Varios de ustedes me han abordado por la calle para preguntarme sobre la razón por la que no hemos informado sobre un reciente suicidio que se ha producido en la capital, además en circunstancias muy especiales. No daré más pistas, aunque muchos de ustedes ya saben de lo que hablo. Esta es una capital pequeña y hasta las noticias que no se publican corren como un reguero de pólvora. Algún medio publicó la información durante un breve espacio de tiempo en las redes y luego la retiró.
Al margen de lo que hagan los demás, que no es objeto de mi valoración, en Radio Palencia en particular, y en la SER en general, no solemos informar sobre suicidios. Y si hay que informar de alguno por tratarse de alguien muy conocido en el ámbito social, político o económico, rehuimos describir explícitamente el método utilizado y cualquier dato escabroso que aliente el morbo. Soy de los que piensa que no hay que informar sobre los suicidios o, en todo caso, hacerlo de forma muy delicada, sin que sea noticia de portada o el titular más visible de la página web.
La avidez de seguidores en las redes nos lleva a veces a los medios a una carrera desenfrenada que choca frontalmente con la ética periodística. Llaman al suicidio “la muerte silenciosa”. Y sobre este tema hay algo que los medios no hacemos bien. No solemos abordarlo. Parece un asunto tabú en nuestras parrillas de programación. No hablo de informar sobre un suceso concreto como el ocurrido hace días en Palencia, yo creo que no hay que hacerlo. Hablo de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud. Hay que proporcionar datos precisos sobre cómo y dónde se puede obtener ayuda.
Informar de historias personales sobre cómo hacer frente a las situaciones difíciles en la vida o a pensamientos suicidas. Y, sobre todo y por supuesto, aplicar una precaución especial en las noticias sobre suicidios cuando las personas son famosas o muy conocidas. Miren, a veces a los medios, más que decirnos lo que no debemos hacer, nos deberían formar. No es un tema fácil y a los profesionales nos lleva en ocasiones a cometer contradicciones. De cualquier forma, si se opta por contar, hay que saber hacerlo. No hay que ocultar las cosas. Hay que saber cómo abordarlas.
En el caso de los suicidios, informar de forma simplista no parece el método adecuado.