La SEPB trabaja en concienciar a los médicos que deben contar lo vivido e intercambiar experiencias con compañeros
Detrás de cada caso de suicidio hay una segunda víctima, el profesional sanitario que ha intentado evitarlo y finalmente no lo ha logrado. Una situación que hace tambalear las convenciones morales y profesionales provocando un sentimiento de culpabilidad que afecta a su salud mental. Por ello, desde Psiquiatría están ayudando a concienciar que el profesional no debe aislarse, sino que debe externalizar sus sentimientos e intercambiar experiencias con otros compañeros.
“Dentro de la cultura de seguridad del paciente está claro que la primera víctima es el enfermo y la familia, pero el profesional que se enfrenta a estas situaciones es la otra víctima”, asegura Víctor Pérez Sola, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica (SEPB).
Una situación que viene recogida en el Plan de Seguridad del Paciente del Ministerio de Sanidad, donde se definen el efecto que provoca: “Las repercusiones de los eventos adversos en las segundas víctimas pueden llegar a incapacitarles afectando seriamente el desarrollo de sus funciones, sobre todo cuando existe una presión social externa”.
Uno de los colectivos que más se enfrenta a ello son los psiquiatras que se dedican a tratar pacientes que ha mostrado tentativas suicidas o se están planteando acometer el suicidio, para los cuales tener las herramientas para afrontar esta situación es algo “muy importante”. “Cuando un paciente que llevas tú muere por suicidio, lo primero que piensas es qué he hecho mal, qué podía haber hecho para que no hubiera pasado. Da igual la experiencia que tengas. Yo tengo 60 años y, por desgracia, he tenido que ver como se han suicidado varios pacientes. Cada vez que me llama una familia para darme la noticia me entran las mismas dudas que a los demás”, explica Pérez Sola.
Ocultamiento de los suicidios por sentirlo como un error profesional
Al igual que ocurre con el tabú a reconocer que se padece un trastorno mental, entre los sanitarios también hay reticencias a aceptar que un paciente se ha suicidado. “Hay miedo a reconocerlo y a decírselo a lo demás porque tienes la sensación de que algo se ha hecho mal. Desde la SEPB estamos llevando a cabo un programa que lo que busca es que los psiquiatras hablen con otros profesionales y pidan ayuda”, detalla Pérez Sola.
El psiquiatra entiende que el “miedo” es algo muy humano y, tanto es así, que incluso un 10 por ciento de profesionales de la salud mental que han pasado por esta situación se han planteado dejar la profesión. “Es muy difícil no tener la sensación de que se hubiera podido hacer algo más. El psiquiatra tiene que aprender a convivir con ese sentimiento de culpa, pero lo que no tiene que hacer es aislarse. Fundamentalmente hay que hablarlo. Al contarlo a los compañeros te cuentan cómo se sintieron igual al pasar por esa experiencia. Simplemente, es un riesgo laboral”.
¿Cómo debe el sanitario afrontar la muerte de un paciente?
Según explica el presidente de SEPB, hay tres maneras adecuadas para llevar a cabo la gestión de los eventos adversos graves. La primera consiste en hablarlo directamente con los compañeros para que ellos te ayuden a superarlo. “El 60 por ciento logra superar esta situación al contárselo a los compañeros”, asegura Pérez Sola.
La segunda manera consiste en obtener ayuda de gente formada para tratar estas segundas víctimas. Una opción que funciona con el 30 por ciento de los psiquiatras, según detalla el especialista. Mientras que la última herramienta disponible es acudir ya a un profesional de la salud mental, algo que es necesario en el 10 por ciento de los casos.