A juzgar por las edades en que se contrae matrimonio, a la mayoría de los jóvenes de instituto les queda lejos la fecha de casarse, pero aun así la mera posibilidad de hacerlo con una persona del mismo sexo reduce el estigma sobre la homosexualidad. Además, evita muertes. Así ocurrió en Estados Unidos hace unos pocos años: la ola de legalizaciones del matrimonio gay en muchos estados de principios de 2015 influyó en que bajaran un 0,6% los intentos de suicidio entre los adolescentes de esos territorios. En el caso de los jóvenes LGTB, la tasa se redujo un 4%.
Las conclusiones derivan de un estudio de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins publicado esta semana, que cuantifica el descenso: en el año posterior hubo 134.000 intentos de suicidio menos en todo EE UU, una caída vinculada, según la investigación, a la aprobación de las leyes igualitarias.
A lo largo de enero de 2015, cinco meses antes de que el Tribunal Supremo elevara a ley federal el derecho al matrimonio igualitario, 35 estados dieron el sí a normas que lo legalizaban. En 32 de ellos, los investigadores han analizado cómo evolucionaron los intentos de suicidio en la población joven desde 1999 a finales de 2015. Luego, compararon las cifras con las de los estados que no habían legislado a favor. Ahí se apreció, por contraste, el efecto inesperado del matrimonio gay: en los estados sin legislación el número de intentos de quitarse la vida seguía subiendo. En los favorables, bajaba.
Eso sí, el impacto positivo se difuminó al cabo de dos años: de media, en ese tiempo los estados volvieron a las terribles tasas habituales de suicidio juvenil.
En la nota difundida por la universidad, la investigadora principal del estudio explica la influencia de la aprobación: «Se trata de estudiantes de instituto que por lo general no se van a casar en breve, pero aun así que se permita el matrimonio entre personas del mismo sexo reduce el estigma asociado con la orientación sexual». El estudio no precisa si la reducción se debió directamente a las aprobaciones de las leyes o a la influencia de las campañas de concienciación que las rodearon. Sí se ha observado, en cambio, que en general los porcentajes no empezaban a bajar hasta la aprobación y no en los meses anteriores, cuando se supone que el debate ya había calado en la opinión pública.
El suicidio es la segunda causa más común de muerte en Estados Unidos entre los jóvenes de 14 a 25 años, tras la muerte accidental. Y es un problema creciente: aumentó un 24% entre 1999 y 2014. En el periodo de 2009 a 2015, los intentos que requirieron atención médica crecieron en un 47% y esa subida se acentúa aún más en la comunidad LGTB: casi la mitad de los estudiantes de instituto homosexuales o bisexuales, un 43%, confiesa al menos una tentativa. En el caso de sus coetáneos heterosexuales, la tasa es del 15%. Las frías cifras desvelan una diferencia enorme también entre quienes consiguen quitarse la vida: lo logran los jóvenes gays de dos a siete veces más que los heterosexuales.