Un estudio reciente demuestra que el número de niños y adolescentes estadounidenses que llega a las salas de emergencia por ideación suicida o intento de suicidio se duplicó entre 2007 y 2015.
Hace 15 años, la Organización Mundial de la Salud (OMS) catalogó el suicidio como un problema global de salud pública “prevenible”. Sin embargo, las tasas de muerte autoinfligida no han disminuido significativamente y, por el contrario, han aumentado en algunas partes del mundo.
Si bien el problema afecta a todos los rangos etarios, los niños y los adolescentes son el grupo más vulnerable, especialmente con el aumento de la presión académica y la proliferación de redes sociales y, por ende, del cibermatoneo, según el Dr. Gene Beresin, director ejecutivo del Centro Clay para Mentes Jóvenes Saludables en el Hospital General de Massachusetts y profesor de psiquiatría en la Escuela de Medicina de Harvard.