La ideación suicida es un elemento fundamental de un proceso denominado comportamiento suicida, que surge como desencadenante de los demás componentes: el intento de suicidio y el suicidio consumado.
La fase inicial se centra en la concepción de una idea o una amenaza, que es la expresión verbal, escrita o conductual del deseo de morir, algunas veces acompañada de una acción precursora de causarse daño o la muerte. Así, cualquier presencia de ideas, gestos o intentos se debe considerar indicadora de riesgo. Se ha expuesto que, efectivamente, el suicidio puede ser prevenible si se identifican las variables que predisponen a ello o lo facilitan.
Según indican los datos de la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente un millón de personas se suicidan anualmente, siendo una de las tres primeras causas de muerte en la población entre 15 y 44 años.
Los factores que desencadenan la conducta suicida son multifactoriales. Entre los más importantes se encuentran la vulnerabilidad genética y psiquiátrica, y los factores familiares, sociales y culturales. Un gran porcentaje de los individuos que la presentan están cursando con una patología mental, entre ellas la más frecuente es el trastorno depresivo mayor, también el intento suicida previo, uso y abuso de sustancias (alcohol y drogas), trastorno de personalidad, o están frente a factores psico-sociales estresantes, tales como:
1. Falencia de una buena red primaria de apoyo.
2. Falta de una vida gregaria.
3. Altas expectativas sociales, donde se rompe el vínculo del individuo con la sociedad y al no poderse cumplir estas demandas manejan frustración, ira y desilusión. El suicidio se genera como una respuesta de los individuos ante una sociedad que no brinda las herramientas para establecer vínculos apropiados.
4. Efectos de contagio de los medios de comunicación también parecen relevantes, donde el internet desempeña hoy por hoy un importante papel.
5. Adversidades económicas.
6. Exclusión.
7. Pérdidas (desempleo, divorcio, fallecimiento de un ser querido).
8. Enfermedades terminales.
9. Se debe tener en cuenta también la esfera personal; si no existe un sentido para la vida, se genera un vacío existencial que puede llevar al ser humano a desear cometer un suicidio.
10. En última instancia, acabar con la propia vida obedece a una combinación muy personal de motivos, lo cual deberíamos tomar en cuenta dependiendo de la capacidad de afrontamiento del individuo.
Muchos casos de suicidio podrían evitarse si allegados y familiares fueran capaces de detectar a tiempo las señales de aviso.
El suicidio es un fenómeno ambivalente, antinatural, en el cual el individuo atenta contra su propio instinto de conservación, por lo cual para aquellos que no están en las garras de la depresión o la desesperación, resulta difícil entender lo que lleva a tantas personas a quitarse la vida. Sin embargo, el conocimiento de los factores de riesgo puede aportar pistas valiosas para saber hasta qué punto una persona es capaz de cometer el hecho.
Para una buena profilaxis se deben considerar los siguientes factores: buen apoyo familiar y social, donde se desarrollen herramientas y técnicas para lograr una buena resolución de conflictos; que el paciente se sienta apoyado, querido y comprendido, teniendo en cuenta que hablar de suicidio no debe ser un tema tabú. El estigma impide que muchas personas pidan ayuda y cuando lo hacen no siempre se le da la importancia que requiere.