Los expertos y las asociaciones que trabajan en la prevención del suicidio reclaman un plan urgente de prevención del suicidio, un teléfono gratuito para atender los casos, más inversión en salud mental y educación emocional.
María Luisa Carcedo fue la ministra del PSOE que estuvo más cerca de sacar adelante un plan de prevención del suicidio dentro de la actualización de la Estrategia de Salud Mental. El suicidio, un gran tabú entre la sociedad, también ha sido uno de los temas más olvidados por los partidos que han gobernado en España. El mejor ejemplo que refleja el poco esfuerzo que se ha puesto en prevenir estas muertes es que se han ido reduciendo la mayoría de fallecimientos por otras causas externas mientras que los suicidios subían. Por esto Carcedo, cogiendo el testigo de la también ministra socialista Carmen Montón, marcó la prevención del suicidio como una prioridad del Ministerio de Sanidad durante su mandato.
Carcedo explica a Público que en esta etapa se inició un trabajo de colaboración con asociaciones que trabajan en la prevención del suicidio, con supervivientes, sociedades científicas, profesionales y otros agentes como trabajadores de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para enfocar el abordaje de este problema «de salud pública». «No es algo individual, es colectivo y nos afecta a toda la sociedad. Es prioritario», explica mediante conversación telefónica. En este tiempo el Ministerio de Sanidad también publicó el primer manual para los medios de comunicación sobre cómo informar sobre el suicidio.
Este trabajo se verá plasmado en la próxima actualización de Estrategia de Salud Mental que se espera que se apruebe este otoño en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud. Este documento, como ya publicó este medio, está prácticamente terminado y la prevención del suicidio es una de las claves.
Pero había más trabajo previo al de Carcedo. La exministra Montón señala que la prevención del suicidio se convirtió por primera vez en prioridad con el plan de prevención en el País Valencià. Montón lo impulsó cuando fue consellera de Sanidad Universal y Salud Pública. «Son muertes prevenibles por lo que era urgente trabajar en ello. Además, había un mandato de la Organización Mundial de la Salud, que había fijado que en 2020 todos los Estados miembros tenían que reducir en un 10% la tasa del suicidio. El tiempo ha demostrado que era necesario actuar», explica a este medio.
Fue un plan pionero en España y había muy pocas experiencias previas en Europa. Tuvo cuatro pilares: concienciación y sensibilización, intervención desde el ámbito sanitario para buscar de forma proactiva a las personas que se habían intentado suicidar —un 50% de las personas que se llegan a quitar la vida ya lo habían intentado antes—, intentar involucrar a otros actores y difundir buenas prácticas de comunicación sobre los suicidios para la prensa.
Hay otros planes que se han desarrollado entonces a nivel autonómico como el de Galicia o Euskadi, pero los expertos creen que es necesario que se lance una estrategia a nivel estatal. El suicidio es un problema muy grave: diez personas se quitan la vida al día solo en España, pero la parte buena es que hay salida y que hay forma de prevenir estas muertes. Los profesionales insisten en señalar que si se redujeron las muertes por accidente de tráfico —de 6.024 en 1999 a 1.842 en 2019—, también se puede conseguir prevenir los suicidios.
Plan de prevención del suicidio y formación
Los expertos creen que debe existir un plan concreto de prevención del suicidio, aunque que se incluya dentro de la actualización de la Estrategia de Salud Mental ya es un paso. Anna Canet, psicóloga y una de las fundadoras de la Asociación para la Prevención del Suicidio y la Atención al Superviviente (APSAS), explica que el plan debe contemplar acciones en todos los ámbitos, desde el sanitario hasta el educativo o familiar. La formación a los profesionales y los talleres en colegios son fundamentales. Además, cree que habría que llegar a las familias para que los padres puedan hablar con sus hijos sobre esta realidad, como se habla de las drogas o de temas de educación sexual.
Esta formación daría respuesta a una necesidad ya completamente real. Canet cuenta que con la pandemia se han «disparado» las peticiones de docentes para recibir formación. «Desde octubre del año pasado es un no parar. Piden asesoramiento cuando tienen un caso, formación y charlas para los padres. Entonces hablamos de las cifras, que son muy desconocidas, pero también de las señales de alerta, de cómo apoyar a las personas y dónde encontrar ayuda».
Presupuesto e inversión en salud mental
Este plan debería tener presupuesto. En muchas ocasiones los protocolos se quedan guardados en un cajón si no tienen cifras que aseguren que se van a llevar a cabo, como Natalia Lorenzo, psicóloga y socia fundadora de la Asociación Papageno, lamenta que pasó con el elaborado en Asturias en 2018.
Por esto todos los expertos consultados piden protocolos y planes presupuestados —la Estrategia de Salud Mental no está presupuestada— para que se aumente la inversión en salud mental, la conocida como «hermana pobre» de la sanidad pública. Nel González, presidente de la Confederación de Salud Mental de España, señala que España tiene una ratio de seis psicólogos por cada 100.000 habitantes y en los países de nuestro entorno la ratio es de 18 por cada 100.000 habitantes. Habría que aumentar casi el triple de psicólogos para que España se igualara. La parte positiva, según Carcedo, es que no se necesitan «grandes inversiones tecnológicas» para potenciar la salud mental por lo que sería posible factible mejorar las condiciones.
Teléfono para la prevención del suicidio
González añade que una de las mayores reclamaciones es que se cree un teléfono de tres dígitos para atender estos casos. Debería funcionar de una manera similar al 016, el teléfono de atención a las víctimas de malos tratos por violencia de género, y que fueran profesionales los que se encargaran de él. Según el experto en Finlandia, con un teléfono e intervenciones educativas, consiguieron bajar su tasa de suicidio en un 40%. La actualización actual de la Estrategia de Salud Mental contempla «desarrollar una red de atención telefónica para mejorar el abordaje a la persona con riesgo suicida».
Esto es sumamente importante porque hasta ahora la ayuda se recibe en el propio sistema sanitario o bien la ofrecen las propias asociaciones. El Teléfono Esperanza (717 00 37 17) es uno de los más conocidos. Lorena Prieto, coordinadora de Madrid, explica que en 2020 registró un incremento del 45% de llamadas respecto al año anterior. A este recurso acuden por distintos problemas como crisis emocionales, soledad o ansiedad, pero al menos 4.900 llamadas del total de 160.000 que atendieron el año pasado estaban relacionadas con temática suicida.
Educación emocional, hablar y desestigmatizar
Andoni Anseán, presidente de la Sociedad Española de Suicidología, ve fundamental intervenir «hablando». «Hay muchas cosas que se pueden hacer que ni siquiera cuestan dinero y están relacionadas con la sensibilización. Como sociedad tenemos que pensar que nuestros familiares, amigos, compañeros de trabajo o de estudios, etc pueden tener conducta suicida. No estamos en esa pantalla y nunca preguntamos, pero nos tenemos que concienciar ya», avisa Anseán. Para entender esto es fundamental que dejemos de ver este problema como ajeno y dejar de estigmatizar a las personas.
Pero Anseán también cree que un paso para avanzar en esto es la educación emocional en los colegios y en los institutos. Hay pocos colegios en los que se ofrezca educación emocional y solo en Canarias está asentada como asignatura obligatoria.
Además, se requieren más campañas como las que realizan principalmente las asociaciones. Ahora, por ejemplo, por el Día Mundial de la Prevención del Suicidio este 10 de septiembre, la Asociación del Teléfono de la Esperanza ha organizado para el viernes y el sábado una campaña bajo el lema «Tú salud emocional, la mejor vacuna para prevenir el suicidio» y estarán en la plaza de Callao (Madrid) para hablar de ello.
Ayuda a los supervivientes
Javier Jiménez es Presidente Honorario de la Asociación de Investigación, Prevención e Intervención del Suicido y Familiares y Allegados en Duelo por Suicidio (RedAIPIS). Atendió telefónicamente a 120 supervivientes del suicidio durante el último año, algunas de sus compañeras atendieron por correo electrónico que escribían incluso desde Sudamérica y Centroamérica. Es un trabajo esencial para los familiares de una persona que se ha suicidado o para otros que se han intentado suicidar. «Hay que desculpabilizar a las personas, intentar que pregunten todas sus dudas, que se desahoguen emocionalmente y explicar el proceso», cuenta a este medio.
Esta necesidad de muchos de los familiares muestra que el entorno y la sociedad general también necesita ayuda y orientación. Las personas que se quitan la vida emiten señales y saber cuáles son es fundamental pero, además, los suicidios dejan muchas cicatrices en las familias. Todo esto es trabajo urgente que hay que hacer.