sigue en el tabú de la calle y en el silencio de la política. «Para la prevención del suicidio no hay respuesta institucional, ni política, ni leyes concretas, ni capacitación, ni recursos completos para los profesionales de la salud».

Lo entrecomillado es del psicólogo Carlos Salamero, quien, junto a su colega Mar Segovia, ha publicado un libro con un título que lo dice todo: Haciendo visible lo invisible. La publicación es un repaso de lo que el Instituto de Trabajo Social y Servicios Sociales (Intress) hace con las personas que intentan quitarse la vida, con las familias de quienes lo han consumado y con los sanitarios que tratan o pueden detectar a los potenciales suicidas.

Tras un puñado de años de trabajo, el libro cuenta que los principales factores desencadenantes de los intentos de suicidio son la conflictividad familiar, la desesperanza, la soledad, la no expectativa de futuro y la falta de control emocional. Salamero lo resume en cinco palabras: «Es una visión de túnel».

El documento sostiene que conocer esos factores es clave para activar las estrategias de intervención. Los autores de Haciendo visible lo invisible ofrecen un dato que da pistas sobre las grietas que presentan los sistemas personales, familiares o profesionales de prevención: «El 60% de las personas que se quitan la vida ha pedido ayuda de alguna o de otra manera durante la semana en que se acaban suicidando. Y el 25% en el mismo día».

Una de esas técnicas de prevención es hablar. «Hablar alivia. Hablar libera. Hablar de suicidio no provoca suicidio, sino que ayuda a las personas a expresar sus emociones en situaciones difíciles. Y contribuye a que el suicidio no sea un tabú». O lo que es lo mismo, «cifras invisibles para la opinión pública».

Por ejemplo, que las muertes por suicidio duplican a las del tráfico y son 80 veces superiores a las de la violencia machista. O que los hombres se suicidan tres veces más que las mujeres y que ellas lo intentan el triple, pero fallan porque usan métodos menos letales. O que entre los niños y los jóvenes de entre 15 y 29 años, el suicidio es la segunda causa de muerte tras los tumores. O que el personal de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado se suicida el doble que la población general. En resumen, que en España se quita la vida una persona cada dos horas y media. Una cada 40 segundos en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud.

El pasado 6 de agosto, la ministra de Sanidad, Carmen Montón, avanzó en una entrevista con EL MUNDO que el Gobierno hará campañas de sensibilización, llegará a acuerdos con los medios de comunicación para la redacción de libros de estilo y elaborará estrategias sanitarias para el abordaje de la conducta suicida. Durante aquellos días de inicios de agosto, su equipo manejaba materiales como las campañas de la Comunidad Valenciana, que incluyeron anuncios en marquesinas o autobuses.

Unas semanas antes, Montón había anunciado en el Congreso de los Diputados la creación de un Plan Integral de Prevención del Suicidio, y, aunque ya ha mantenido reuniones con algunas asociaciones, aún no hay nada oficial sobre el asunto.

EL MUNDO

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