Puede que el suicidio por parte de los hombres esté relacionado con elementos culturales y sociales
Históricamente se les ha adjudicado a los hombres la responsabilidad de ser el sostén económico y financiero del grupo familiar, mientras que la mujer ha sido asociada más al trabajo del hogar y el cuidado de los niños. Esto ha cambiado con los años, pero se mantiene aún latente.
Esta responsabilidad desigual es capaz de incidir negativamente en el hombre a raíz de la presión que la sociedad le imprime para que cumpla ese rol. Esta presión social se suma a la presión económica que supone mantener dicho empleo.
Los suicidios por cuestiones laborales aumentan especialmente en coyunturas de recesión económica, donde existe una probabilidad muy alta de que los hombres pierdan su empleo al ser ellos una fuerza laboral más significativa que las mujeres en términos de cantidad.
El suicidio es un fenómeno muy complejo al cual es difícil hallarle causas directas en muchos de los casos. Si has experimentado depresión, o si has tenido pensamientos suicidas, no dudes en buscar ayuda, indiferentemente cual sea tu género o condición.
En algunos países se da el hecho de que los hombres se suicidan con una frecuencia mayor a las mujeres. No hay razones completamente esclarecidas de ello, pero si eso te llama la atención, a continuación te damos dos elementos claves involucrados en los suicidios de hombres.
Comunicación
Como apunta BBC Mundo, la comunicación es un elemento clave en los fenómenos de suicidio. Por generaciones, la sociedad ha fomentado que las mujeres sean más propensas a comunicar sus emociones que los hombres, que han sido llevados a reprimir sus problemas.
Este condicionamiento social desde la infancia con frases tales como “los hombres no lloran” puede ser el primer factor clave en este problema. Según expertos, la base de este condicionamiento es que los padres o adultos consideran que expresar emociones es sinónimo de debilidad.
Naturalmente, lo anterior se traduce en que los hombres consulten con especialistas con una frecuencia notablemente inferior a lo que lo hacen las mujeres, porque se les complica colocarse en una situación de vulnerabilidad plena.