Barcelona, 31 may (EFE).- Un estudio reclama una nueva mirada en la lucha contra el suicidio y apunta que sus causas no se reducen a las enfermedades mentales, sino que también tiene su origen en un sistema basado en la competitividad, que genera unas expectativas que, de no alcanzarse, puede llevar a la frustración y el suicidio.
Se trata de un trabajo titulado «Consideraciones para un abordaje social y sanitario del suicidio a propósito del Código Riesgo de Suicidio», editado por el Fórum Catalán de Atención Primaria (FoCAP).
La muerte voluntaria no solo debería abordarse desde la biología y la farmacología, indica el documento, sino que se debe tener en cuenta que un sistema que «se ha fundamentado en los valores del individualismo, el consumo y la competitividad» genera unas «expectativas» que pueden conllevar a la «frustración» y el posterior suicidio.
Es por ello que los autores de este estudio piden «medidas de prevención primaria como políticas sociales activas de mejora de los condicionamientos sociales», comprendido esto en la necesidad de caminar hacia «el concepto de la sociedad de cuidados».
«Grupos comunitarios, religiosos y de acción social como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) han sido de gran ayuda ante la amenaza de la pérdida de la vivienda y también para la recuperación de la dignidad perdida y para desmovilizar sentimientos de autoinculpación», señalan a modo de ejemplo.
Este informe critica ampliamente el Código Riesgo Suicidio, el programa catalán que busca evitar este tipo de muertes, pues peca -según los autores- de este enfoque «individualista», que olvida «las causas de las causas» -es decir, qué provoca, por ejemplo, depresión- y pone énfasis en el uso de psicofármacos, que tienen una efectividad dudosa para los autores del estudio.
Aprovecha para repasar los datos relativos a este fenómeno. Los números del Instituto Nacional de Estadística indican que en 2013 hubo 3.870 suicidios en España (2.911 hombres y 959 mujeres), 313 más que en 2012; en el 2014, 3.910 personas se quitaron la vida (2.938 hombres y 972 mujeres), y en 2015 hubo una leve disminución, pues ese número bajó hasta las 3.690 (2.700 hombres y 990 mujeres).
Los ciudadanos que optan por el suicidio son en su mayoría hombres. En tasas relativas, el tramo que comienza a partir de los 75 años y, más particularmente a partir de los 85, es en el que más gente decide quitarse la vida, mientras que en términos absolutos el que aporta más suicidios es el tramo que va entre los 40 y 65 años.
En relación a Cataluña, los datos de hospitalización por intento de suicidio en esta comunidad -recogidos en el estudio- han aumentado significativamente entre los años 2005 y 2012, pues por cada mil hombres estos han crecido de 16,9 a 17,9 y, también por cada mil mujeres, se ha pasado de las 22,2 al 26,7.
Los autores del estudio son María José Fernández; Judit García; María Victoria Mazo; Juan Manuel Mendive; Elena Serrano y Francesca Zapater.
En la presentación del mismo también han participado el psiquiatra Alberto Ortiz y la portavoz de la PAH, Lucía Delgado.
Ortiz ha señalado: «En esta sociedad neoliberal somos una especie de empresarios, dueños de nosotros mismos y desligados de los condicionantes sociales, como si todo pudiera depender del individuo».
Ha censurado que «las condiciones de vida se tratan ahora como estilos de vida, como si cada uno pudiera elegir el suyo».