En 2016 se quitaron la vida 122 personas en la provincia, una cada tres días
En los últimos diez años se han suicidado en Sevilla un total de 1.343 personas. Sólo en 2016 perdieron la vida por autolisis 122 sevillanos, registrándose un caso cada tres días. Unos datos escalofriantes, sobre todo si se tiene en cuenta que las muertes por suicidio doblan ya las de accidentes de tráfico, que fueron 66 en la provincia en 2016. Un equipo de profesionales del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses (IML) de Sevilla y del departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina lleva a cabo desde 2008 un estudio pionero en España sobre el suicidio en la provincia con el fin de obtener datos que permitan prevenir nuevas muertes por esa causa.
Hace una década morían cada año en accidentes de tráfico en la provincia 112 personas y se suicidaban 171. Desde entonces, los casos de muertes en la carretera se han reducido en un 41%, mientras que las de suicidios consumados bajaron sólo un 29%. Los datos sobre intentos de suicidio también son también preocupantes, ya que en 2017 un total de 1.448 sevillanos fueron atendidos por esa razón en las Urgenicas hospitalarias. Actualmente, 679 pacientes con intento de suicidio están siendo atendidos en los servicios de Salud Mental del SAS.
Rocío Marín, directora del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Sevilla, apunta que detrás de la bajada de muertos en carretera está la entrada del carné por puntos en 2006 y la Ley de Seguridad Vidal, que incrementa las multas y penas para esas infracciones y delitos, así como las políticas de prevención de la Dirección General de Tráfico. Por contra, en Andalucía no hay aún un Plan de Prevención del Suicidio.
Sin plan de prevención de suicidios
Con todo, la tasa de suicidios por cada 100.000 habitantes en Sevilla es inferior a la media española. La tasa europea es de 11,93, la española de 8,1, la andaluza de 9,3 y la sevillana de 7,6, según datos del Instituto Andaluz de Estadística y Eurostat. Otros países europeos están peor, ya que en Lituania la tasa es de 31,5; en Hungría de 19,4; en Letonía de 18,9 y en Estonia de 18,3. Por contra, Chipre, con una tasa de 4,5, y Grecia, con 4,8, son los países con menos suicidios por cada 100.000 habitantes. Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece como prioridad la prevención de los suicidios la Junta de Andalucía no dispone aún de un plan de prevención de suicidios.
En Europa la tasa por cada 100.000 habitantes es de 21,1 varones fallecidos por autolisis en 2015 y de 4,8 casos en mujeres. El suicidio consumado es más frecuente en los varones que en las mujeres, con una proporción de 3 a 1. El intento de suicidio es más frecuente en el colectivo de mujeres, con una proporción de 2 a 1. ¿Por qué ocurre esto? «Una de las hipótesis aceptada es que se trata de una cuestión sociológica: las mujeres tienen menos impedimentos para pedir auxilio, mientras que a los hombres les cuesta expresar sus sentimientos y solicitar ayuda», explica Lucas Giner, profesor del departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina.
Estudio pionero
Desde 2006, el Instituto de Medicina Legal (IML) de Sevilla y el departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la ciudad llevan a cabo un estudio pionero en España sobre el suicidio en la provincia gracias a la colaboración de las familias de las personas que han consumado un suicidio. ¿Qué persiguen estos profesionales? «Fundamentalmente esclarecer las circunstancias de la muerte , explicar por qué ocurre una muerte en un momento concreto y obtener información relevante para prevenir otros suicidios. Además, la autopsia psicológica puede resultar terapéutica para los familiares del fallecido porque les permite hablar con alguien sobre lo acontecido y, en segundo lugar, porque tiene un efecto catártico sobre las emociones», subraya Julio Guija, jefe del servicio de Psiquiatría del Instituto de Medicina Legal de Sevilla y profesor de la Facultad de Medicina, cuya tesis doctoral versó sobre una «Aproximación a las conductas suicidas a través de la autopsia psicológica».
Los resultados sobre los casos de suicidio en Sevilla están siendo publicados en revistas científicas y dados a conocer en congresos, por lo que en el futuro estos datos redundarán en un mejor abordaje tanto de las campañas de prevención del suicidio como del tratamiento de las personas que han intentado suicidarse.«Queremos que los resultados de estos estudios sean útiles y trasciendan a la sociedad y supongan un beneficio para ella. Si conocemos los factores de riesgo las administraciones sanitarias podrán desarrollar programas de prevención», afirma Lucas Giner.
Ese estudio ha podido realizarse porque el equipo de Patología Forense del IML está conformado siempre por las mismas personas, de modo que un equipo de nueve profesionales hacen las autopsias judiciales. Ellos están sensibilizados especialmente con el suicidio y son quienes solicitan la colaboración de la familia de la persona fallecida por autolisis para participar en el estudio sobre los suicidios en Sevilla. Posteriormente, cinco personas del Departamento de Psiquiatría llevan a cabo la autopsia psicológica con esos familiares en un trabajo largo y protocolizado.
Analizados más de 700 casos
«En ocasiones las propias familias nos piden que los órganos de los suicidas sean donados y nosotros les explicamos que ya no es posible porque para eso habría sido necesario que la persona falleciera en un hospital. Entonces les ofrecemos la posibilidad de que participen en el estudio sobre las conductas suicidas en Sevilla», declara Rocío Marín, directora del Instituto de Medicina Legal.
Desde hace once años han participado en la realización de estas autopsias psicológicas más de 700 familias de personas que se han suicidado en Sevilla. «Se nos ha dado el caso -dice- de que familias que nos han dicho primero que sí, después se han arrepentido. En otras ocasiones nos han dicho que no y, tras pensarlo con detenimiento, se han prestado a participar en la autopsia psicológica».
Para esos informes sobre la conducta suicida en Sevilla, los forenses del Instituto de Medicina Legal de Sevilla realizan primero una autopsia judicial, que determina la causa de la muerte, ya sea por ahogamiento, precipitación, ingesta de medicamentos, arma de fuego, sumersión…
A continuación se realiza una autopsia psicológica, en la que a través de los familiares se recogen datos de la vida de la persona fallecida para llegar a un diagnóstico psiquiátrico. Primero se realiza un estudio médico-quirúrgico y después se hace un estudio psico-biográfico para conocer los rasgos de personalidad del suicida, como impulsividad, agresividad, exceso de autocrítica, falta de control, alteraciones psicopatológicas…
Mitos que caen
«Los resultados de las autopsias psicológicas que se han hecho arrojan datos que fulminan muchos mitos existentes en torno al suicidio. Cuando se produce un intento de suicidio, hay quienes dicen que quienes realmente quieren quitarse la vida, lo consiguen. Pues bien, el informe indica que en el 60% de las muertes por suicidios en Sevilla ya hubo intentos previos, acorde con la literatura médica occidental», manifiesta la directora del Instituto de Medicina Legal.
«Entre el 60 y el 80% de los casos, la persona que murió por suicidio verbalizó antes su intención su plan, lo que no quiere decir -advierte Lucas Giner- que toda persona que lo anuncie lo vaya a hacer, aunque hay que considerar ese factor de riesgo».
Asimismo, en el 90% de los casos de personas que se quitaron la vida se detectaron patologías psiquiátricas, si bien sólo el 45% de ellos tenía diagnosticado algún tipo de trastorno mental y sólo un 33% estaba en tratamiento previo, fundamentalmente por depresión, un dato preocupante, a juicio del profesor de Lucas Giner. «Eso ocurre -a su juicio- porque la enfermedad mental continúa siendo un estigma social y la gente evita ir al médico, cuando hasta el insomnio se trata por psiquiatras».
De las personas que se suicidaron y que estaban previamente en tratamiento psiquiátrico, la mayoría de ellos o sus familiares lo ocultaron por miedo a las consecuencias sociales o profesionales. Se sigue pensando que los trastornos mentales son para toda la vida, cuando en realidad hay muchos que se curan y otros que se cronifican y se convive con ellos, subraya Guija.
Edades
En cuanto a las edades, los datos de 2016 evidencian que más del 77% de las 122 personas que consumaron un suicidio eran mayores de 41 años, lo que rompe otro de los mitos de que la adolescencia es una de las etapas con mayor riesgo.De hecho, los suicidios en personas de más de 61 años representan el 40%, por lo que el colectivo de mayores se considera de riesgo. El 68,4% de los hombres que se suicidaron tenían una enfermedad crónica o terminal, frente al 58,6% de las mujeres.
Sobre el método usado para la autolisis, la mayoría se produjo por suspensiones, precipitaciones e intoxicaciones, siendo minoritarias las causas por armas de fuego, blancas o sumersiones.
Entre los hombres que fallecen en Sevilla por autolisis hay una mayoría de solteros, separados y divorciados. En cuanto a las personas con factores de riesgo, el 33,3% de los hombres eran consumidores de estupefacientes o alcohol, frente al 13% de las mujeres.
Factores predisponentes
El estudio permite concluir que existe un factor de riesgo «predisponente» al suicidio, como la impulsividad, la existencia de traumas infantiles o patologías psiquiátricas, pero que también hay factores «precipitantes», como una quiebra económica o una ruptura matrimonial, por ejemplo. Sin embargo, en el 20% de los casos de suicidios en Sevilla no se aprecia factor precipitante.
Hay también factores «protectores» frente al suicidio, como una mayor capacidad para afrontar los problemas, la actitud frente al suicidio, el apoyo social o la religiosidad. «La implicación en actividades religiosas frena las conductas suicidas porque aparece como un factor protector, ya que la persona se refugia en la religión», añade Giner.
El equipo que ha redactado el estudio sobre el suicidio en Sevilla manifiesta que a pesar de las recomendaciones de la OMS, la Administración española no tiene programas específicos de prevención de suicidios, salvo en áreas hospitalarias donde alguien se interesa por el tema. «En materia de suicidios, la Administración actúa cuando se han producido intentos de autolisis, es decir, atendiendo al enfermo, realizando lo que nosotros llamados una prevención terciaria, pero no se hace una prevención primaria y secundaria, tanto en grupos universales como en grupos de riesgo», añaden.
Recomendaciones
En opinión de Giner, «lo ideal sería aplicar las líneas estratégicas del llamado libre verde de Salud Mental, previsto para el período 2009-2013. Una de esas líneas es la prevención de la enfermedad mental y el suicidio. De hecho, hubo una proposición no de Ley aprobada en 2012 para atender y hacer un seguimiento inmediato de los intentos de suicidios».
En la prevención primaria en colectivos más grandes, los medios de comunicación juegan un papel muy importante de sensibilización para que no estigmatizar la enfermedad mental, a quienes intentan suicidarse o a las familias de fallecidos por suicidio. «No hablar del suicidio también es malo porque al final se convierte en un tema tabú, a pesar de que ya hay más muertos por autolisis que por accidentes de tráfico..», recuerda Marín.
Personas claves en colegios, trabajos…
En la prevención secundaria sería oportuno designar a «gatekeepers», personas destacadas en grupos profesionales, comunidades religiosas, clubes deportivos, colegios… para que estén ojo avizor y puedan detectar posibles conductas de riesgo, propone Lucas Giner, quien afirma que «eso se está haciendo ya de forma experimental en Oviedo como parte de un proyecto europeo».
Quienes han hecho las autopsias psicológicas de las personas que se han suicidado en Sevilla consideran muy necesario programas de formación en Atención Primaria, es decir, entre los médicos de familia, «porque ellos son la puerta de entrada y pueden detectar las primeras señales de personas con factores de riesgo, como enfermos alcohólicos o personas con depresión, para identificarlos, tratarlos y, si fuera necesario, derivarlos a especialistas».