Por los dos grandes tramos de ferrocarril del este de Florida se desplazan diariamente decenas de toneladas de mercancías y miles de pasajeros. Son arterias de acero que constituyen uno de los pilares económicos del estado, pero también son portadores de muerte.
En los últimos cinco años, 260 personas han muerto despedazadas por las ruedas de los trenes, la mayoría de las cuales, por actos de suicidio. En los 10 años anteriores a eso, no pasaron de siete, según cifras de dos empresas de ferrocarriles reveladas el lunes.
Pero la crisis económica se ha cebado con Florida y su gente. La tasa de desempleo es de 8,7%, más alta que el promedio nacional, factores que para los especialistas han incrementado la tasa de suicidios. «El desamparo parece ser un factor importante. Familias que se separan, la gente no tiene donde vivir y se queda en las calles. La telaraña familiar aquí se está desagregando, se rompe muy fácilmente», comenta a ELMUNDO.es el sociólogo Marco Jiménez. Además, «es muy fácil suicidarse contra un tren. No hay nadie mirando, o que lo pueda impedir. Los suicidas lo saben», agrega.
En Florida hay dos grandes líneas de trenes que se mueven a lo largo de la costa este. Una de ellas comunica el estado con el resto del país, transportando pasajeros y mercancías. La otra es regional, sirve cuatro ciudades y conecta Miami con West Palm Beach en un trayecto de un hora. Es muy usada por empleados de empresas en Miami que viven fuera de la ciudad porque es más barato.
En los últimos seis meses, tres individuos se arrojaron bajo las ruedas de un tren a la salida de Boca Ratón, cuando se desplazaba hacia Miami. Uno era buscado por las autoridades por haber matado a su novia. Pero los otros dos eran desamparados, gente sin casa, familia o trabajo.
En términos nacionales, la tasa de suicidios recurriendo a los trenes es muy baja, poco más de 1% de todos los casos, pero en Florida es preocupante porque dada la alta cifra tiene un impacto adicional. Cuando un suicida se tira debajo de las ruedas o se acuesta en los rieles esperando el paso del tren, los conductores cuando los ven casi nunca tienen tiempo de detener el vehículo y terminan viviendo la pesadilla de destrozarlos con su instrumento de trabajo. Es casi imposible detener de inmediato un tren que va a alta velocidad. Según los especialistas, se llega a necesitar de unos cuatro kilómetros de rieles.
Cambian otras vidas
Anualmente, la administración del Tri-Rial, el nombre del tren regional, gasta millones de dólares en tratamiento psicológico con los conductores envueltos en incidentes de este tipo. «Ellos jamás se olvidan de esto. Cuando la gente decide acabar con sus vidas y se lanza delante de un tren, no tiene la noción de que están cambiando la vida de otras personas», dijo la portavoz de Tri-Rail, Bonnie Arnold.
Las mayoría de los suicidios en Florida ocurre en los rieles del Tri-Rail porque es el más concurrido tiene un servicio más regular y su ruta está más cerca de las áreas urbanas. El otro tren, que transporta mercancías y pasajeros hasta Nueva York, cruza Florida por el centro del estado. Tanto es así, que casi todos los suicidas que se tiraron bajo las ruedas de sus trenes, lo hicieron dentro ya de las áreas urbanas, principalmente en los cruces a pocos metros de la estación terminal de Miami.
Por otro lado, hay otro factor que contribuye a los suicidios y cuya solución los especialistas creen que se encuentra exclusivamente en manos de los gobiernos locales y de las autoridades del estado. El servicio del Tri-Rail pese a su popularidad es deficitario y para sobrevivir necesita de subsidios gubernamentales. Pero en los últimos años, los políticos han cortando constantemente esos subsidios y los administradores del Tri-Rail han tenido que cortar en la manutención y construcción de barreras protectoras de los rieles que dificulten el acceso de personas.
El grueso del dinero para seguridad es utilizado para mantener los rieles, modernizar los carruajes y la red de señales, pero se presta muy poca atención a lo que sucede alrededor de la ruta. Construir una cerca o un muro alrededor de los rieles es muy costoso. Hace unos años todavía habían guardias que los patrullaban en busca de alguien que aparentara un suicida para intentar disuadirlo. Dicen los psicólogos que los suicidas acostumbran a merodear durante días por los lugares donde piensan acabar con sus vidas. Pero ahora, esas rondas son escasas