Hace frío y llueve. Hasta ahí todo parece normal si hablamos del invierno y de la cruda realidad de estos días grises y tristes. Lo que en los países nórdicos es normal para los españoles tener días y días así, quizá no es necesariamente bueno.
El aumento de depresiones, de melancolía y de suicidios no descritos en la prensa diaria supone que en España, según leo, la primera causa de muerte no natural sea esta. El efecto Werther conocido en algunos países como efecto Copycat en donde tras un suicidio se sucede la cadena de ellos y responde a la imitación como consecuencia de la desesperanza. En este sentido se vuelve a apelar a la responsabilidad de los medios a la hora de informar dado que la población no puede siempre manejar determinados aspectos en su vida y puede tener unas consecuencias fatales.
El impacto que tiene sobre las personas cuya situación de salud mental está comprometida puede hacer que al leer determinados aspectos del relato en donde se comprueban detalles y otras recomendaciones se inspire compasión y se produzca el hecho en sí como salida eficaz y rápida a un problema aún no resuelto.
Quizá también, Goethe nunca supo el impacto que causó su novela, Las cuitas del joven Werther, que desencadenó la llamada fiebre Werther a lo largo de Europa y por ello aumentaron los suicidios entre sus lectores por imitación del joven protagonista. Ciertamente al hablar de una conducta mimética que se da con la sobreexposición a la información concerniente al hecho en sí de una persona famosa, la imitación se procura necesariamente. Realmente para el autor fue un impacto y posteriormente en las sucesivas ediciones del ejemplar, descargo su responsabilidad con la frase, “sé un hombre, no sigas mi ejemplo”.
¿Es por tanto la prensa responsable de dicho efecto? La prensa, la radio, la televisión y ahora Internet como vía importante a la hora de transmitir noticias falsas o relatadas sin rigor alguno. La relación causa-efecto es evidente y sigue siendo un compromiso por parte de los medios precisar y contrastar la información y por supuesto saber exponerla acertadamente. El manejo correcto de los datos, la exposición de los hechos, la idealización del protagonista o de cómo ha querido quitarse la vida, no siempre se ajustan a los tres ejes reales en donde se maneja una persona que se suicida.
La naturaleza social del mismo, la detección del problema o prevención del suicidio y los indicadores de ideación suicida harían que en estos casos, se pudiera al menos, evitar algún episodio no contemplado. Es por ello necesario que los colegas deban presentar una explicación simplista y que el suicidio no sea el resultado de un solo factor porque no lo es.
La historia psicosocial de la persona y su entorno no es un detonante ni tampoco la palabra culpa que señala necesariamente a alguien. También es importante obviar la palabra enfermedad o patología, seguida de mental dado que muchas de ellas no están siendo tratadas en estas personas y pueden dar lugar a episodios que terminen en suicidio. Estigmatizar a los pacientes o buscar en la enfermedad mental la vía para que suceda no es responsabilidad de los médicos sino de los informadores que lo manifiestan en sus letras con pelos y señales. Cometer el error de hablar de enfermedad mental o cronificar una patología mental puede dar lugar a una interpretación inexacta para el paciente que está desamparado y no ve salida en su vida. En ese sentido, presentar al suicidio como una conducta normal o esperable por parte de quien lo comete supone que la población lo considere así.
Es significativo también que la idealización del mismo se presente como un hecho valiente, heroico o comprensible en términos por ejemplo de desamor o pérdida.
Tampoco es identificativo en el caso de una enfermedad crónica ni de adversidades que no se puedan manejar. Esto contrasta también con la información negativa que da pie a que familiares y amigos relaten las bondades de la persona que ha cometido un suicidio. La idea atractiva de ese acontecimiento sugerirá de igual forma que la acción hará que hablen bien de ti al final de tus dias.
Las coberturas sensacionalistas, los reportajes detallados, los relatos de suicidios fallidos o consumados, no hacen sino exponer a la sociedad a información que no siempre corresponde a la realidad de los hechos. La prevención del suicidio, la información para la salida de la enfermedad o la proyección de una vida ilusionante sería algo que debiera acompañar a la información.
Y todo esto viene al hilo de una información en donde se baraja la expresión, en “España la primera casua de muerte no natural es el suicidio. Asturias está a la cabeza”.
Ni en España se está suicidando la gente ni en Asturias por el tiempo lluvioso caen como chinches. Vamos a darle el tono que corresponda cuando la información lo requiera, pero no vamos a hacer sangre a la hora de contar que estamos en invierno y no necesariamente son días alegres. O sí. Lloviendo se pueden empezar a hacer grandes empresas fuera de la calle, en un entorno traquilo, con paz y serenidad que invite a la reflexión y a la creación.
Dentro de poco será primavera, no obstante. Informemos colegas, pero hagámoslo bien. Por el bien de la sociedad, solamente.