El tabú que pesa sobre las muertes por suicidio entre los agentes de la Policía Nacional empezó a resquebrajarse hace cuatro años cuando el Sindicato Unificado de Policía de Galicia (SUP) puso en marcha el recurso psicológico ViveCNP. La idea de partida de este proyecto pionero en el cuerpo partía de un preocupante dato: la incidencia de suicidios entre los agentes de la Policía Nacional duplica a la de la media global de la población. La estadística entronca con una afirmación realizada por Daniel J. López Vera, psicólogo especialista en el tema, que asegura que la esperanza de vida entre los policías «es un 20 por ciento menor que en el resto de la sociedad».
Echando mano de los datos, los responsables del SUP en la Comunidad optaron por abrir un gabinete psicológico que no solo recibe llamadas de atención de los efectivos que lo soliciten, sino que tiende la mano a quien pueda necesitarlo si entre los compañeros se detecta algún comportamiento «anormal» o alarmante. De forma telemática o a través de otros agentes, los interesados disponen de dos días a la semana para contactar con este servicio que cuenta con una página web y está presente en las redes sociales. Al otro lado de la línea está José Antonio Tamarit, policía y licenciado en Psicología que tiene claro que lo importante es «contextualizar» cada caso que se les presenta.
Las estadísticas del año pasado revelan que el número de suicidios en la Policía Nacional fue de 13. Tres de ellos se produjeron en Galicia y cuatro en Canarias, lo que coloca a estas comunidades a la cabeza de un ránquin muy variable y en el que deben tenerse en cuenta muchos factores. «Lo importante es analizar cuándo y por qué», explica Tamarit en una charla con ABC. Al hablar sobre su experiencia al frente de este gabinete que vela por la salud mental de los efectivos, el psicólogo explica que sus estudios y el ser agente le otorgan una doble visión del problema que un psicólogo externo no tendría. El modelo por el que Galicia ha apostado —y que otras comunidades están estudiando como ejemplo— simula lo que ocurre en países como Estados Unidos, donde entre compañeros existe un apoyo y un asesoramiento que se ha comprobado efectivo.
Sobre esta cuestión, Tamarit ahonda en la necesidad de comprender en profundidad la realidad de los agentes para plantar cara a sus problemas. «Los policías nos enfrentamos a los peligros de los que la gente huye y eso no sale gratis», resume en clara alusión a los riesgos innatos de la profesión. Un microestudio realizado por el propio gabinete de ViveCNP refrenda las palabras del psicólogo. De los 211 agentes entrevistados, un 72 por ciento reconocieron haber vivido alguna intervención que les afectó psicológicamente.
Este estudio, que supone un primer paso en el análisis de las condiciones de la plantilla en cuanto a salud mental laboral, también revela que el 78 por ciento cree que el trabajo policial influye en el estado psicológico del policía. De todos los entrevistados, un 7 por ciento ha causado alguna baja por motivos psicológicos y un 14 por ciento ha tenido alguna idea suicida.
Con estos argumentos sobre la mesa, los responsables de este recurso psicológico con sello gallego se afanan en la protección del trabajador «desde el punto de vista físico, económico, laboral y jurídico». Y lo hacen con una doble finalidad, explican, «la de controlar todos estos aspectos, porque todos influyen de forma directa en la psicología del policía a la hora de trabajar». Profundizando en las condiciones particulares de un trabajo que a menudo pone la vida de quienes lo desarrollan en riesgo, desde el SUP subrayan los riesgos asociados a la profesión, que van «desde la alta movilidad geográfica, al trabajo a turnos, en espacios confinados o al uso de armas de fuego».
La experiencia de este proyecto ha ayudado a trazar un perfil del agente en riesgo, que dibuja a un varón que ronda los 42 años. A ellos, y también al resto de la plantilla de la Policía Nacional en Galicia (formada por unos 2.600 agentes) se dirige una herramienta que empieza a dar sus primeros frutos —con distintas intervenciones en congresos y la redacción de manuales— y que el pasado año atendió a cerca de una treintena de efectivos. Desde el año 2000 y hasta el 2016 los suicidios han causado 141 bajas en este cuerpo.