El presidente de la Sociedad Española de Suicidiología alerta en Canarias de la trivialización de un problema que se tiene que considerar un ya de salud pública. Las islas registraron en 2017 la tercera tasa de muertes por esta causa más alta de España tras la de Galicia y Asturias.
El presidente de la Sociedad Española de Suicidiología, el psicólogo Andoni Anseán, considera que hay que hablar, y mucho, del suicidio, «pero no en las páginas de sucesos de los periódicos» porque, a su juicio, «una muerte no puede ser una noticia». Se trata, dijo ayer en Tenerife, de «un problema de salud pública que genera muchas muertes que se pueden prevenir»
Canarias con 9,06 suicidios por cada 100.000 habitantes tiene la tercera tasa más alta de España (que es de 7,91), tras Galicia (11,29) y Asturias (10,6), con una media de una muerte por esta causa cada dos días (en 2017 se registraron en las islas 200 suicidios según la Sociedad Española para la Prevención del Suicidio). Pero es más, el archipiélago, junto con Aragón y Navarra, son las tres únicas regiones donde en las últimas dos décadas no han bajado los suicidios, según el profesor de Psiquiatría de la ULL y experto en suicidio, Francisco Rodríguez Pulido, que critica que con estos datos el sistema sanitario canario siga «dando la espalda» a la realidad y se siga sin tener un plan de actuación y de seguimiento de las conductas suicidas.
Tanto Anseán como Pulido entienden que el suicido es un tema «que debe empezar a preocupar» a las autoridades sanitarias y al resto de sectores de la sociedad porque «todos somos agentes de prevención», señaló el psicólogo vasco que esta semana ha estado en Canarias impartiendo un curso práctico de prevención del suicidio a sanitarios del Servicio Canario de Salud (SCS) y a colegiados del Colegio Oficial de Psicología de Tenerife.
«El problema es que no se es consciente de que el suicidio es un problema» y por eso, dice Anseán, lo primero que tiene que hacer las instituciones y es «tomar conciencia» y «sensibilizar sobre la conducta suicida».
La mayoría de personas con ideación suicida, explican Pulido y Anseán, «dan señales», como cambios de conducta, de estados de ánimo o toma de decisiones que antes no hubiese tomado, y lo que hay que hacer, dicen, es «encontrar señales comunes para situaciones muy particulares». Y avisan: «lo importante no es intentar entender por qué u una persona tiene ideaciones suicidas, sino detectarlo a tiempo y, con herramientas, poder intervenir».
Pulido tiene claro por dónde empezar en Canarias a abordar el problema: «Lo primero que hay que hacer es crear grupos de expertos para formalizar un observatorio de conductas suicidas; lo segundo, elaborar protocolos y guías para sanitarios, medios de comunicación y familias; y en tercer lugar, que en las historias clínicas se cree un código rojo de seguimiento de personas con conductas suicidas o que ya lo han intentado». Y algo fundamental, dicen los dos profesionales, «reducir los medios letales y la accesibilidad a ellos».